Solo los pueblos que pierden la memoria de su historia pasada están condenados a repetirla.
Los que tienen vergüenzas que ocultar vociferan que “el agua pasada ya no mueve el molino”, es cierto pero de aquellos polvos tenemos hoy este lodazal. Quienes actuaron desde los puestos de responsabilidad de forma indigna dejando crecer en nuestra tierra la gangrena de la corrupción, la impunidad y las bandas del crimen organizado son los que hoy tratan nuevamente de llegar al poder, pero el pueblo no olvida, seis mil muertes violentas por año golpean la conciencia de cada familiar y amigo de cada muerto injustamente que irán a votar.
Hoy el país se levanta con la noticia de que un “narcocapo” hondureño, detenido y extraditado a los Estados Unidos, ha implicado a la familia Lobo y al Ministro de Seguridad en sus anteriores actividades delictivas. Pero la filtración intencionada de esa supuesta declaración no aparece acompañada de ninguna evidencia física. Por ejemplo, una grabación de cualquiera de las entrevistas realizadas entre ellos; o de una de las diferentes conversaciones telefónicas que tuvieron que mantener para articular las supuestas acciones delictivas; o cualquiera de los documentos que se tuvieron que intercambiar, transferencias bancarias, ingreso del dinero en cuentas corrientes, etcétera. Nada de nada. Solo denuncias verbales al más puro estilo del legado de Robespierre durante la revolución francesa, por citar la influencia de nuestra política que se evidencia en nuestro himno nacional. Estamos ante un caso de terrorismo verbal.
¿Solo hay declaraciones verbales del capo? Y me asalta el pensamiento de las pruebas con las que ha sido condenado Kevin Solorzano. No hay pruebas técnicas de cargo, solo verbales. Por lo tanto, ¿por qué estas declaraciones sin pruebas físicas? Pero lo más importante, ¿por qué en este momento? ¿No pudo salir hace meses? Para llegar a alguna conclusión solo hay que seguir el queso que el ratón se lleva a su madriguera…., ¿a quién beneficia esto?
Recuerdo los atentados terroristas de Atocha, en España, tres días antes de las elecciones generales del domingo 14 de marzo del 2004, la mayor masacre soportada que se llevó la vida de 193 inocentes. Esas elecciones hubieran sido ganadas por el Partido Nacional, pero ocurrió que José María Aznar había apoyado a Estados Unidos en una guerra frente al terrorismo yihadista en contra de la voluntad popular, que no fue consultada en las urnas. En tres días el electorado emitió su voto de castigo y el partido socialista con Rodríguez Zapatero a la cabeza se alzó con la victoria. En distintas ocasiones me he preguntado si la fecha de los atentados estuvo escogida por los terroristas con ese doble propósito, golpear al pueblo español y sacar al nacionalismo del gobierno. Luego vino lo que vino, una brutal crisis con más de seis millones de parados, crisis de la que ya España está saliendo gracias al partido nacional.
En Inteligencia, de entrada, se deben poner en cuarentena las “casualidades”, el porqué de las cosas es lo que ofrece el conocimiento. Luego los analistas establecen en sus informes de inteligencia los escenarios de incertidumbre controlada para el futuro. Este gobierno nacionalista está peleando una guerra desigual. ¿A quién beneficia esta oportuna confesión del capo? ¿Cuándo las autoridades norteamericanas tuvieron conocimiento de los datos? ¿Dónde están las pruebas materiales de convicción que implican a la familia Lobo y al ministro de seguridad? ¿A quién le ordenó el “narcoterrorista” la muerte del general Arístides González? ¿Por qué ahora es cuando se ha producido la comparecencia en la corte estadounidense? ¿Qué se le ha ofrecido a cambio de esas acusaciones verbales?
Estamos a escasos días de unas elecciones primarias históricas. Por primera vez hay alianzas entre partidos y un presidente de la republica aspira a reelegirse. La Alianza “contra natura” de tres partidos solo tiene como objetivo sacar al partido nacional del poder. No se conocen sus propuestas políticas en beneficio del pueblo, no existen, porque en el hipotético caso que el candidato consensuado llegase al poder solo ocuparía el sillón presidencial para convocar la Constituyente. Estas “oportunas” declaraciones del “narcocapo”, a escasos días de las elecciones apuntan en esa dirección, no es casualidad.
