Por: Amy Goodman y Denis Moynihan
Los caucus de Iowa tienen una importancia monumental en la selección de candidatos presidenciales en Estados Unidos.
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué? Al momento de escribir esta columna, el Partido Demócrata de Iowa ha publicado solo resultados parciales de la elección. La mayor parte de la culpa recae en el propio partido y en una empresa de software llamada Shadow. Esta empresa desarrolló la desastrosa aplicación que no pudo brindar los resultados instantáneos prometidos. Como si fuera poco, el sistema de respaldo del partido, un banco telefónico más que probado, que se ha utilizado en el proceso del caucus durante medio siglo, resultó ser insuficiente para el volumen de distritos electorales que intentan desesperadamente informar sus resultados.
Problemas técnicos aparte, la pregunta fundamental es por qué se permite que dos estados casi completamente blancos —Iowa y Nuevo Hampshire, por ser los primeros estados en celebrar las elecciones primarias— tengan una influencia tan desproporcionada sobre la nominación de candidatos presidenciales de los dos partidos principales.
El pasado noviembre, en un foro de candidatos presidenciales demócratas sobre justicia ambiental coauspiciado por Democracy Now!, que tuvo lugar en la Universidad Estatal de Carolina del Sur, una universidad históricamente negra, una pregunta de nuestro equipo desató el más reciente debate sobre el tema. El intercambio, en este caso con la senadora Elizabeth Warren, significó la primera vez en esta campaña de cara a las elecciones de 2020 que una de las principales pre-candidatas demócratas a la presidencia tuvo que dar una respuesta en torno a la disparidad racial en el proceso de nominación:
Amy Goodman: “Senadora Warren, solo quedan 30 segundos. Pero hablando de injusticia racial, ¿cree que, en las elecciones primarias, el orden de los estados debería cambiar? Tenemos a Iowa y Nuevo Hampshire…”.
Elizabeth Warren: “Un momento. Antes de que termine, ¿realmente me va a pedir que me siente aquí y me ponga a criticar a Iowa y Nuevo Hampshire?”
Goodman: “No, le estoy preguntando sobre el orden”.
Warren: “No, de eso se trata el tema de Iowa y Nuevo Hampshire”.
Goodman: “Solo déjeme preguntarle. Son dos de los estados más blancos del país, y luego pasamos a Carolina del Sur, que tiene una importante población de personas de color. Eso significa que los candidatos pasan gran parte de su tiempo atendiendo las necesidades de esos dos primeros estados. En general, ¿cree que eso debería cambiar?”
Warren: “Mire, en esto soy solo una participante del juego”.
La senadora Warren quedó visiblemente irritada por la pregunta. Más tarde, la cadena MSNBC le mostró nuestro intercambio con la senadora al entonces aspirante a candidato presidencial demócrata Julián Castro (que ahora apoya a Warren), quien respondió: “Realmente creo que necesitamos cambiar el orden de los estados [en las primarias], porque no creo que seamos el mismo país que éramos en 1972. Nuestro país ha cambiado mucho en estos 50 años, el Partido Demócrata ha cambiado mucho. Demográficamente no es un reflejo de Estados Unidos en su conjunto y definitivamente tampoco del Partido Demócrata. (…) No creo que debamos casarnos para siempre con Iowa y Nuevo Hampshire a la cabeza”.
Gilberto Hinojosa, presidente del Partido Demócrata de Texas, brindó una entrevista a Democracy Now! poco después de que Warren desestimara el tema. Hinojosa expresó: “Texas es el segundo estado más grande del país y probablemente el estado más diverso. El 40% de su población es hispana. El 15% es afroestadounidense o asiático-estadounidense. Somos un estado donde la mayoría de la población se compone de minorías, tal como California y Nuevo México. Yo vengo del Valle del Río Grande de Texas. Cerca de 1,4 millones de personas viven allí; el 90% son latinos. Es como si tuviéramos nuestras primarias en el Valle del Río Grande de Texas y los candidatos pasaran tres meses allí, yendo continuamente a barbacoas y a otros eventos patrocinados por los representantes locales. Nadie podría considerar que eso fuera representativo”.
¿Qué sería lo representativo? Según el Centro de Investigación Pew, el Partido Demócrata actualmente tiene más de un 40% de simpatizantes que no son blancos. Comparemos eso con Iowa, que tiene más del 90% de blancos, y con Nuevo Hampshire, con un 93% de blancos, según el censo nacional estadounidense de 2018. Podríamos verificar estas cifras de forma anecdótica al ver un video de casi cualquier evento de campaña en estos estados, donde las cámaras se desplazan sobre un mar de rostros blancos.
El centro Pew también señala que los post-millennials, aquellos nacidos entre 1997 y 2012, serán la generación más diversa racialmente en la historia de Estados Unidos. Las cifras publicadas recientemente por el censo nacional estadounidense indican que, si bien la población de Iowa ha aumentado marginalmente, el estado en realidad ha perdido habitantes menores de 18 años. La disminución de jóvenes en Nuevo Hampshire ha sido aún más pronunciada. Claramente, a medida que estos dos estados se tornan más viejos y más blancos, se vuelven cada vez menos representativos del Partido Demócrata.
Esta semana, el periodista Art Cullen, ganador del Premio Pulitzer y editor del periódico de Iowa The Storm Lake Times, escribió: “El rol de Iowa en el proceso de nominación es ser responsable de separar la paja del trigo. Nadie sabe quién va a ganar en este juego de salón que dura dos años”.
Elegir al candidato para competir contra el actual (procesado, aunque absuelto) presidente Donald Trump, no es un juego. La fuerza está en la diversidad, y es hora de que el Partido Demócrata abandone su experimento fallido de medio siglo, que sigue dejando a Iowa y Nuevo Hampshire como sede de los primeros caucus y elecciones primarias de la nación.