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Política y belleza

Julio Raudales

La gente está enojada.

 En Estados Unidos como en Brasil, en Guinea Ecuatorial y Honduras, también en España y Alemania, Chile y Corea. ¡En el mundo entero impera la ira!

Esto explica, en buena medida, el devenir de  la política de hoy día según los más connotados analistas.

¿Por qué? Pues porque los políticos se han dedicado a gestionar esa rabia.

El periodista argentino Carlos Pagni dice que la ira se ha convertido en un insumo de la política. Mas allá de los argumentos partisanos e ideologizados que saturan el ambiente político actual en todo el globo, la gestión de la ira es el corazón de las estrategias políticas.

En Honduras lo hemos visto claramente en las tres últimas campañas: La gente ha venido larvado una rabia atroz, hiperbólica y, sobre todo, muy justificada. Los entonces políticos de oposición, supieron utilizar esa ira de forma adecuada para su beneficio. Esto explica, en buena medida, por qué la actual presidenta ganó las elecciones con la más aplastante ventaja de los últimos 40 años.

La manipulación de esa rabia germinada y alimentada por la estulticia y la descarada corrupción de los políticos, se ha convertido en la mejor forma de ganar elecciones, no solo en Honduras, sino que en todo el mundo.

Así obtuvieron Trump y Vance, hace solo unos días, su histórica victoria en EUA. Así también  ganó Javier Milei las elecciones en su país hace ya un año. Por ello mismo la Alemania de Sholtz y la Frncia de Macron viven una crisis que está a punto de derribar ambos gobiernos y con ello, dinamitar el sueño de una Europa Unida.

 La gente tiene rabia y los modernos “Maquiavelos” lo entienden tan bien que han revolucionado diametralmente su forma de hacer estrategia política.

Y siendo que se supone que estamos todos poseídos por esa ira, la política, lejos de aplacarla, la estimula como parte de su estrategia para alcanzar sus objetivos, en un juego muy peligroso que ha convertido al mundo en un lugar incierto y peligroso, hasta que esa ira un día se desate contra quienes la operan, es decir, contra sus actuales gerentes.

Todo lo anterior sirve para cotejar este estado actual, tan distópico, por el que camina el mundo, con lo expresado hace pocos días por el afamado músico venezolano Gustavo Dudamel, en un fabuloso artículo publicado en el New York Times.

Dice Dudamel: “Últimamente he estado pensando en la relación entre el individuo y la sociedad, sobre todo, cómo podemos equilibrar nuestras necesidades personales con las de la sociedad. Esta cuestión es especialmente acuciante en el momento actual. Como individuos -dice Dudamel- muchos de nosotros nos sentimos alienados, aislados e indefensos, luchando por encontrar nuestro lugar, gritando para que nos escuchen, corriendo solo para quedarnos quietos”.

“Como sociedad -continua el músico- estanos mas divididos que nunca, aislados por las redes sociales y manipulados por la desinformación. Nuestras democracias están amenazadas por visiones políticas del mundo cada vez mas polarizadas”.

Pero luego, riposta el músico y habla de su experiencia como director de orquestas, oficio este que le transmite la esperanza de que, por fin, un día los seres humanos aprendamos a convivir en armonía, entendiendo, cómo los músicos de una sinfónica, que, más allá de las disimiles partituras que les toca ejecutar, se puede lograr la belleza que solo el arte puede transmitir.

En efecto, la orquesta puede ser la metáfora perfecta de la relación entre el individuo y la sociedad. El director musical juega un rol imprescindible en la consecución del éxito social, pero no sería nada sin el aporte de quienes, mediante la ejecución de sus instrumentos, reproducen la belleza y la paz que transmite la música.

Incluso cuando no se está de acuerdo en la forma de tocar o interpretar una pieza musical, los integrantes de una orquesta, encuentran siempre un modo de lograr que sus objetivos individuales se cumplan por el bien del fin común. ¿No es acaso este un buen ejemplo de la manera adecuada en que dirigentes sociales y sociedades encuentren por fin una forma de hacer las cosas más allá de las diferencias y sobre todo, por encima de la ira?

Las artes nos dan esperanza, nos permiten imaginar un mejor futuro para todas y todos y nos alimentan el alma para trabajar mejor y más inteligente por un mundo mejor. Dudamel, quizás el más famoso de los músicos de la actualidad, nos ha dado con su discurso, una lección para que aprendamos por fin a entender que la belleza está por encima de todo.

Ojalá y la pesadilla que el mundo vive ahora, sea la preconización de una humanidad mas unida e integrada, de un mundo guiado por esa belleza.

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