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Un arma muy destructiva

Julio Raudales

El Banco Central de Honduras (BCH) publicó hace unas horas el informe sobre el comportamiento de la inflación, o sea, el incremento en el nivel general de precios al consumidor durante el mes de enero.

Si bien la cifra se encuentra todavía dentro de los parámetros tolerables, no puede menos que ser preocupante; los precios al consumidor aumentaron en 6.18% entre enero de 2022 y el mismo mes del año que recién culmina. Hace ratos no era tan alta. Si la tendencia continúa, podríamos cerrar el año con un 10 o 12%.

Es muy importante entender el sentido de este indicador. La prensa y la mayoría de la gente (aun algunos economistas), lo usan de forma frívola y es por ello que en muchas ocasiones se escucha en la radio o la televisión, la queja de que el informe que presenta el BCH es falso, que las cifras son maquilladas etc. Por ello, es clave eliminar de nuestra mente algunos mitos y atavismos que existen en torno al tema.

La primera mentira, es que la inflación es un reflejo del nivel de vida de la gente, es decir, que nos dice que tan lo alto o bajo son los preciós en un país. En Honduras, la gente se queja porque la vida es muy cara, pero no es la inflación quien nos lo dice, sino otros factores.

El costo de la vida en nuestro país, está ligado mas al hecho de que la gente no tiene buenos ingresos y eso se explica por la baja productividad del trabajo y las empresas. Es decir, a la gente en Honduras le cuesta comprar lo que necesita, no necesariamente porque estas estén subiendo de precio rápidamente, sino porque no ganan suficiente dinero para comprarlas.

Otro mito que debemos desechar es que la inflación está ligada a la escasez de bienes o servicios. Es cierto que si hay menos huevos o carne en las tiendas de comestibles, estos suben de precio, pero esto no es necesariamente un determinante claro de la inflación. Generalmente cuando un producto escasea, la gente intenta sustituirlo por otros y esto hace que el nivel general de los precios tienda a equipararse.

Por supuesto que hay algunos productos cuyo impacto en el nivel general de precios es grande debido a su importancia en el consumo de la gente y esto afecta el nivel general de precios. La gasolina y el diesel son buenos ejemplos, pero no es lo que sucede con la mayoría de los bienes.

Lo que el Indice de Precios al Consumidor (IPC) nos muestra, es la velocidad con la que sube el promedio ponderado de los precios de un grupo representativo de productos finales, que para la gente de un país es importante consumir.

En el caso de Honduras, la canasta de bienes que mide el IPC está compuesta por 282 productos finales: Transporte urbano, carne de pollo, alquiler de vivienda, tortillas de maíz, camisas, energía electrica, internet celular etc., son algunos de la lista que, como ven es bastante grande.

El promedio de los precios es ponderado, porque algunos productos son mas importantes que otros, por ejemplo, está claro que para la gente en Honduras, las llamadas telefónicas a celulares, la gasolina y el internet son súmamente importantes, también lo son las tortillas de maíz y otros. Las entradas al cine o los libros son menos y por eso el aumento en sus precios tiene un efecto mas bajo en la inflación.

Es muy importante comprender además, que la inflación es un fenómeno monetario. ¿Qué significa esto?, pues que depende de la cantidad de dinero que circula en la economía. Si hay un exceso de dinero por sobre la producción existente, la gente lo va a usar para comprar bienes en los mercados y tiendas, esto provocará una escasez y por tanto un aumento generalizado en los precios.

Como en Honduras, al igual que en casi todo el mundo moderno, el dinero es un bien que producen exclusivamente los bancos centrales, es muy importante que estos organismos sean responsables, que no claudiquen a la voluntad y capricho de los políticos, ya que esto puede causar verdaderas hecatombes en la vida de la gente. Ejemplos abundan.

Estados Unidos atraviesa justo ahora por una crisis inflacionaria. Sus precios, que generalmente crecen entre 0.5 y 1% anualmente,  se incrementaron en 7% durante 2021, un nivel nunca visto en los últimos 40 años y que tiene a la ciudadanìa sumamente preocupada. Esperemos que este fenómeno no se vuelva contagioso y que la Presidente Rebeca Santos y su equipo, persistan en un manejo responsable de la política monetaria, para evitar que esta arma de destrucción masiva que es la inflación, termine de destruir nuestra ya maltrecha economía.

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