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Señales a quien presupuesta

Julio Raudales

Lo que se haga o deje de hacer en política fiscal en los próximos noventa días, es tan importante para Honduras, que podría provocar su ascenso o caída social y de gobernanza en las próximas tres décadas. 

Es decir, para bien o para mal, estamos en las manos de quienes elaboran y ejecutan el Presupuesto Nacional y la Política Presupuestaria del país. 

NO exagero, las cosas podrían descomponerse de forma acelerada si no se hace algo.

Hace casi 22 años, en diciembre de 1998, cuando el huracán Mitch asoló el territorio nacional, las autoridades de entonces se movilizaron rápidamente, retiraron el anteproyecto de presupuesto general que habían enviado al Congreso Nacional en septiembre y procedieron a reestructurarlo. Era lo lógico, la realidad había cambiado y era imperativo cambiar las acciones a tomar.

No puedo decir que el proceso de reconstrucción nacional derivado de las acciones de diciembre del 98 y enero del 99 fue la panacea. Mas de dos décadas después del paso del huracán, es evidente que quedaron pendientes muchas tareas, sobre todo las concernientes al desarrollo de la gobernanza y la gestión de los riesgos ambientales. 

Sin embargo, para ser justos, en aquella ocasión se hizo la tarea mínima: Presentar un presupuesto diferente para 1999, crear un “Fondo Especial para la Reconstrucción y Transformación”, así como dar los primeros pasos para generar espacios a la sociedad civil organizada, de modo que hubiese mas participación en las decisiones de país.

En 2020 las cosas han sido distintas. Si bien es cierto, nadie conocía la naturaleza de la enfermedad que atacó al mundo a fines del año pasado, debemos convenir en que algunas sociedades mas organizadas y no necesariamente mas ricas, han hecho las cosas mejor. Es decir, no se trata de tener mas plata, sino de usar lo que se tiene de forma inteligente.

Y es que para solventar eficazmente el problema que vivimos, la política fiscal es clave: los ingresos tributarios van en caída libre, los gastos presentan un doble dilema: Primero, nadie quiere renunciar a sus privilegios; los sueldos de funcionarios públicos y empleados de cualquier categoría, deben pagarse religiosamente y sin menoscabo de quantums o conquistas; segundo, las problemas del país se han reordenado: Salud y educación constituyen cláramente las mayores necesidades, pero los transportistas, operadores turísticos y sobre todo los políticos, se apresuran a presionar por subsidios y mas canonjías, desconociendo totalmente la naturaleza de la situación. 

A lo anterior hay que agregar que quienes manejan el erario, han aprovechado las aguas turbulentas del Coronavirus, para tratar de asegurar su futuro a costillas de los impuestos que paga la gente mas pobre. Hay que decirlo sin eufemismos: Lo peor del problema que hemos vivido son los asquerosos escándalos de corrupción que nos exhiben como uno de los países mas corruptos del globo.

Así es que el presupuesto 2021 es clave; definirá nuestro futuro y el de las generaciones que vienen. Si no lo elaboramos y ejecutamos de manera inteligente, estaremos condenados a la miseria mas abyecta y al desorden y violencia social por muchas décadas. Haré tres recomendaciones a quien deviene en esta responsabilidad.

Primero: Revisen de forma mas concienzuda la proyección de crecimiento económico 2021; no conviene ser demasiado optimista: elaborar una proyección de ingresos tributarios en base a un PIB nominal de mas de 650 mil millones de lempiras podría ser imprudente. Se que el Banco Central de Honduras cuenta con la capacidad técnica para definir perspectivas con mayor precisión.

Segundo: Redefinan las prioridades del país; es absolutamente necesario entrar de una vez a mejorar los esquemas de servicios de salud y educación por encima de todo. Deben tomarse decisiones que probablemente son muy duras en términos políticos, pero ¡Que mas da!, ya no tenemos casi nada que perder como país.

Por último, inicien en 2021 un esfuerzo serio por un dialogo fiscal incluyente, participativo y que cuente con la gente que sabe de esto. Hay un grupo de ciudadanos que, desde hace mas de un lustro, están empecinados en hacer la incidencia necesaria para que las cosas cambien y el 17 o 18% que el pueblo hondureño paga de sus ingresos en concepto de tributos, tenga sentido en términos de su bienestar.

Si antes del problema que nos agobia en la actualidad requeríamos de acciones valientes y justas, hoy con mayor razón son indispensables. Tal vez sea mucho pedirlo a quien gobierna actualmente, pero no está demás que se sepa, que la historia castigará con furor a quienes teniendo la obligación de cumplir no lo haga.

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