Retrocediendo

Por: Luis Cosenza Jiménez

Recientemente el Banco Mundial publicó su informe Haciendo Negocios 2015 (Doing Business 2015). En este informe el Banco analiza que tan fácil, o difícil, resulta abrir, operar y cerrar un negocio en 189 países, y los cataloga de más fácil a más difícil. Generalmente Singapur se coloca en la primera posición, es decir, es el país más amigable a los empresarios y emprendedores. No debe sorprender, por tanto, que ese país tenga un elevado ingreso per cápita, aproximadamente el doble del correspondiente a Estados Unidos.

Con pocas excepciones, Chile y Panamá entre estas, América Latina resulta muy mal calificada. En el informe del 2014 Honduras ocupó la posición 127, mientras que en el informe del 2015 aparecemos en la posición 104. Aparentemente hemos escalado 23 posiciones, lo cual implicaría que hemos mejorado sustancialmente, pero resulta que no es así. Permítanme explicar por qué.

En el informe del 2014 se menciona que Honduras no había emprendido una sola reforma para mejorar el clima para hacer negocios, y en el correspondiente al 2015 se menciona que se adoptó tan solo una reforma, y que esa fue negativa. En efecto, la reforma consistió en encarecer los permisos de construcción. ¿Cómo explicar entonces que haciendo nada, o tomando medidas negativas, hayamos mejorado tanto nuestra posición? La explicación reside en que la metodología para el análisis fue cambiada en el último informe, y por tanto los resultados de los dos informes no son comparables. En efecto si la misma metodología hubiese sido aplicable al informe 2014 hubiéramos ocupado la posición 101. Es decir, comparando lo comparable, pasamos de la posición 101 a la 104, lo cual demuestra un retroceso. Esto debería llamarnos a una seria reflexión.

Todos entendemos que para combatir la pobreza y mejorar nuestra situación económica es preciso crear nuevos empleos. Algunos estamos convencidos de que estos empleos solo pueden ser creados, de forma sostenible y productiva, por el sector privado. Otros, la minoría, y a pesar del descalabro de la Unión Soviética y Cuba y a pesar de la profunda transformación de China, continúan pensando que esos empleos deben ser creados por el estado-empresario. En América Latina siempre vamos a la zaga del resto del mundo, de allí que todavía se hable, sin sonrojarse, del Socialismo del Siglo XXI, y de allí el desdeño que muchos de nuestros políticos muestran hacia el sector privado y la poca, o ninguna, importancia que le asignan a mejorar el clima de negocios.

Veamos ahora, en más detalle, el caso hondureño. El análisis de la situación en cada país se basa en el estudio de diez factores. El primero es la facilidad o dificultad para comenzar un negocio. En este concepto, analizando 189 países, ocupamos la posición 138 en 2015. El segundo factor se refiere a los permisos para construcción, donde nos encontramos en el sitio 103. El tercero se refiere a la facilidad y el costo para obtener el servicio eléctrico, donde figuramos en la posición 110. El cuarto evalúa la facilidad y el costo de inscribir un inmueble en el registro de propiedad, y aquí nos ubicamos en la posición 81. El quinto se refiere a la facilidad para obtener crédito para operar las empresas, y acá ocupamos la posición 7. Este es el único punto donde realmente destacamos. En una lista de 189 países, nos colocamos en una séptima posición, adelante de varios países mucho más ricos y desarrollados que nosotros. Este logro habla muy bien de nuestro sistema financiero y de su compromiso con la creación de empleo. El sexto considera la protección que se brinda a los inversionistas y aquí figuramos en la posición 174. Solo 15 países resultan peor evaluados que nosotros en este acápite. El séptimo considera el costo de los trámites y la facilidad para pagar los impuestos y nos ubicamos en el sitio 153. El octavo evalúa la facilidad o dificultad para exportar o importar, y acá nos colocan en la posición 70. El noveno analiza que tan común es hacer valer los contratos y aquí nos ubicamos en la posición 166. Finalmente, el décimo componente se refiere a la facilidad o dificultad para que se declare y se lleve a cabo un proceso de bancarrota y figuramos en la posición 140. En resumen, exceptuando el acceso al crédito y posiblemente la inscripción en el registro de la propiedad y la facilidad para exportar o importar, resultamos muy mal evaluados, y salvo que hagamos un esfuerzo consciente y estructurado, no lograremos mejorar el clima de negocios, con lo cual dificultaremos la creación de empleo, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.

Para concluir, veamos cómo nos comparamos con algunos países del continente. En el informe 2015 Chile, México, Colombia, Panamá, Perú, Guatemala, Costa Rica y República Dominicana aparecen mejor calificados que nosotros. Por otro lado, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Belice, Brasil, Argentina, Bolivia, Surinam y Haití aparecen peor calificados. El último lugar en el continente lo ocupa el paraíso del Socialismo del Siglo XXI, Venezuela. Visto esto así se podría pensar que no nos ha ido tan mal, pero al final, como diría mi madre, “mal de muchos, consuelo de tontos”.

Si deseamos atraer la inversión, y con ello acelerar la creación de empleo, debemos mejorar el clima para hacer negocios en nuestro país. No tiene sentido apostarle a que el resto de los países serán más torpes que nosotros. Actuemos positiva y ágilmente. Para esto es necesario que las autoridades le asignen importancia al tema y que impulsen las reformas positivas que nos lleven a escalar posiciones por nuestro buen actuar y no por lo errores de otros.

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