Segunda vuelta es antidemocrática

Por: Luis Cosenza Jiménez

Hace unos días escuché a un presentador de televisión defender esa tesis. 

Confieso que me resulta difícil entender el razonamiento, porque a primera vista uno pensaría que es precisamente a la inversa y que la segunda vuelta fortalece la democracia, pero analicemos el tema y que cada quien llegue a sus propias conclusiones.

Comencemos ponderando los argumentos del presentador.  Supongamos que en este caso la definición de democracia se circunscribe al respeto de la voluntad del votante libremente expresada.  Al parecer el presentador objeta la segunda vuelta porque algunos políticos le “echan la vaca a otros”. 

El argumento es harto difícil de aceptar porque, por extensión, habría que concluir que todas las alianzas políticas son antidemocráticas y deberían ser por tanto proscritas.  Claramente que el argumento carece de lógica y peso.  Por otro lado, típicamente se recurre a la segunda vuelta cuando ningún candidato alcanza un umbral previamente establecido, típicamente la mitad más uno de los votos escrutados y válidos. 

Reconozco que en algunos países el umbral es más bajo. Nicaragua es el caso más obvio, pero todos sabemos que dio pie a esa anomalía.  La razón por la cual los países normalmente han institucionalizado la segunda vuelta es porque a su juicio eso sirve mejor a la democracia, es decir, es más democrático contar con un presidente electo con más de la mitad de los votos, que uno electo con un tercio de los votos. 

En este caso, las dos terceras parte de los electores prefirieron otro candidato, lo cual obviamente le resta legitimidad a quien se investiría como presidente.  Ejercer efectivamente la presidencia de un país es un reto enorme.  Ejercerla cuando una significativa mayoría hubiera preferido a otra persona es una tarea casi imposible.

Para fortalecer su argumento, el presentador mencionó el caso de Estados Unidos, donde no existe la segunda vuelta.  Agregó que el sistema instaurado en ese país, que incluye el Colegio Electoral, ha dado luz a la gran democracia que reina en el país del norte. 

Sin embargo, eso desconoce el origen del sistema. Para que pudiera nacer el país del norte era necesario convencer a los estados pequeños que los estados grandes en población no podrían imponer su voluntad sobre ellos.  Por otro lado, basta con leer los Papeles Federalistas para percatarse del recelo que sentían quienes publicaron ese documento de la “tiranía de la mayoría”. 

El Colegio Electoral fue una necesidad para lograr la unión que permitiera forjar la nueva nación y un medio para evitar la “tiranía de la mayoría”.  En efecto, fue una limitación a la democracia que ellos juzgaron inevitable dadas sus circunstancias.  Como resultado, ha habido presidentes electos en Estados Unidos a pesar de haber perdido la contienda por el voto popular. 

Sin embargo, es evidente que las razones que impulsaron a los fundadores de Estados Unidos a limitar la voluntad popular no aplican a nuestro caso, ya que no instauramos un gobierno federal y a que con el paso del tiempo hemos desarrollado otros mecanismos para evitar la “tiranía de la mayoría”.  Nadie cuestiona hoy en día que las minorías tienen derechos y que cuentan con los medios para protegerlos.

A mi entender, la segunda vuelta fortalece la democracia y la legitimidad de los gobiernos.  Cuando no se adopta es porque no se necesita ya que se cuenta con un sistema bipartidista, como es el caso de Estados Unidos, y era el nuestro hasta las últimas elecciones, o porque no conviene a un grupo de políticos que controla el poder y están dispuestos a usufructuarlo aún cuando no cuenten con el respaldo popular. 

Si bien nosotros no contamos con información, debemos suponer que quienes detentan el poder si cuentan con encuestas que les permiten pensar que en la primera vuelta contarían con más votos que cualquier otro partido, pero no con la mitad más uno de los votos.  Esas mismas encuestas probablemente les indiquen que podrían perder la segunda vuelta, por lo que esa opción, que puede ser la más democrática, no les entusiasma. Si esa fuera la realidad, entonces estaríamos frente a un acto penoso, ya que favorecería el interés particular por sobre el interés nacional.

Por supuesto que el panorama se enturbia cuando pasamos del plano teórico al práctico y reconocemos que el resultado de una segunda vuelta podría ser el retorno al poder de un partido conocido por su incompetencia, corrupción y populismo demagógico. Tales son los riesgos de la democracia que, como decía Churchill, es el menos malo de los sistemas de gobierno.  De nosotros depende de por cuanto tiempo nos dejemos amedrentar por él fantasma de palmerolo. Lo que no es razonable es que busquemos fortalecer la democracia la mitad del tiempo, y renunciar a ella cuando no conviene a nuestros intereses personales. Tampoco es aceptable que recurramos a sofismas para justificar lo injustificable.  Más de Luís Cosenza aquí… ergonn nuestro caso o federal y a que a cuando no conviene a nuestros intereses personales. Mucho menos imieci

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