“Quién vive, quién muere: reimaginar la salud global y la justicia social” (Who Lives, Who Dies: Reimagining Global Health and Social Justice) fue el título de la charla que el destacado médico y experto en salud pública Paul Farmer impartió de manera virtual en la Universidad de Hawái este 17 de febrero. Farmer dio su conferencia desde un hospital en Ruanda que él mismo ayudó a construir junto con Partners in Health, la organización global sin fines de lucro que cofundó en 1987. El renombrado médico habló sobre su intenso trabajo para transformar los sistemas de salud alrededor del mundo, en lugares en donde, con demasiada frecuencia, se reserva la atención médica a los ricos y se deja morir a los pobres. Con su humildad característica, Farmer calificó el acceso a la salud como un derecho humano y contó cómo llevó a la práctica en decenas de países lo que él denominaba “solidaridad pragmática”. Las clínicas y los hospitales que Farmer impulsó en las regiones más pobres del mundo han salvado a pacientes que padecían tuberculosis, VIH, ébola, cáncer u otras enfermedades. Apenas cuatro días después de impartir su charla, Paul Farmer murió de un episodio cardíaco agudo mientras dormía. Tenía 62 años de edad.
Joia Mukherjee, directora médica de Partners In Health, dijo a Democracy Now!: “Estamos destrozados por esta pérdida. Es un dolor profundo, muy profundo, un dolor para el mundo entero. [Farmer] combinó un intelecto brillante con un corazón y una generosidad sin límites, y se dedicó a servir y acompañar a los demás con un entusiasmo y una alegría fuera de lo común. Al mismo tiempo, tenía parámetros excepcionalmente altos para el ejercicio de la medicina. Para Farmer, todas las personas tenían derecho a recibir una atención médica de primer mundo, no debe haber un primer, segundo y tercer mundo [en materia de salud], solo altos estándares de dignidad”.
Paul Farmer tuvo una crianza poco ortodoxa. De niño vivió con sus padres y hermanos en un autobús convertido en vivienda en el estado de Florida. Después de sus estudios universitarios, pasó un año en Haití, donde se comprometió a ayudar a Cange, una de las comunidades más pobres de Haití. La gente de Cange estaba en situación de desamparo; había tenido que abandonar el valle más fértil de la región después de que este fuera inundado para construir una represa hidroeléctrica que iba a suministrar energía a la capital del país, Puerto Príncipe.
En una de las tantas veces que conversó con Democracy Now! a lo largo de los años, Paul Farmer dijo en 2008:”A mis estudiantes les digo: ‘Miren, nunca se sabe lo que puede pasar’. […] Realmente se trató de una serie de accidentes fortuitos. Conocí a un sacerdote haitiano que trabajaba en un pueblo cercano y que me habló de este asentamiento precario donde la gente vivía en cobertizos. [El clérigo] estaba enfocado en el tema educativo y me dijo: ‘Mira, vas a ser médico. ¿Por qué no vienes y eres parte de esto?’. Eso fue hace 25 años…”.
A lo largo de su vida, Paul Farmer sostuvo que el acceso equitativo a la salud estaba bloqueado por el concepto neoliberal de que la atención médica es una mercancía que se compra y se vende. Farmer también habló y escribió extensamente sobre cómo las desigualdades en materia de salud están profundamente arraigadas en el racismo y el colonialismo.
En su último libro, publicado a fines de 2020, titulado “Fiebres, peleas y diamantes: el ébola y los estragos de la historia” (Fevers, Feuds, and Diamonds: Ebola and the Ravages of History), Farmer reflexiona sobre sus experiencias como médico de primera línea durante la epidemia de ébola que azotó a varios países de África Occidental —como Guinea, Sierra Leona y Liberia— entre 2014 y 2016.
En dicho libro, Farmer escribe: “Algo que el colonialismo europeo no trajo a la región fue atención médica. […] Durante siglos, hubo un flujo intenso de mercancías desde África Occidental hasta las Américas y Europa, que consistía al principio en esclavos y oro; y, posteriormente, en caucho, mineral ferruginoso, petróleo, bauxita, maderas duras, diamantes y otros productos. […] Las poblaciones nativas, especialmente las de los tres países más afectados por el ébola, todavía sufren las consecuencias del colonialismo extractivista”.
Farmer también fue un fuerte crítico de las inequidades en el acceso a la atención médica en Estados Unidos. En diciembre de 2020, en otra de las entrevistas que mantuvo con Democracy Now!, Farmer reflexionó sobre el duro impacto que la pandemia de coronavirus tuvo en Estados Unidos: “Estamos enfrentando las consecuencias de décadas y décadas de inversión insuficiente en materia de salud pública y de siglos de inadecuada asignación de fondos, que no fueron destinados a las personas que más los necesitan. Todas las patologías sociales de Estados Unidos salen a la luz durante las epidemias. Durante una pandemia como esta, le estamos mostrando al resto del mundo todas nuestras imperfecciones y cómo hemos hecho tan mal las cosas”.
En el cierre de su charla de la semana pasada en la Universidad de Hawái, Paul Farmer mostró una foto reciente en la que se lo ve junto a estudiantes de medicina ruandeses del hospital universitario de Ruanda desde donde él se encontraba brindando la charla:
“Espero que esta imagen les deje algo de la esperanza que siento al trabajar en lugares donde la opción de quién vive y quién muere está con demasiada frecuencia determinada por la posición social, el racismo, una historia de dominio colonial y la desigualdad de género. Esto solo puede contrarrestarse —y será contrarrestado— si nos unimos para construir un movimiento progresista de justicia social de amplio alcance, sea donde sea que nos encontremos”.
Paul Farmer, descansa en paz. El legado de tu lucha continúa.