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Política cambiaria en Honduras: jugando a las escondidas

Por: Hugo Noé Pino

Tegucigalpa.- A comienzos de los años 90, el gobierno de Honduras decidió liberalizar el tipo de cambio. Esto significa que es el mercado libre el que determine su precio. La liberalización de los mercados es uno de los aspectos centrales de la política neoliberal prevaleciente en la región en ese entonces, y aún ahora en los países de la región.

Los oferentes principales de divisas (dólares, en nuestro caso) en el mercado libre son los exportadores que reciben ingresos por sus exportaciones, el gobierno que recibe préstamos y las familias que reciben remesas del exterior. En aquel momento, las remesas no representaban la enorme importancia que representan en la actualidad, por lo que exportadores e ingresos de gobierno del exterior predominaban.

Los demandantes, por otro lado, son el resto de la sociedad, dado que consumidores, empresarios, gobierno, y otros sectores requieren importaciones para sus distintas actividades. Los agentes cambiarios autorizados son los encargados de negociar las divisas y en función de esa oferta y demanda se fija en tipo de cambio del día. Por excelencia, los agentes cambiarios son los bancos, y en un segundo plano las casas de cambio.

La liberalización del mercado en Honduras en 1992 produjo una depreciación del tipo de cambio muy rápido, no solamente porque la oferta de dólares era menor a la demanda, sino también por los fuertes ataques especulativos que ayudaran a constituir varios de los grandes capitales que hoy existen en Honduras. Adicionalmente, el BCH no contaba con reservas suficientes para defender la moneda, lo cual fue agravado por un déficit fiscal en 1993 de más del 10% del PIB. Estos factores, aunado a una crisis energética sin precedentes, fueron el origen de la tormenta perfecta: devaluaciones de más de 20% y con implicaciones muy fuertes en la inflación.

En 1994 se estableció el sistema cambiario más conocido como subasta de divisas en donde el Banco Central compra al sistema financiero todos los dólares del día y al día siguiente los subasta; el tipo de cambio de referencia se basa no solo en la demanda y oferta, sino en un conjunto de reglas que ha ido cambiando con el tiempo. Reglas que han tomado en cuenta indicadores como diferenciales de inflación interna y externa, nivel de reservas internacionales y la dinámica de las monedas extranjeras con las que Honduras comercializa más bienes y servicios. De más está decir que el FMI no estuvo de acuerdo con este sistema, porque contraría las bondades de los mercados que la ortodoxia fondomonetarista defiende.

Estas referencias ayudan a entender los cambios que están implementándose en Honduras y sobre los cuales, me parece a mí, muy pocos se han enterado. En los acuerdos con el FMI durante la presente década siempre se ha hablado, eufemísticamente, de “flexibilización en el tipo de cambio” como sustituto de liberalización cambiaria. Pero esos mismos acuerdos han incluido los pasos necesarios en marcha para esa liberalización.

Lo primero para ello es crear un mercado paralelo, es decir en la actualidad, tenemos dos mercados cambiarios, el oficinal manejado por el Banco Central de Honduras, que a la fecha maneja 60% de la divisa, el otros el interbancario que maneja 40% (este porcentaje lo han ido aumentando gradualmente desde finales del año pasado de 10% a 40% ahora). De hecho, las mismas publicaciones se refieren a un nuevo sistema al que denominan: Mercado Organizado de Divisas (MOD). En el MOD, por ejemplo, el tipo de cambio de referencia del pasado 10 de julio se determinó de la siguiente forma: en la subasta del BCH se negociaron $25.6 millones con un precio promedio ponderado de L.24.50 por dólar; en el mercado interbancario de divisas se negociaron $9.6 millones a un precio promedio ponderado de L.24.43. El tipo de cambio de referencia para el siguiente día, por lo tanto, es el promedio de los dos mercados, es decir L.24.48. El siguiente paso en el proceso de liberalización del mercado consistirá en ir aumentando el porcentaje en poder de los bancos hasta llegar al 100% y que sean estos los que en determinen el tipo de cambio. Pero nadie sabe cuál es el calendario de aumentos de los porcentajes, excepto el FMI, y me imagino, algunos banqueros.  Obviamente, desaparece la subasta de divisas.

Lo interesante de este proceso es que todo esto ha sido parte de los acuerdos con el FMI, (seguro una precondición para el nuevo), pero ninguno de los funcionarios relacionados con el tema ha explicado a la sociedad hondureña sobre la política en curso. Es decir, se están aplicando políticas con la misma falta de transparencia que ha caracterizado otras actuaciones del actual gobierno.

Las implicaciones de esta política están por verse, pero se pueden adelantar algunos criterios. Los oferentes de divisas siguen siendo pocos, dado que las exportaciones de Honduras, no se han diversificado ampliamente. Esto da a los exportadores un cierto poder de mercado. Pero también lo tiene el sistema financiero que es por donde se tiene que canalizar estas divisas. Acá sabemos que entre 4 y 6 bancos controlan la mayoría de los activos financieros. En este sentido, también tendrán influencia sobre la determinación del tipo de cambio.

Un elemento novedoso, a diferencia de los 90s, son las remesas familiares; como sabemos este año pueden alcanzar los $5,000 millones, lo que ayuda a disminuir el poder de los exportadores, pero no habría que olvidar que también se canalizan en su mayor parte a través de la banca. Con un déficit comercial crónico, la tentación a mantener el tipo de cambio a base de préstamos externos del sector público no sería raro. Ni la inversión extranjera, ni flujos crecientes de turismo se presentan como compensadores del déficit comercial en el mediano plazo, dado las condiciones de ingobernabilidad prevalecientes.

Un gobierno acostumbrado a no rendir cuentas a sus ciudadanos y a jugar a la escondidas en política económica, agrega a su ilegalidad e ilegitimidad, una decisión muy arriesgada que puede constituirse en una carga adicional para la población si el tipo de cambio se deprecia muy rápido en un mercado altamente imperfecto.

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