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¿Son los impuestos la solución a la inequidad pandémica?

Jp Carías Chaverri

Sería hermoso que alguien tuviese la fórmula mágica para acabar con las penurias de un país. Pero no. Las soluciones son procesos que se construyen dialécticamente en la arena social. Sobre el tema queremos trasladar algunas ideas aprendidas. Granitos en esta discusión fundamental. Porque si alguien osaba dudar que la desigualdad, exacerbada con la pandemia, debe ser la asignatura de primer orden, el informe de Oxfam “La Ley del Más Rico” (enero 2023) le puede entregar una segunda mirada.

Es por ello por lo que regresamos sobre este tema, del cual se pueden encontrar las más complejas estadísticas, pero es también pertinente esta aproximación individual del reporte: “Elon Musk, tributa a un “tipo impositivo real” del 3,2 %, mientras que Jeff Bezos, otro de los milmillonarios más ricos, lo hace a menos del 1 %.  En cambio, Aber Christine, una de las mujeres con las que Oxfam colabora en Uganda y que se gana la vida comerciando en el mercado, paga en impuestos el 40 % de lo que logra vender” (pp.13).

Sí… leyó usted bien: Musk, dueño de Tesla que acaba de compra Twitter, paga 3.3% de impuestos y Bezos, el dueño de Amazon (uno de los mayores beneficiados con la pandemia) tributa menos del 1%. No son errores de dedo. ¿Cuánto paga usted de impuestos: 15%, 20%, 30, 35% de sus ingresos? Y eso que no contamos el impuesto de guerra que comerciantes, transportistas, y habitantes en zonas de riesgo deben pagar a las maras, que, si bien no es para el Estado, el gobierno debería de controlar, por cierto, usando lo pagado en la tasa de seguridad y otros impuestos.

Ante semejante desfachatez Oxfam propone más impuestos para los super ricos algo que ya había puesto sobre el tapete muchos años antes Jeffry Sachs en su celebre libro “El Fin de la Pobreza” (2005). De hecho, Sachs realizó estimaciones indicando que con pequeños aumentos en las tasas impositivas de los super ricos era posible inyectar cuantiosas cantidades de dinero a los países pobres, para dotar de medicinas y educación a los más necesitados y de esa forma acabar con al menos la pobreza extrema.

Este informe de Oxfam es un oportuno llamado en contra de la inequidad, ofreciendo recomendaciones concretas de cómo proceder a cobrarle más a esos que obscenamente más tienen. “La fortuna de los milmillonarios aumenta en 2700 millones de dólares cada día, mientras que los salarios de al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores, más que la población de India, crecen por debajo de lo que sube la inflación” (pp.7).

Sin embargo, este reporte minimiza un aspecto fundamental. Las tasas impositivas progresivas no bastan. Clamar por inversiones en salud y educación es peligrosamente genérico. Dos estudiosos quebequenses, Luc Godbout et Suzie St-Cerny, comparando el sistema fiscal de los países escandinavos con el de Quebec, Canadá, concluyen que lo más efectivo en contra de la inequidad es el desarrollo de sólidos servicios universales públicos.

“La tributación escandinava se basa relativamente menos que en Quebec en la tributación progresiva de la renta y la riqueza (excepto en Dinamarca), y relativamente más en los impuestos al consumo y las deducciones salariales… La fiscalidad en los países escandinavos tiene como objetivo proteger la inversión y el crecimiento. Evita sobrecargar el capital y las empresas. Por lo tanto, no estamos tratando de jugar a Robin Hood: tomar de los ricos para dárselo a los pobres. En cambio, la riqueza se redistribuye igualando el acceso de las clases sociales a los servicios públicos” (Fortin P, 2014, Prefacio del libro Socialdemocracia 2.0, Quebec comparado con los países escandinavos).

Recordemos que los países escandinavos son lo que tienen mejores índices de calidad de vida en el planeta. Dicho esto, por favor no mal entienda la intención de este artículo. Que esto no sirva para decir que los ricos no deben pagar más impuestos. Lo que la experiencia escandinava muestra es que no basta con tasas impositivas diferenciales.

Es imprescindible un sistema de salud universal, un sistema educativo gratuito e igualitario para todos y un sistema de transporte público eficiente. Estas no son lecciones solamente de los países socialdemócratas. Recientes estudios del Foro económico Mundial sobre el sistema de salud universal de Japón muestran resultados similares.

Hay que recordar también que en Honduras diversos sectores de poder le encontraron solución al pago de impuestos en las exoneraciones, algunas de ellas justificadas, otras no. Eliminar o reformar estas prebendas, significa en términos prácticos un incremento de impuestos, a la par del control de la evasión.

Lo cierto es que, si el incremento en las tasas impositivas a los que más tienen fuese estratégica, transparente e irrestrictamente para el financiamiento de estos servicios públicos universales, el golpe a la inequidad si puede ser duradero. Una postura exclusivamente fiscal es cosmética y vista con sospecha desde el sector privado para drenar a los empresarios en favor de los políticos.

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