Una apreciación de “Fondo”

Por: Julio Raudales
Un foro que se transmite todas las mañanas por televisión me invitó a hacer algunas reflexiones sobre la situación económica de Honduras, a propósito de la reciente visita de la misión del FMI que vino a tomar el pulso de las principales variables macroeconómicas, en seguimiento al Acuerdo de Contingencia firmado el pasado diciembre.

Dicho acuerdo busca revertir los severos desequilibrios fiscales y monetarios en los que el país se sumergió en 2012 y 2013, como consecuencia del ya recurrente “síndrome del año electoral” que afecta nuestra economía cada cuatro años, esta vez agravada por el lastre dejado por las malas decisiones de política económica de finales de la década anterior y la crisis generada por el golpe de estado del 2009.
Es evidente que la situación tiende a estabilizarse. El gabinete económico ha realizado un buen esfuerzo y las cifras que presenta demuestran que en efecto se ha colocado un dique para contener la avalancha provocada por el desorden presupuestario que se venía profundizando desde 2007. Los indicadores de corto plazo son hasta ahora positivos: el déficit fiscal al mes de mayo es inferior al 2%, la inflación interanual a junio de 3.6%, la más baja en 10 años; en el sector externo el déficit en cuenta corriente se continúa reduciendo, debido principalmente al flujo de remesas del exterior y las reservas internacionales todavía son un buen parachoques que evita una devaluación abrupta.
Todo esto ha servido para que las dos calificadoras de riesgo internacional mas importantes del mundo hayan subido la nota al país, lo cual le hace mas confiable para el crédito y la inversión.
Pero toda acción de política tiene un costo y en este caso, la factura se le ha cargado al pueblo:
En efecto, los hondureños hemos tenido que afrontar un severo paquete impositivo, un ajuste al gasto social y un incremento sustancial en el stock de deuda pública. Por el lado monetario, la reducción en la Tasa de Política Monetaria del Banco Central no ha conseguido que los bancos privados cobren una tasa de interés mas amigable con la inversión, esto se debe fundamentalmente a que los bonos del gobierno y los de absorción monetaria del BCH pagan un mejor precio y por tanto son competencia desleal, especialmente para los pequeños y medianos empresarios que requieren de fondos frescos para sus emprendimientos.
Aunque la actividad económica al mes de abril mostraba mayor dinamismo que hace un año, este se centra en sectores con muy baja intensidad en mano de obra como el de telecomunicaciones, la banca y los seguros. La agroindustria, el sector construcción y el comercio siguen contraídos lo cual explica la percepción de desempleo que tiene la ciudadanía.
  
La ciencia económica tiene un fuerte componente longitudinal; cuando estudiamos los fenómenos sociales, es básico incluir el tiempo como variable endógena y las medidas tomadas a comienzos de 2014 constituyen el pago por la vida licenciosa que nuestros gobiernos se han dado en los últimos lustros, cada vez con mayor alevosía y sin conciencia de que las únicas afectadas son las familias que día a día ven minadas sus posibilidades de bienestar por el deterioro en sus ingresos personales y la cada vez menor posibilidad de acceder a servicios públicos de calidad.
En otras palabras, aunque se pudo haber sido mas cuidadosos para no afectar a las familias mas pobres y a la clase media, las medidas tomadas para equilibrar la economía son simplemente la consecuencia natural que tiene el comportamiento desordenado del pasado.
Debemos convenir en que el ajuste es necesario, pero lo relevante en este caso es evitar que vuelva a repetirse. He ahí donde intenté poner énfasis en mis reflexiones del programa de TV el otro día: El problema de fondo no es tanto que se hayan tomado estas medidas, sino ¿Cuál es la certeza real de que hemos aprendido la lección y de que ésta será la última vez que tengamos que hacerlo? Y por otro lado, ¿Será que cuando logremos estabilizar nuestra macroeconomía, emprenderemos como país el proyecto de generar una plataforma que permita el crecimiento económico y el bienestar de largo plazo?
Lo anterior solo se puede lograr ofreciendo incentivos adecuados para la inversión en proyectos rentables y de base amplia, es decir, que produzcan una buena cantidad de puestos de trabajo de tal manera que las familias vuelvan a tener confianza en el sistema.
No es fácil ser optimistas si consideramos que desde 1990 hemos tenido 8 ajustes similares bajo la promesa de que “después del sacrificio viene la compensación”. Sin embargo, a estas alturas seguimos con un nivel de pobreza y desigualdad escandalosos; servicios públicos de mala calidad e instituciones endebles y al servicio de unos pocas personas.

Ya se hizo la parte dura del trabajo, lo cual significó un duro sacrificio para las familias. Falta dar el paso crucial: cambiar este modelo paternalista e ineficiente por uno más inclusivo y justo, basado en la libertad y oportunidad para todos y todas.

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