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Para ser optimistas

Julio Raudales

Las noticias son generalmente malas, y esta bien que sea así. ¡Imagínese usted que un día los noticieros amanezcan con la nueva de que un avión llegó a su destino!, eso significaría que lo normal es que los aeroplanos se estrellen y sería terrible.

Lo que se transmite es lo irregular, lo bochornoso, lo alarmante, no es noticia que se diga que no hubo choques de planetas pues eso querría decir que lo regular es que los haya y así sucesivamente con los demás asuntos. Es una suerte que se destaque y se comente como anómalo la catástrofe, la peste, la muerte masiva y demás cosas malas, de lo contrario significaría que lo común y corriente es la desgracia.

Sin embargo es cierto que, lo que debiera ser una excepción, en algunos lugares es moneda corriente, lo cual es evidentemente una desgracia y en la mayor parte de los casos es consecuencia del desacierto de la forma en que ciertas sociedades nos organizamos. La violencia de género, los accidentes viales, debido al mal estado de las carreteras, el hambre y la miseria en que viven millones de hogares en Honduras por ejemplo, dejaron de ser notiicia, son parte ya del triste paisaje cotidiano. Es una pena.

Ahora bien, es pertinente centrar la atención en el bien que hacen tantas personas abnegadas con el prójimo, tanta solidaridad en momentos difíciles, tanto emprendedor que ejecuta nuevos proyectos que benefician a la humanidad y tantos buenos propósitos. A veces por centrar la atención en las noticias del día en el sentido apuntado las buenas nuevas quedan eclipsadas, es como si un ruido que ensordece opacara la buena música.

La pruba mas clara de lo dicho es la actual situación que el país vive en términos de la seguridad alimentaria de la mayoría de sus hogares. Todo ello se explica fundamentalmente por la falta de organización de sus habitantes, de manera que el territorio pueda ser utilizado de forma adecuada para la producción y el cuidado, de manera que su sustento quede garantizado.

Honduras tiene mas de un millon de hectareas de su territorio con pisos inferiores a los 30 grados de inclinación, lo cual los hace aptos para la agricultura. De este millon, apenas 15% están dotadas de un sistema de riego y en su mayoría, sus propietarios las utilizan para cultivos de exportación. ¿Qué hace que las otras mas de 850 mil permanezcan yermas y apenas proveen -si acaso- algunos granos para la subsistencia de sus habitantes.

El país posee además, cinco millones de hectareas de territorio montañoso de elocuente vocación forestal, todo un tesoro que año con año ve a sus habitantes languidecer por la falta de un adecuado uso. Nadie vela por los ya escasos pinares y las demás especies nativas; nadie siembra o explota con inteligencia esa riqueza ancestral que ayudaría al país a salir de sus problemas económicos.

En 2010, luego de la crisis en que los pollíticos irresponsables hundieron al país, se hizo un intento de salvataje mediante la aprobación y puesta en marcha de una Visión de País y un Plan de Nación de largo plazo. No era, como muchos esperaban, una receta exhaustiva que contuviera la solución de los problemas del país a a usanza Cepalina de los años 50 del siglo pasado.

Era solo una propuesta para que juntos apostaramos al ordenamiento del territorio y la participación ciudadana como apuestas de la racionalidad por la búsqueda del bienestar. Algo simple, que buscaba el equilibrio de los sectores principales de la sociedad, llamese políticos, ciudadanía organizada, municipalidades y cooperación internacional,

No fue atendido, claro, no poseía la fórmula mágica que los políticos buscaban para ser exhibidos como los campeadores del desarrollo, no les interesó. Es una lástima porque parece que habría sido una buena forma de redimirnos de doscientos años de oprobio y miseria.

La buena noticia es que sigue vigente. Quizas esta nueva administración, que a todas luces no tiene una agenda clara, quiera retomar algo que iniciara en el gobierno del señor Zelaya.Si fuese así, las cosas pudieran ser mejores de ahora en adelante y tal vez muchas de esas cosas terribles que, desafortunadamente dejaron de ser noticia hace años, ahora puedan ser la excepción.

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