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Paradojas y el caballo de troya.

Pedro Gómez Nieto

Una paradoja es un contrasentido, pero los conceptos contradictorios que contiene pueden coexistir perfectamente. “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”, sería una paradoja atribuida al escritor Flavio Vegecio, siglo IV, contemporáneo del emperador Teodosio el Grande. En la frase subyace el concepto de la disuasión. En su tratado sobre protocolos militares del ejército romano, escribía: “La victoria en la guerra no depende completamente del número o del simple valor; sólo la destreza y la disciplina la asegurarán”. Destreza que se adquiere desde el conocimiento, y disciplina que se forja desde la voluntad. Atributos deficitarios en las sociedades occidentales, y que la covid-19 ha evidenciado. Además, en Honduras se acostumbra a interpretar todo en clave política, lo cual termina atrofiando el entendimiento; si procede del oficialismo hay que oponerse, aunque beneficie al pueblo. Por ello, transcurridos varios meses de contagios y muertes, todavía se escuchaba a irresponsables decir que la pandemia era una mentira de las autoridades. Según la OMS, 174M de personas se han contagiado en el mundo, 4M han fallecido, y seguimos sumando.

Algunas paradojas se repiten en la historia de las civilizaciones, por ejemplo:              «Las guerras, los desastres y las calamidades que soportan algunas sociedades preceden a su desarrollo social, económico, tecnológico y militar». Alemania y Japón son países que fueron destruidos por guerras devastadoras, para convertirse en lo que son hoy, un ejemplo de sociedades desarrolladas. Sobre las guerras bacteriológicas, el historiador Claret Miranda, estudioso de las diferentes pandemias que azotaron la humanidad, tiene una reflexión que se manifiesta en todas: “Cualquier medida tomada antes de una pandemia se califica de exagerada, en cambio, posteriormente se la considera insuficiente”.

Reparemos en algunas similitudes entre dos de ellas. La primera, fue la “gripe española”, originaria de los Estados Unidos, no de España. Comenzó en 1918, en la base militar Fort Riley, Kansas, finalizando en 1920. Infectó a un tercio de la población mundial y, según la OMS, aproximadamente causó la muerte a 50M de personas. Su final coincide con el progresivo despegue de los Estados Unidos hasta convertirse en la primera potencia mundial. La segunda, es la actual covid-19. Se originó en China, en un mercado de la ciudad de Wuhan, según su gobierno; en los laboratorios del Instituto de Virología de esa ciudad, según las autoridades norteamericanas. Observando cómo China está manejando la pandemia desde el principio, su desarrollo económico, potencial militar y tecnológico, su autoritaria política interior y agresiva política exterior, todo indica que terminando la crisis el péndulo de la hegemonía mundial se desplazará hacia el continente asiático. ¿Casualidades?

China lleva tiempo posicionándose estratégicamente en el continente americano frente a los Estados Unidos: República Dominicana, Panamá, Costa Rica y, recientemente, El Salvador, donde ha establecido una “cabeza de playa”. ¿Se encuentra amenazado nuestro flanco sur? La amenaza es posibilidad, mientras el riesgo es probabilidad. Cuando aumentan las probabilidades crece el riesgo y el daño finalmente se manifiesta.Alumbremos un enfoque “ganar-ganar”: el desarrollo del Golfo de Fonseca y litoral del Pacífico salvadoreño, sumado a las ZEDE catrachas producirá el despegue de la región. Colateralmente provocará un giro de 180º en la dirección del flujo migratorio. Consideremos ahora otro enfoque más sibilino. Honduras agradece al pueblo salvadoreño, en la figura de su presidente, la donación de vacunas en respuesta a la petición de un grupo de alcaldes para sus poblaciones más vulnerables. Un gesto que le honra, le beneficia políticamente y fortalece su halo mediático. Pero integremos en el contexto dos sucesos históricos. El primero, cuando Esaú entregó los derechos de su primogenitura a su hermano Jacob, a cambio de un plato de lentejas; el segundo, cuando el pueblo de Troya, confiándose, introduce en la ciudad el enorme caballo de madera que los griegos dejaron en la playa, como señal de respeto y reconocimiento, simulando su retirada de la guerra.

La nacionalidad es un honor que demanda respeto, igual que la primogenitura, un privilegio que conlleva obligaciones. No se puede compartir, ceder, intercambiar o vender, o sería mejor renunciar a ella como hizo Esaú. El caballo de Troya ocultaba en su interior soldados griegos, quienes con nocturnidad y por sorpresa abrieron las puertas de la ciudad para derrotar al pueblo troyano. Actualmente, coloquemos dentro del caballo a empresarios chinos y vacunas. Mientras, que los cortos de entendimiento sigan comiendo lentejas.

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