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Periodistas veracruzanos: Nuestro mayor éxito periodístico es sobrevivir

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México – En Veracruz hace tiempo que los periodistas dejaron de tener como prioridad sacar a la luz grandes historias y ser reconocidos por ello: con diez muertos desde 2011 en ese estado, el mayor éxito periodístico que persiguen, hoy más que nunca, es sobrevivir.
 

Así lo ve una corresponsal en Veracruz de varios medios locales, quien en una conversación con Efe en la que pidió mantener en reserva su identidad, contó que el ambiente político, social y empresarial «está tan contaminado», que por escribir «de un puesto de paletas (helados) que está mal puesto en la vía pública» puedes buscarte un problema, ya que «no sabes quién lo controla».

«La realidad llega a ser tan dura, tan avasallante, que la incertidumbre es de ese nivel», aseguró la periodista, quien confesó que lo único que quiere es que termine esta administración, que comenzó en 2011, ya que «muchos compañeros están en la postura de sobrevivir al sexenio» (de Javier Duarte).

Algo que no consiguió Gregorio Jiménez, quien cubría la información policial para diarios locales, pese a que el caso de su desaparición dio la vuelta al mundo, en una época en la que las redes sociales hacen volar las noticias.

Tras varios días rogando por su aparición, el martes se halló su cadáver en una fosa clandestina junto con los cuerpos de dos personas secuestradas semanas atrás y de cuyos casos había informado en Notisur, uno de los diarios para los que trabajaba.

Pese a estas extrañas evidencias, las autoridades aseguraron que el móvil del crimen fue una venganza personal de una vecina que contrató a un grupo de sicarios para que lo matara por sus diferencias personales.

Para otro periodista que también pidió mantenerse en el anonimato, estas explicaciones «son absurdas y faltas de sentido común», como lo son la mayoría de las resoluciones a los casos de los diez periodistas fallecidos durante el mandato de Duarte (2010-2016), del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).

«Es el décimo asesinato en 38 meses y para nosotros se nos hace muy pesado laboral y psicológicamente hablando», dijo este profesional, quien piensa que a este ritmo de muertes se están «convirtiendo en una estadística» y «ya no sabes quién es el que sigue o cuándo va a ser».

En Veracruz ya casi no se puede hacer periodismo, cuenta la corresponsal, pues el trabajo está tan afectado que «uno tiene una sensación de miedo y de autocensura siempre, una incertidumbre de que no sabes qué día tropiezas con la nota, con la información, con la persona, equivocada o comprometedora que pueda poner en riesgo tu vida».

«El contexto en el que trabajas está tan contaminado que tenemos anécdotas de cómo gente de la delincuencia llega a las redacciones, se presenta al director y le dice qué cosas se van a publicar y qué cosas no. Esto hace que algunos periódicos tengan que dar una realidad sesgada», apuntó.

De hecho, de la mayoría de los periódicos ya ha desaparecido sección policiaca o está totalmente controlada.

Otro de los problemas para el gremio, cuenta la misma corresponsal, es el de la precariedad económica, ya que uno tiene que trabajar para varios medios porque con uno no da para vivir, no hay seguridad social, ni indemnizaciones por despido cuando «escribes algo que afecta a un interés superior y alguien pide tu cabeza».

Ella cubría la información de Gobierno del Estado y una vez llegó alguien del Ejecutivo a decir que sus preguntas incomodaban al mandatario estatal; la cambiaron de sección inmediatamente.

«Estamos en una situación bastante complicada por la precariedad económica para el periodista, porque los grupos delictivos se están peleando el estado y por la propia censura gubernamental», resumió.

Otra periodista que ejerce en Veracruz, que igualmente pidió el anonimato, elaboró en 2010 una tesis para su doctorado en Periodismo sobre cómo trataban los medios las noticias de inseguridad.

Entrevistó a cinco compañeros. Posteriormente, uno tuvo que estar exiliado varios meses por las amenazas. Otra, Regina Martínez, fue golpeada y estrangulada en abril de 2012 en su domicilio de la ciudad de Xalapa.

«Ella no había recibido amenazas, me contó, aunque sí había recibido presiones de las autoridades para que no sacara algo», contó la comunicadora, quien expresó que todos sus entrevistados «coincidían en que estaban en dos frentes, las amenazas que podrían recibir de la delincuencia y el Gobierno que te dice no saques esto o te desmiente».

Aun así, «la realidad ha superado a lo que preveíamos» y hoy hay «mucha indignación, mucha molestia, mucho dolor» y una ausencia total de confianza en las autoridades y en la versión gubernamental.

Aunque algunos sí han cedido a las presiones y al miedo y se han tenido que exiliar, la mayoría se queda en Veracruz.

«Este estado se está pudriendo (…). Varios compañeros dijimos vamos a quedarnos acá y vamos a dar la batalla, a tratar de ventilar y contar lo que está pasando», apuntó la corresponsal consultada.

Y es que el miedo en estas ocasiones, cuenta uno de los profesionales, queda aparcado por «el coraje y la frustración, la indignación de decir estamos indefensos y si no hacemos nada, esto va a seguir pasando».

Lo poco o mucho que pueden hacer es gritar. Manifestarse públicamente en las calles o en las redes sociales, «para que se sepa que aquí ya se está viendo normal que desaparezca un periodista» y «decir ya basta, no queremos uno más».

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