Policía Militar de Orden Público

Luis Cosenza Jiménez

En estos días toda la atención nacional se ha centrado en la discusión en cuanto a si la Constitución debe ser reformada para incorporar la Policía Militar de Orden Público. A mi juicio, la discusión refleja la confusión del pueblo, el tema es irrelevante y lo que presenciamos es un ardid político para mejorar la popularidad de quienes nos gobiernan y reducir la de los líderes de la oposición. Permítanme sustentar mi tesis.

En primer lugar, la mayoría de los hondureños pensamos que en tanto los niveles de inseguridad se mantengan altos, las fuerzas armadas deben participar activa y abiertamente en la lucha contra el crimen organizado. En este sentido, la Policía Militar de Orden Público es bien vista y su presencia en nuestras calles es bien recibida. Basándose en esto, la masiva campaña publicitaria puesta en marcha ha logrado confundir a la población, la cual parece pensar que de no darse la reforma constitucional, la mencionada policía militar desaparecerá de nuestras calles inmediatamente. Sin embargo, es evidente que eso no sería así. De hecho, es seguro que mientras don Juan Orlando sea presidente, esta policía estará en las calles.

Es más, es razonable suponer que si el crimen y la inseguridad no se reducen sustancialmente, todo presidente sensato, y sensible al pensar de la población, mantendrá esta policía en las calles. Acepto que podría haber un presidente que, ignorando los deseos del pueblo y dispuesto a golpear su popularidad, decida “regresar a los militares a sus cuarteles”, pero por eso mismo hablé de un “presidente sensato”. Además, cada día parece menos probable que los insensatos retomen el poder, aunque algunos políticos profesionales continúen tratando de intimidarnos con esa posibilidad. En resumen, la confusión y el temor en efecto benefician a quienes nos gobiernan.

En segundo lugar el tema es irrelevante por las mismas razones mencionadas en el párrafo anterior. Suceda lo que suceda con la incorporación en la Constitución, todo seguirá igual. Nada cambiará. La citada policía seguirá en las calles cooperando en la lucha contra la inseguridad. Mientras tanto, descuidamos los temas más importantes, como ser la búsqueda de las condiciones necesarias para fomentar la inversión y así ampliar la creación de empleo. De hecho, esta misma semana el Foro Económico Mundial ha publicado su más reciente informe, en el cual figuramos como uno de los peores países para hacer negocios. Por otro lado, las noticias de Yahoo recientemente publicaron un artículo en el cual alegan que Roatán es uno de los peores puertos que visitan los cruceros, y quienes hemos visitado la isla recientemente hemos podido constatar el pésimo estado de sus calles y carreteras. Quienes nos gobiernan han logrado distraernos e involucrarnos en una discusión irrelevante.

Finalmente, en política se usa el concepto de “polarización positiva”, mediante el cual un grupo de políticos se apodera de un tema que resuena con la población y lo utiliza para incrementar su popularidad y descalificar a los opositores. Es evidente que ese libreto se ha empleado efectivamente. Los opositores han sido presentados como aliados del crimen organizado o como ideólogos que sacrifican los anhelos del pueblo a sus sesgos intelectuales. Mientras tanto, quienes nos gobiernan aparecen como adalides de las aspiraciones populares. A mi juicio, el daño ya fue hecho. Aunque no se logre la reforma constitucional, la popularidad del presidente seguramente ha aumentado, en tanto que los líderes de la oposición han resultado seriamente dañados. Ya lo veremos en los resultados que nos presente la próxima encuesta de Cid-Gallup. En resumen, este episodio ha puesto en evidencia la capacidad política de quienes nos gobiernan y la torpeza e ingenuidad de los líderes de la oposición.

Al final, en términos políticos, el gran perdedor en este proceso será el Partido Liberal. Ya varios alcaldes, liderados por líderes insignes que han sido reelectos reiteradamente, se han separado de la posición que sostiene el liderazgo de ese Partido. Es muy difícil pretender ser líderes de la nación cuando ni siquiera logran que les sigan sus propios correligionarios. En cuanto a Libre y PAC, difícilmente pueden ser tomados en serio mientras estén en un proceso de auto-destrucción. En términos globales, el gran perdedor es el pueblo hondureño cuya atención ha sido distraída de lo fundamental para atender intereses políticos. Además, es evidente que se ha allanado el camino para la próxima gran batalla política, la reelección. La reciente encuesta de Cid-Gallup reveló que dos de tres hondureños estamos en contra de la reelección, pero sería un grave error subestimar la habilidad política de quienes nos gobiernan. Si lo duda, estimada lectora, nada más medite sobre lo acontecido con el tema de la Policía Militar de Orden Público.

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