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¿Vengo de un país imaginario?

Jp Carías Chaverri

Vengo de un país ficticio que la historia oficial afirma existió por algunos años, pero que ahora empiezo a sospechar fue solamente una nación imaginaria. Sí, soy centroamericano. Aquello fue un sueño de un grupo de visionarios que fracasaron y que sin embargo son los próceres de varios de los países que pudieron formar esta onírica patria.

Hay más de 45 millones viviendo en el istmo centroamericano (excluyendo a Belice y Panamá), pero es difícil saber si hay más que se piensan como centroamericanos. Hay varios indicios que indican que cada vez somos menos. La imposición de visas entre Honduras y Costa Rica es otro ejemplo.

Por cierto, una de las fundadoras de la carrera de Historia en la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH), María de los Ángeles Chaverri Mora, nacida en Costa Rica pero eternamente enamorada de Honduras, se decía también Centroamericana.

Una de sus peculiaridades, tenía un acento neutro “centroamericano”, ni tico ni hondureño, sin cantado, sin marcar las rr ni decir tico para todo, como en Costa Rica, pero sin marcar la j en lugar de la s, ni comerse letras, diciendo tortilla y no tortia, como se hace en Honduras. Adoraba además a Nicaragua, y tuvo amigos fraternos en El Salvador y en Guatemala.

Aunque su especialidad era la historia colonial hondureña, también conocía la historia de la región de pe a pa. “Soy Centroamericana” decía con una sonrisa. Y yo como su heredero no puedo decir cosa contraria, además de llevar conmigo la circunstancia de nacer en un país de la región y haber crecido en otro.

Centroamérica intento ser rescatada con el proceso de integración que inicia en los años 50 del siglo pasado. Lo que conocemos como integración centroamericana que se renueva con el protocolo de Tegucigalpa firmado en 1991. Sin embargo, Edelberto Torres Rivas, otro que se decía “guatemalteco de nacimiento, pero Centroamericano de corazón”, autor del precioso libro “La piel de Centroamérica” (2007), señala que esta unión ha beneficiado sobre todo a empresarios y corporaciones internacionales.

“¿Será por ello por lo que la integración no parece haber entrado en el corazón de los pobladores del istmo? ¿será por ello por lo que los políticos, por puro populismo, pueden accionar a su gusto en contra de la unión regional?

Entonces como se dice al inicio, hablamos en la mayoría de la región de territorios cuyos próceres fracasaron, porque estas naciones son en realidad herederas de aquellos que vencieron a estos “paladines de la independencia” y que han quedado en el olvido colectivo, y solo son recordados por los historiadores. Por ejemplo, Francisco Ferrera, que venció a Morazán por una Honduras independiente.  

Francisco Morazán nunca fue hondureño. Nació en una de las provincias de la Capitanía General, que después pasó a constituirse en un país llamado Honduras, y muere en la provincia de Costa Rica, pero igual lo pudieron haber matado en Guatemala, de dónde apenas escapó de la muerte, al ser vencido por Carrera, un mestizo que apoyado por La Familia y la Iglesia Católica, dirigió un ejército formado sobre todo por indígenas con el cual el genio estratega no pudo.

Como La Familia se designa al grupo de criollos guatemaltecos, identificados como conservadores, que en un inicio se opusieron a la independencia, después la aceptaron, pero tratando de imponer un sistema unionista en el que ellos guardaran el control de toda la antigua Capitanía. Valle y Morazán, y otros liberales, quería una independencia federalista, que siguiera el ejemplo de los Estados Unidos de América, con su interdependencia.

Este sistema pareciese poco entendido en la región. Hay una incomprensión sistemática que se puede preservar una independencia en la identidad cultural, mantener el control de la mayoría de los ámbitos de la vida (educación, salud, transporte interno, impuestos etc.), y al mismo tiempo ser parte de algo más grande.

Como el texano es parte de Estados Unidos (aunque hay varios que refunfuñan), el Quebequense es parte de Canadá (aquí hay muchos que no quieren), el español es parte de Europa (aunque por muchos años se decía que Europa se terminaba en Los Pirineos), el escoses es parte del Reino Unido (a pesar de que ahí hay también varios que tampoco lo desean), etc., etc.

Olvídese de los “aunques”, y aprecie los enormes beneficios que estos territorios culturalmente separados, han obtenido de las uniones económicas y/o políticas. Ellos han vencido esos aunques, han salido adelante y son naciones desarrolladas. Mercados internos más grandes, enormes reducciones en los términos de intercambio gracias a una misma moneda, y otra gran lista de beneficios de sus sistemas de unión, han contribuido en forma determinante a este desarrollo.

También es preciso decir que Valle, el verdadero genio de la independencia y de la federación, nunca se sintió hondureño, y conforme se registra en la brillante biografía realizada por Louis Bumgartner en 1963 (reditada recientemente por la Editorial Universitaria de la UNAH) siempre se llamó a sí mismo, “guatemalteco”, ya que vivió la mayoría de su vida como poblador de la Capitanía General de Guatemala, siendo además por bastante tiempo funcionario real, esperando por muchos años un nombramiento a España que nunca llegó.

Bumgartner, después de un análisis sistemático de la vida de Valle, con acceso directo a la correspondencia privada del genio de la América Central, y por tanto también después de un profundo estudio del contexto de la historia de la región, igual que otros investigadores afirma que la Federación en términos prácticos, en realidad, nunca existió. Y sus argumentos son convincentes.

Sí, vengo de una nación imaginaria, soy de Centroamérica, en la que siempre nos esforzamos en buscar nuestras diferencias, aunque cuando emigramos nos convencemos aún más de que somos la misma cosa.

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