spot_img

¿Somos víctimas de la propaganda?

Roldán Duarte Maradiaga

Tegucigalpa. – Posiblemente amigo lector, usted haya escuchado o leído la frase de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler, según la cual: «Si se repite una mentira lo suficientemente grande y se repite, la gente eventualmente llegará a creerla». Sin embargo, es importante señalar que no existe evidencia concluyente de que Goebbels la haya pronunciado textualmente.

La atribución de tal frase a Goebbels se ha popularizado a lo largo del tiempo como una síntesis de su enfoque propagandístico, pero muchos historiadores consideran que se trata más de una paráfrasis o interpretación de sus métodos de manipulación de la información que de una cita literal extraída de sus escritos o discursos.

Lo anterior constituye un buen ejemplo de como la repetición de algo falso puede asumir popularidad y ser aceptado como verdad. Por esta razón, vale la pena profundizar un poco más acerca de dicha frase y de la influencia de la mentira en la sociedad.

Algunos ilustres escritores prefieren modificar la frase atribuida a Joseph Goebbels, y reescribirla como: «Una mentira mil veces dicha, se convierte en una gran verdad». Cualquiera que sea la versión de la frase aludida, la misma ilustra de forma contundente cómo la repetición sistemática de una falsedad puede erosionar la percepción crítica y consolidarla en el imaginario colectivo. En el contexto más general de que «No siempre decimos la verdad», la afirmación se conecta directamente con la tendencia humana a distorsionar la realidad para justificar acciones o proteger la propia imagen.

Poder de la repetición y manipulación: La reiteración constante de una mentira puede, con el tiempo, transformar la percepción de una audiencia, haciendo que una invención se asimile a una verdad aceptada. Este fenómeno es especialmente relevante en el ámbito de la propaganda política, donde se utiliza la repetición para moldear opiniones y controlar narrativas. La repetición disminuye la resistencia natural al escepticismo, permitiendo que incluso hechos inexactos sean internalizados como auténticos.

Relación con la autojustificación y la ocultación: Tal como se puede inferir, el autoengaño y la tendencia a ocultar la verdad responden, en parte, a la necesidad de justificar comportamientos y evitar la confrontación con realidades incómodas. La frase de Goebbels pone de relieve cómo esta dinámica se intensifica cuando las falsedades se repiten de manera sistemática, facilitando que tanto el individuo como la sociedad acepten narrativas que, en otra circunstancia, habrían sido cuestionadas o rechazadas.

Implicaciones sociales y éticas: El impacto de transformar una mentira en una «gran verdad» no es solo psicológico, sino también ético y social. Cuando se normaliza la falsedad a través de la repetición, se debilita la base de la confianza y la transparencia en las relaciones interpersonales y en la esfera pública. Esto puede llevar a una erosión del tejido social, donde la verdad objetiva cede ante la narrativa conveniente, lo que a su vez facilita la manipulación y el control.

En resumen, la reflexión sobre la frase de Goebbels nos invita a ser conscientes de la fragilidad de la verdad en un entorno saturado de información y de la importancia de mantener un pensamiento crítico, cuestionando continuamente las narrativas que se nos presentan, para no caer en la trampa de aceptar una falsedad repetida como una realidad indiscutible.

En un ambiente electoral como el que estamos viviendo los hondureños, es facial ser victima de la propaganda electoral, es decir, de las mentiras que los políticos utilizan para obtener el voto y el apoyo de los ciudadanos.

Evitar ser víctima de la mentira electoral requiere una ciudadanía crítica, informada y vigilante. Las campañas políticas, por su naturaleza, suelen apelar a las emociones, simplificar problemas complejos y, en ocasiones, recurrir a medias verdades o falsedades para ganar apoyo. A continuación algunos consejos clave para protegerse de la manipulación y el engaño electoral:

1) Verifica la información antes de creerla o compartirla: No todo lo que circula en redes sociales, medios o discursos públicos es cierto. Usa fuentes confiables y verificadores de hechos para contrastar los datos y promesas de los candidatos.

Consejo práctico: Consulta medios independientes, organismos de observación electoral o plataformas de verificación como FactCheck.org o similares en tu país.

2) Conoce el historial de los candidatos: Investiga la trayectoria, acciones pasadas, declaraciones previas y resultados concretos de quienes aspiran a cargos públicos. Las promesas deben evaluarse a la luz de sus antecedentes.

Criterio clave: ¿Han cumplido en el pasado lo que prometen hoy? ¿Han cambiado de discurso según la conveniencia?

3) Desconfía de las promesas grandiosas sin sustento: Frases como “solucionaremos todo de inmediato”, “crearemos miles de empleos en semanas”, o “nadie pagará impuestos” deben ser vistas con escepticismo si no se explican con propuestas realistas y viables.

Recordatorio: Los problemas complejos como la pobreza, la desigualdad y el desempleo no tienen soluciones mágicas.

4) Identifica el uso de la propaganda emocional: Los políticos suelen apelar al miedo, la rabia, la esperanza o el resentimiento para manipular el voto. Estar consciente de esta estrategia te ayuda a razonar antes de reaccionar.

Ejemplo típico: «Si no ganamos, el país se hunde». Este tipo de frases polarizan y nublan el juicio.

5) Participa en debates y espacios de diálogo informado: Escuchar diversas opiniones, hacer preguntas y confrontar ideas te ayuda a construir una visión más equilibrada y menos vulnerable al engaño.

Participación activa: Asiste a foros, debates ciudadanos, o espacios comunitarios donde se discutan las propuestas de los candidatos.

6) Aprende a distinguir entre propaganda y propuesta: Una propaganda busca impactar emocionalmente, mientras que una propuesta contiene objetivos, métodos, plazos y fuentes de financiamiento claras.

Hazte estas preguntas: ¿Cómo lo van a hacer? ¿Con qué recursos? ¿En cuánto tiempo? ¿A quiénes beneficia o perjudica?

7) Fomenta el pensamiento crítico y la educación cívica: La mejor defensa contra la mentira electoral es una sociedad educada y con pensamiento analítico. La formación cívica desde la niñez ayuda a construir ciudadanos menos manipulables.

8) No votes por simpatía, miedo o fanatismo: Evalúa racionalmente, no emocionalmente. Evita votar por costumbre, por lealtad ciega a un partido o por odio hacia otro.

Votar es elegir futuro, no desahogar emociones.

A manera de conclusión: La mentira electoral solo triunfa donde hay desinformación, indiferencia o ingenuidad. Ser un votante informado, crítico y consciente es un deber cívico que protege no solo tus intereses, sino también la salud democrática de tu país.

spot_img
spot_img

Lo + Nuevo

spot_imgspot_img