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¿Un nuevo acuerdo?

Por: Julio Raudales

Tegucigalpa.– ¡Hay agitación en los medios! Los reporteros corren de un lado a otro durante la semana entera en pos de la noticia.

¡Natural! llegó una misión del Fondo.

¿Cómo nos evaluará?, ¿Se cumplieron los objetivos y metas establecidos en el Acuerdo?, ¿Volveremos a firmar? Son algunas de las muchas preguntas que flotan en el éter mientras los técnicos del Organismo Internacional, junto a los de SEFIN, Banco Central, CNBS y el recién creado SAR, discuten y cuadran cifras que verifiquen los alcances del esfuerzo para lograr la estabilidad macroeconómica del país.

Ya me he referido muchas veces al tema y no creo que valga la pena repasar de nuevo la historia, los tipos de instrumentos y las veces en que hemos firmado sin cumplir. Pienso que si esta vez he de hablar del FMI y su relación con Honduras, debería hacerlo en razón de la actual coyuntura: Nuestra situación económica de cara al proceso electoral del N-26 y de qué manera puede afectar nuestro futuro.

Mucho se alaba o sataniza al Fondo dependiendo de la ideología o prejuicios de quien se refiera al organismo. Yo he insistido en que pese a sus muchos errores cometidos en el mundo, no necesariamente en Honduras, el FMI tiene el potencial para ser nuestro aliado –como lo debe ser cualquier cooperante internacional- para lograr los objetivos de desarrollo que son NUESTRA responsabilidad y la de nadie más.

¡Pero sin esperar demasiado! Cómo no debemos esperar gran cosa de ningún cooperante, así como obtuso sería echarlos o desdeñar su ayuda. La Cooperación Internacional debe ser un complemento y nunca un sustituto de nuestros propios esfuerzos para el desarrollo.

El acuerdo firmado en 2014, bajo la modalidad Stand By o de Contingencia, buscaba fundamentalmente solucionar los problemas que ahogaban al país a fines del cuatrienio anterior y que derivaban del golpe de estado del 2009 y de la crisis global de 2008 que fue pésimamente manejada por las administraciones a cargo.

Un déficit primario del fisco, producto del cierre al financiamiento provocado por las crisis y la creciente demanda de los sectores al gobierno; los problemas endémicos de la ENEE y del resto de las ineficaces empresas públicas que le quitan a la administración central casi 2 puntos del PIB al año, una creciente brecha actuarial en los institutos previsionales, que pese a no cubrir ni siquiera el 15% de la PEA, parecen ser insostenibles, pese a la baja edad promedio de nuestra masa laboral, el descalce financiero provocado por un tipo de cambio nominal que no fomenta la competitividad, son algunos de los elementos coyunturales y estructurales que debíamos solventar.

La receta que nos auto infringimos fue terapia de choque –para los faltos de memoria debo recordar que la mayoría de las medidas se tomaron casi un año antes de la firma del acuerdo- así que no se vale decir que fueron condicionalidades:   

Un incremento voraz de impuestos directos e indirectos, recortes en el gasto público, entrega del manejo de servicios al sector privado mediante fideicomisos, recorte a los beneficios en los sistemas de previsión, tasas, tarifas, peajes, cobros… ¡En fin! casi todo lo usable para extraer recursos del bolsillo ciudadano.

No digo que las medidas no fueran necesarias. De verdad que estábamos mal en 2013, así que de repente, no quedaba más remedio. La estabilidad macroeconómica es una condición necesaria (sumamente necesaria diría), para lograr el bienestar.

Pero no es suficiente. Y queda claro con solo observar de forma somera algunos indicadores sociales: Caímos al último lugar en pobreza del área con 63% de los hogares en ese estado, la desigualdad se incrementó con un Gini que subió de 0.51 a 0.53 según CEPAL, hace poco el Proyecto MIDE de USAID nos mostró el poco adelanto en educación y no superamos los problemas de desnutrición infantil, mortalidad materna y acceso a servicios básicos.

Así que hacer la tarea con el FMI es positivo, debemos persistir en mantener el equilibrio en las variables macro. Pero debemos estar conscientes de que eso es como hacerle buenos cimientos a nuestra casa. De nada sirve si no le levantamos pareces y techo, si no le ponemos tuberías y la iluminamos correctamente, si no le damos calor de hogar, no tenemos casa.

Así que señor candidato, si gana las elecciones, preocúpese por mantener la estabilidad, firme con el FMI, sería bueno, pero no olvide que una casa no solo debe tener cimientos.

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