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Política monetaria

Por: Julio Raudales

Hace pocos días, el directorio del Banco Central de Honduras anunció un incremento de 25 puntos básicos a la llamada Tasa de Política Monetaria (TPM), que pasó entonces de 5.5% a 5.75%.

“Con ello pretendemos velar por la estabilidad en el valor interno de la moneda, evitando posibles riesgos inflacionarios”, dijo el presidente de la máxima autoridad monetaria en nuestro país.

Casualmente la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED), incrementó sus tasas de interés de 2.25% a 2.5% tan solo unos días antes, aduciendo razones similares.

Vale la pena evaluar el por qué de la medida tomada por el BCH, la relación que ésta tiene con lo sucedido en los Estados Unidos y el impacto que ello tendrá en el bienestar de la gente en nuestro país.

En primer lugar, es importante aclarar que la TPM es la tasa de interés con que el Banco Central pretende que se definan las operaciones de corto plazo entre el resto del sistema financiero del país. Podría decirse entonces que es la tasa de referencia para que la banca comercial realice sus operaciones de crédito.

Se supone entonces que, al aumentar la TPS, se generarán incentivos para que haya un incremento en la tasa de interés de los bancos privados en el país, de por sí bastante elevada.

Esto por supuesto, tiene un efecto tanto en el ahorro de las familias y las empresas, así como en el crédito que éstas quieran obtener. Al subir las tasas, la gente prefiere ahorrar que sacar créditos, ello debería restringir la actividad económica.

La pregunta es: ¿Se reduce en efecto el crédito y aumenta el ahorro debido al aumento en la TPM? Y al final ¿Cómo afecta esto a la gente, especialmente a los pobres que son la mayoría?

Para empezar, hay que reconocer que, si bien es cierto, tanto el crédito como el ahorro son sensibles a los movimientos en la TPM, esta sensibilidad es baja e impacta muy poco el crecimiento económico. Esto sucede por razones que explicaré adelante.

Muy distinto es lo que sucede en los Estados Unidos. El reciente incremento en la Tasa de interés de la FED provocará con seguridad, movimientos importantes en el mercado bursátil, lo cual lleva una desaceleración en las inversiones y por lo tanto un enfriamiento en la producción que en los últimos años ha venido creciendo de forma boyante. La economía norteamericana lleva creciendo sin detenerse, más de 90 meses, ¡un record para el gigante del norte!

Ahora, ¿Por qué desea la FED que de enfríe la actividad económica en los Estados Unidos? La respuesta es muy simple: En aquel país existe armonía entre las acciones de la FED (su Banco Central) y el Departamento del Tesoro (su ministerio de Finanzas).

En los últimos 2 años, el gobierno norteamericano ha reducido los impuestos y eliminado muchos gastos. Esto tiene un fuerte impacto en la inversión de las empresas, ya que las familias, al tener excedentes monetarios, quieren comprar más y esto provoca que las empresas contraten trabajadores y por tanto se dinamice la actividad económica.

El único riesgo que esto implica es que, si la gente tiene mucho dinero, al querer comprar mas, puede hacer que, en el corto plazo, los precios suban y es por ello que, en respuesta la FED quiera subir las tasas de interés.

¿Por qué no sucede lo mismo en Honduras? Pues porque en nuestro país no hay coherencia entre la política fiscal (la que hace Finanzas) y la política monetaria (la que hace el BCH).

Para muestra un botón: el BCH acaba de aumentar la TPM buscando quitar liquidez al sistema financiero (mayor tasa de interés, menos dinero para la gente) y al mismo tiempo, el gobierno aumentó en casi 8% su gasto (más impuestos = menos dinero para la gente).

Es decir, las políticas fiscal y monetaria son doblemente restrictivas, con lo que limitan por ambas vías, la posibilidad de crecimiento a trabajadores y empresarios.

Aunque la medida tomada por el BCH es, hasta cierto punto, coherente con las condiciones externas de la economía, cualquier incentivo que quiera generarse por esta vía para mejorar la condición de las familias más pobres, se ve castrado por una política fiscal desordenada, vacua e ineficiente.

Podemos concluir entonces, que la política monetaria que ejecuta el Banco Central resulta inocua. Queda claro que mientras no se ponga orden y coherencia en la forma de ejercer acciones en nuestro país, seguiremos manoteando en la pobreza y la inseguridad y continuará buscando la ciudadanía mejores lugares donde vivir, lejos de nuestra frontera. 

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