Remesas colectivas o solidarias: un nuevo reto para Honduras

Por: Ricardo Puerta
En septiembre de 2004 escribí un breve artículo titulado “Remesas Colectivas” para la Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal/INAUCO, publicación del Instituto Intercultural para la Autogestión y la Acción Comunal de la Universidad Política de Valencia, en España.
 

El artículo estaba pensado y aplicado a Honduras. En ese año empezaban ya a verse unos  proyectos aislados de beneficio comunitario, hechos en Honduras con remesas colectivas de sus emigrados.  Lo sustantivo del articulo bien se relacionaría hoy en las “Alianzas  Público-Privadas para el Desarrollo/APPD”, cuyas actuaciones han dejado muchas dudas por las decisiones hechas con abuso de poder de sus altos funcionarios y por la forma tan opaca que se ha ejecutado
El término remesa colectiva no se usa desde el 2006. Fue reemplazado por el BID por “remesas solidarias”, termino más consistente con la jerga técnica del Banco y con nuestras economías de corte neoliberal. En el caso de Honduras se entiende por remesas solidarias los fondos generados por los emigrados hondureños en los países de destino donde viven y trabajan, tales como Estados Unidos, el principal destino, y de  España, Canadá e Italia,  donde también hay un buen número de diásporas de origen hondureño. Las solidarias son distintas a las remesas familiares que también envían. Si bien ambas son remitidas a Honduras por connacionales desde el exterior,  las solidarias están destinadas a invertirse en proyectos sociales, de interés general o publico, en la comunidad de origen de los remitentes y no directamente en los familiares de los emigrados que viven en ese lugar.
 
Manuel Orozco, de Diálogo Interamericano, e investigador notable de remesas, clasifica a los proyectos financiados con remesas solidarias en cuatro categorías por el destino o uso que se hacen de sus fondos: obras de beneficencia, infraestructura, desarrollo humano e inversión. Ahí entrarían un proyecto de mejoramiento y construcción de vivienda, exigidas después de una inundación. Las Asociaciones de Compueblanos en el exterior se dedicaron al principio a  recaudar fondos con fines humanitarios y de asistencia a Honduras. Era la época inmediata al  Huracán Mitch.
 
Pero después,  extendieron sus actividades a financiar obras, sociales, religiosas, recreativas y culturales. Y a medida que se fueron consolidando, se dieron cuenta que sus comunidades de origen en Honduras también carecían –y aún carecen– de servicios públicos o sociales básicos, y sería un adelanto acceder a ellos, aunque sea con un mínimo de satisfacción.
 
Por eso ahora consideran atractivos y factibles apoyar la compra y envío de computadoras y de bandas musicales;  mejoramiento de aulas en las escuelas, becas para estudiantes destacados de  toso los niveles educativos; mejoras en las facilidades y el equipamiento del centro de salud que está en servicio en la comunidad;  construcción y mejora de puentes,  calles,  caminos rurales y de sistemas comunitarios de agua potable; apertura de sitios culturales, deportivas,  ecológicos y turísticos,   etc.
 
Sin duda, las remesas solidarias producen una  reactivación económica como efecto inmediato de las inversiones hechas localmente a nivel de base. Amplían el inventario de alternativas que a corto plazo podría atraer otras inversiones, mejor si son de tipo productivo. Estas últimas ya no son en sí obras sociales, sino de pequeña iniciativas y de empresas privada,   que mejoran la calidad de vida de quienes allí viven, de los que visitan y de los nacieron allí y se han ido. Muchos de éstos siguen trabajando en el extranjero, pero piensan jubilarse  donde aún se relacionan y tienen muchos familiares y amigos de años,  en su comunidad de origen.
 
¿Cómo los hondureños del exterior conseguirán los fondos?

Generalmente a través de sus Asociaciones de Compueblanos, levantan fondos de los feligreses de su iglesia, de sus compañeros de trabajo y de las audiencias de sus actividades deportivas, y de actividades similares. Recaudan fondos a través de rifas, competencias, conciertos, eventos culturales, giras turísticas y actos masivos. Remiten a Honduras el sobrante que les queda, después de deducir gastos operativos. Lo emitido lo recibe en Honduras  la organización contraparte de la Asociación, que también es privada y ubicada en la comunidad de origen de los emigrados. Expresándoles en un documento formal el destino que quieren de esos fondos de beneficio social o público para que quede constancia escrita del mismo.

¿Quién administraría los fondos?
Un Comité de la Comunidad, integrado por los parientes y protegidos de los emigrados que han remitido la remesa solidaria. El Comité estaría constituido por un número impar de miembros que fluctúa de cinco y once. Su tamaño depende de la magnitud y complejidad de la obra que se va realizar. El Comité actuaría como directivo  y administrador del Fondo disponible, sujeto a auditorias sociales periódicas y a rendición de cuentas, quizás ante la Asamblea de cabildo abierto de la corporación municipal. Dicho fondo se depositará en un banco local o en una cooperativa de crédito, que asigna un número de cuenta de conocimiento público,  para que de ahí en adelante, puedan seguir llegando donaciones  a esa cuenta.  Hasta que no empiece la obra propuesta el Fondo muestra pequeños desembolsos, que usualmente reponen lo gastado en caja chica. Teniendo como primera tarea lograr la personería jurídica del Comité para poder funcionar con reconocimiento legal de la Alcaldía y de las secretarias de Estado correspondientes del gobierno central.
A veces, no se necesita crear una organización nueva en Honduras, sino que el Comité se convierte en el brazo operativo para realizar obras sociales de una asociación que ya esta legalmente establecida, sujeta a auditorías externas y rendición de cuentas–como la Junta de Agua, el Patronato, la Asociación de Desarrollo Local, una Caja Rural, Club de Mujeres, Club Rotario, de Leones, la acción social o apostólica de una iglesia, etc.
 
¿Qué haría el Gobierno de Honduras  con las remesas solidarias?
Muy sencillo, las investiga y si  el caso lo amerita, le brinda al Comité un apoyo solidario para eventualmente parearles fondos  públicos y ponerlos en contacto con otros financieros potenciales, de la empresa privada y de la cooperación. Así pudieran palanquearse fondos de la  Municipalidad, del FHIS, de programas del Gobierno Central y hasta de otro ONG que quizás lleva años trabajando  en ese tipo de proyecto y con cobertura local o regional. Así, por cada dólar que levanten los emigrados hondureños y envían a Honduras, el fondo los multiplica aquí tantas veces como actores públicos o privados palanqueen fondos propios y lleguen mediante ello convertirse en socios de la obra propuesta.  Es decir, por cada actor que palanquea fondos, le agrega 10 mil dólares de valor en cantidad y calidad de valor total a la obra, o el equivalente de 210 mil lempiras, según el precio paritario de ese día del dólar pagado en lempiras.
Para ilustrar mejor el caso, con los 10 mil dólares que hayan levantado en los Estados Unidos los emigrados de esa Asociación, pudiera hacerse en Honduras, por ejemplo, un sistema de agua potable con servicios comunitarios continuos todo el año, cuyo valor final sería de 50 mil dólares, ya que al monto inicial de la Asociación se le añadieron 4 palanqueos que aumentaron el valor del proyecto en duración, cobertura y calidad.
Los 4 palanqueos podrían venir de actores tan distantes como son la Corporación Municipal, el FHIS,  la Oficina de la Primera Dama y por un ONG local o de base regional. que bien pudiera estar integrado por técnicos notables, profesionales de un gremio, académicos de reconocida trayectoria social; empresarios, emprendedores y líderes naturales de la zona, o por distinguidos miembros y directivos del Club Rotario, Leones, Cruz Roja, etc.. Que los mismos comuneros a beneficiarse con el futuro sistema de agua, los invitan por su calidad ética, formación y trayectoria profesional.
La selección de candidatos estaría  basada en pasar primero “la prueba ética”, y después la de desempeño técnico, profesional y ciudadano,  demostrando con ellas imaginación, talento y calidez  para manejar fondos privados, públicos,  sociales, de interés general,  nacionales y de la cooperación.  Probar que además cumplió con los requisitos legales, normas vigentes y procesos exigidos en esos manejo,  sin abusar del poder,  ni discriminar en sus decisiones contra los beneficiados directos e indirectos por razones políticas, religiosas, de raza, genero, etc.
 
¿Qué ha hecho el gobierno con las remesas solidarias remitidas?
El gobierno hondureño viene inspirándose desde el año 2009 en el ejemplo exitoso de los Zacatecas en México, conocido popularmente por el “Programa 3×1, de Remesas Solidarias y Productivas”. Existe una vasta literatura en el Internet sobre el mismo.
El 12 de marzo pasado, la representante residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Consuelo Vidal, junto con el secretario de Desarrollo e Inclusión Social (Sedis), Ricardo Cardona, y la vicecanciller de Honduras, María del Carmen Nasser, firmaron un acuerdo para reactivar dicho Programa en Honduras. Durante la firma, la vicecanciller Nasser destacó que “(su) secretaría de Estado, ha venido impulsando desde el año 2010, con el acompañamiento del PNUD, el Programa de Remesas Solidarias y Productivas. En la primera fase piloto, se desarrollaron exitosamente ocho proyectos con el apoyo de los consulados en Estados Unidos y las comunidades de hondureños. Con ello, se contribuye además, a mantener el arraigo de nuestros migrantes con el territorio nacional”. Y añadió,  “el Programa funcionará con las aportaciones que envíe la población migrante, más una contraparte igual que asignará el gobierno, las municipalidades, el PNUD y posteriormente el sector privado”, explicó.
 
Queda pendiente por ahora decidir quién y cómo van a participar en el Programa de Honduras las organizaciones y asociaciones de la sociedad civil hondureña y  la empresa privada. Esto impone salir cuanto antes a la opinión pública con un selecto listado de actores privados en Honduras, por ahora potenciales –que en forma colaborativa, coordinada  e integral–  se comprometen a desempeñarse con honestidad y profesionalismo en el Programa, usando  tecnologías de nuestro tiempo,  y como contrapartes operativos del Gobierno y de la cooperación.
 
El desafío de este programa demanda un éxito doblemente bi-sectorial en dos escenarios de desarrollo: público-privado, nacional e internacional. Tiene ventajas de inicio por haber realizado ya 8 ensayos piloto. Suponemos que los mismos cuentan con una documentación rigurosa de las labores de campo y de la gestión realizada durante su implementación. Ello quizás permita convocar a un foro público, donde pueden conocer y analizar críticamente los enfoques, desempeño de los componentes, y los resultados e impactos obtenidos, al menos, con relación a los objetivos, métodos y procesos que desde el 2010 vienen impulsando los selectos actores del Gobierno y de la cooperación antes citados, y también en comparación a las buenas y malas lecciones y prácticas que se derivan de la experiencia mexicana en Zacatecas y otras análogas. 
 
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