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Reflexiones para los colegas

Por: Julio Raudales

Es necesario hablar de economía; la problemática actual lo amerita. Pero hay que hacerlo con seriedad, no como lo haría cualquier vecino de la esquina, quien seguramente tiene ya una percepción, quizás muy razonable y basada en su intuición, de lo que sucede y sus consecuencias.

Hay que debatir si señor; considerando los elementos que nos aporta la bicentenaria y profusa ciencia que tantas mujeres y hombres han cultivado con compromiso a través de los años; desde Adam Smith y Joan Robinson hasta los Acemoglu o las Dufló de nuestros días o, para ser mas domésticos, con la sabiduría de doña Cristiana Nufio o Hector Quiroz. Hay que debatir con el rigor que toma mucho tiempo aprender en las aulas universitarias, en el laboratorio y en los libros.

Hay mucho que decir. Para empezar, diré que la crisis provocada por esta pandemia es de oferta agregada y no de demanda. Esto es crucial si es que habremos visualizar alguna salida política al problema, es decir, si queremos dar un consejo sano al gobierno sobre como solventarla. Al fin y al cabo, hasta los “Chicago Boys” reconocen que en situaciones como esta, la intervención del gobierno es necesaria ya que los mercados, aunque eficientes, son imperfectos.

Ya en el pasado nos habían agobiado otras situaciones: Por ejemplo, en 2009 se nos juntaron dos terribles problemas que hicieron sucumbir nuestra economía, uno interno: el golpe de estado y otro externo: el que sacudió los mercados financieros internacionales. 

Ambas crisis eran de demanda agregada. ¿Por qué?, porque lo que afectaban eran nuestras decisiones de consumo e inversión: Por un lado, los políticos confrontaron a la sociedad, quebrantaron las instituciones y provocaron una caída sin precedentes en las ventas con la consabida baja en la producción y con ello el ingreso de mas de 400 mil personas en la pobreza. 

Por otro lado, la crisis de los “subprime” en los Estados Unidos, hizo que aumentara el desempleo en aquel país y que su demanda de importaciones de bienes hondureños cayera. También el desempleo norteamericano provocó que nuestros compatriotas migrantes dejaran de enviar remesas. 

En casos como el de 2009, las políticas anticíclicas, tanto la monetaria como la fiscal pueden proveer un buen estímulo a los mercados, de forma que estos  retomen la senda de la eficiencia en la asignación de recursos. 

En efecto, reducir el encaje legal del BCH, bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM), la venta de bonos por parte de SEFIN o reducir los impuestos, le darían mayor liquidez a la gente y con ello estimularían su demanda de bienes. Se crearían puestos de trabajo y asunto arreglado.   

Pero eso me recuerda la historia del doctor que siempre receta aspirina. No importa si el paciente llega con dolor de cabeza o con hinchazon en el brazo. Pareciera que los economistas solo conocemos una receta y eso es terrible. Por eso a veces no nos toman en serio.

Cuando los problemas en la economía se dan por el lado de la oferta, hay que considerar políticas que estimulen las variables que afectan a ésta. No es con mas liquidez o menos impuestos que haremos que el trabajo, el capital o la tecnología se hagan mas productivos o incrementen su presencia en los mercados, los estímulos deben estar vinculados a las razones del problema. En este caso, jústamente la pandemia. Sí, el COVID-19.

Sé que es muy dificil obligarnos a pensar en cosas como estas. Nuestras clases de macroeconomía en las aulas de la UNAH se han centrado siempre en la “caja de herramientas” que la tradición keynesiana nos ha enseñado. Pero es que el noble inglés escribió su libro en el contexto de una crisis de demanda. No es culpa de Keynes, es culpa de nosotros que no somos acuciosos.

Lo que hay que decirle al gobierno, es que rebobine su accionar. Que deje de gastar tanto dinero en “Bolsitas solidarias” y que traiga una cantidad masiva de pruebas de detección del virus. Si se aplicara de forma gratuita al menos unas 15 mil pruebas diarias en escuelas, supermercados y centros de trabajo; si se sacara de circulación únicamente a los contaminados, la economía podría seguir su marcha y no habría necesidad de descalabrarla. Hay que decirle también que equipe al personal médico y los centros de salud.

Chile, Uruguay, Costa Rica y Panamá lo están haciendo y no han tenido que paralizar al 100% su actividad. Las situaciones extremas requieren medidas, no tanto extremas como inteligentes. ¡Podemos salir adelante! Pero el gobierno necesita consejeros prudentes.  

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