Redacción Ciencia – El lanzamiento del cohete europeo Vega C, cargado con un nuevo satélite Sentinel-1 del programa Copernicus, se ha pospuesto en principio hasta mañana jueves a las 18:20 hora local de Kurú en Guayana Francesa (21:20 GMT).
Durante los preparativos estándar del lanzamiento, hubo un problema mecánico que impidió la retirada del pórtico móvil y la cronología del despegue se detuvo, informan la Agencia Espacial Europea (ESA) y Arianespace en sus cuentas de X.
El lanzador Vega C y su satélite pasajero (Sentinel 1-C) se encuentran en condiciones estables y seguras. El despegue está programado ahora no antes del 5 de diciembre a las 21:20 GMT, según las mismas fuentes.
«Se producen retrasos, pero lo importante es que no hay ningún problema con Sentinel-1C ni Vega-C. Tenemos grandes esperanzas de que se lance mañana», señala también en X el director general de la ESA, Josef Aschbacher.
El aplazamiento de hoy es el segundo que se produce en los últimos días. La pasada semana se anunció que el despegue sería el 4 de diciembre y no el día 3. Finalmente hay que esperar al menos hasta mañana.
Su lanzamiento es muy importante para Europa, pues este cohete es uno de los pilares claves para restaurar el acceso independiente y versátil al espacio -desde verano también está operativo el cohete Ariane 6-.
Vega C ha pasado dos años en tierra por el fracaso de su primera misión comercial, en la que se perdieron los dos satélites que transportaba, debido a un fallo en la tobera del motor Zefiro-40.
Desde entonces, un diseño mejorado de la tobera se ha sometido con éxito a dos pruebas de encendido, en mayo y octubre de 2024, que demostraron la capacidad del motor para proporcionar un funcionamiento fiable en diferentes condiciones de presión y distintas duraciones del encendido.
El Vega-C está diseñado para lanzar al espacio una carga de 2.300 kilogramos de pequeñas naves científicas y de observación de la Tierra. En este caso lleva a bordo el tercer satélite de la misión Sentinel-1 de la familia Copernicus, el Sentinel-1C.
Una vez lanzado, este satélite de observación terrestre orbitará a 693 kilómetros, en el lugar dejado por su antecesor 1B, que acabó su servicio en 2022 debido a un problema eléctrico, y trabajará coordinado con 1A, activo desde 2014, para devolver todo su potencial a la constelación de dos satélites.
La misión Sentinel-1 está dotada de una avanzada tecnología de radar que permite obtener imágenes de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica durante el día y la noche.
Beneficia a numerosos servicios y aplicaciones de Copernicus, como los relacionados con la vigilancia del hielo marino en el Ártico.
También el control de vertidos de petróleo o la detección de buques para la seguridad marítima y el control de la pesca ilegal.
Se utiliza, asimismo, para controlar la deformación del suelo provocada por hundimientos, terremotos y volcanes, para la gestión de los bosques, el agua y el suelo, y el mapeo de apoyo a la ayuda humanitaria y las situaciones de crisis.
Por ejemplo, durante la dana que golpeó el 29 de octubre el levante español, los satélites de Sentinel 1 y 2 proporcionaron datos e imágenes para Protección Civil. También se usaron durante la erupción del volcán de La Palma, entre otros para saber dónde estaba la población en peligro. EFE