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Iglesia Católica denuncia uso de su imagen en guías sexuales

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Tegucigalpa – Los obispos de Honduras, que conforman la Conferencia Episcopal, negaron un “consenso” en la aprobación de guías sexuales que se aplicarán en ocho departamentos del país.

La Conferencia Episcopal de Honduras “reprobó” que se haya incluido su participación en este plan multisectorial, aunque resalta estar de acuerdo con una “verdadera” educación sexual.

No obstante, el escrito subraya que uno de las primeras dificultades de la educación sexual es precisamente “el mal uso” que se le da al término.

Al respecto, enfatiza que “únicamente” el matrimonio  ofrece al hombre y a la mujer las condiciones necesarias para que dicha entrega sea plena y total.

A continuación Proceso Digital reproduce el comunicado emitido por la Conferencia Episcopal:

Queridos Hermanos,

La Iglesia Católica que peregrina en Honduras aclara e instruye sobre la verdadera formación que se debe proporcionar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes sobre la educación en la sexualidad.

En días pasados se hizo público en nuestro País la información de que “Ocho Departamentos tendrán guías sexuales en las aulas este año”, basándose en “los textos de formación integral de la familia”, mismos que pasarán a ser “parte del Currículo Nacional Básico”.

En primer lugar, es necesario subrayar que estamos partiendo de una preocupación común, ya que el incremento de los embarazos entre mujeres jóvenes, particularmente entre las adolescentes, es una realidad que nos compromete y nos exige a todos, comenzando con los padres de familia.

Sin embargo, tan importante es que compartamos la misma preocupación e interés, como que sigamos los mismos métodos y procuremos alcanzar el mismo fin. La intención y el deseo de evitar los embarazos entre las adolescentes no nos autoriza ni nos legitima a conseguirlo a costa de cualquier método: recordemos que el fin no justifica los medios.

Se ha publicado, asimismo, en los medios nacionales que “las autoridades de la Secretaría de Educación tuvieron que consensuar con representantes de las iglesias…”. Ante tal situación, queremos puntualizar que la Iglesia Católica no solamente ha estado ausente de supuestas reuniones o encuentros, sino que en ningún momento ha hecho manifiesto algún tipo de “consenso” al respecto.

En una situación similar, la Secretaría General de la Conferencia Episcopal de Honduras, en el Comunicado “La Vida Humana es un don de Dios, ¡Defendámosla Juntos!”, del 07 de noviembre de 2016, había ya denunciado el uso arbitrario e irresponsable del nombre de “Iglesia Católica”:

<<Por esta razón, REPROBAMOS el que se haya incluido arbitrariamente el logo de “Iglesia Católica de Honduras” en la contraportada de este Plan Multisectorial, a la par de otras Instituciones, como dando por hecho un tipo de aprobación de nuestra parte al contenido de dicho Plan, cuando en realidad sólo se tuvo participación en algunas sesiones, en las cuales se expuso clara y abiertamente nuestro desacuerdo a tales propuestas, por ir en contra de la dignidad de la persona humana y en franca oposición a la Doctrina de la Iglesia Católica>>.

Lamentamos vivamente que estos eventos se estén presentando reiteradamente.

Nuestros Obispos, como padres y pastores del pueblo de Dios, en las diez Diócesis que forman la Provincia Eclesiástica de Honduras, en diferentes momentos y circunstancias han enseñado y transmitido, con firme determinación, la Doctrina de la Iglesia Católica sobre la vida humana, la sexualidad, el matrimonio y la familia.

Cuando se tratan los temas relacionados a la educación sexual, inmediatamente nos encontramos con una primera dificultad: descubrir el mal uso que se le da al término “educación sexual”. Para muchos grupos y organizaciones, enseñar educación sexual significa darle a la juventud, o en nuestro caso a los adolescentes, una información sexual explícita y desprovista de valores morales, con un lenguaje y una metodología que no respetan la modestia natural de los niños ni la autoridad de sus padres. A esta educación sexual bien podríamos llamarla “educación sexual hedonista”, para distinguirla de una positiva y prudente educación sexual, que los padres, en el momento oportuno, deben darle a sus hijos.

El Papa Juan Pablo II declaró, una y otra vez, que una educación sexual desprovista de valores morales manipula y envilece a las personas.

Esto significa que, para quienes respetamos la vida humana y la familia, enseñar educación sexual significa formar en los valores inherentes a la sexualidad humana, que son la transmisión de la vida y la expresión del amor conyugal, cuyo objetivo es ayudar a los jóvenes para que respeten dichos valores por medio de la virtud de la castidad.

Entre las múltiples dificultades que los padres de familia encuentran hoy, aun teniendo en cuenta los diversos contextos culturales y sociales, se encuentra ciertamente la dificultad de ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta, en particular respecto a LA EDUCACIÓN SOBRE EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD, QUE NO SE LIMITA EN ABSOLUTO A UNA DIMENSIÓN MERAMENTE GENITAL. La sexualidad es mucho más amplia y rica de sentido, ya que la sexualidad humana comprende la totalidad de la persona humana, su dimensión biológica, física, espiritual, psicológica, personal e interpersonal.

De modo que, en una relación sexual, no sólo se experimenta un “ejercicio” o “práctica” del aspecto físico–carnal entre un hombre y una mujer. Más bien, se da entre ellos una verdadera entrega, total y plena. Por ello, las relaciones sexuales no son únicamente buenas, sino que son sagradas: CADA UNO DE NOSOTROS HEMOS NACIDO DE LA UNIÓN ENTRE DOS PERSONAS QUE SE AMABAN PROFUNDAMENTE; es decir, hemos sido el fruto de un amor verdadero, del amor que se tienen nuestra mamá y nuestro papá.

Ésta es una de las razones principales por las que la Iglesia prohíbe las relaciones sexuales fuera del matrimonio, PORQUE ÚNICAMENTE EL MATRIMONIO OFRECE AL HOMBRE Y A LA MUJER LAS CONDICIONES NECESARIAS PARA QUE DICHA ENTREGA SEA PLENA Y TOTAL.

La Iglesia, como Madre y Maestra, a través del Consejo Pontificio para la Familia, nos enseña que “el uso de la sexualidad como donación física tiene su verdad, y alcanza su pleno significado, cuando es expresión de la donación personal del hombre y de la mujer hasta la muerte”.

Esto revela una gran verdad: la sexualidad humana es un Bien, es parte del don que Dios vio que “era muy bueno”, cuando creó a la persona humana a su imagen y semejanza, y “hombre y mujer los creó” (Gén. 1, 27). La relación entre un hombre y una mujer es esencialmente una relación de amor. Y la sexualidad orientada, elevada e integrada por el amor adquiere verdadera calidad humana: la sexualidad tiene como fin intrínseco el amor; más precisamente, el amor como donación y acogida, como dar y recibir.

Es nuestro deseo que todos los Programas de educación, especialmente de la educación sexual, orientados a los niños y a los jóvenes, que son el futuro real y verdadero de nuestra querida Honduras, tengan en cuenta que el verdadero amor entre un hombre y una mujer se actúa en el matrimonio, ya que el don de sí mismo expresa, a través del cuerpo, la complementariedad y la totalidad del don. El amor conyugal llega a ser, entonces, una fuerza que enriquece y hace crecer y madurar a las personas.

Pedimos a nuestras autoridades un mayor compromiso en formar y preparar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes para la vida adulta, haciéndolos capaces de asumir con seriedad y responsabilidad el camino y el progreso de esta gran Nación.

De esta manera, superaremos juntos la cultura de las “cosas” y privilegiaremos la cultura de las “personas”, evitando caer en una cultura superficial y hedonista, que llevaría irremediablemente a ver a la mujer como un objeto para el hombre, o viceversa; o bien, más triste aún, a ver a los hijos como un obstáculo para los padres.

Construyamos juntos lo que nuestros niños, adolescentes y jóvenes necesitan verdaderamente: descubrir y conocer cuánto valen para Dios y cuánto valen para nosotros, sus padres, sus educadores y guías en su formación integral.

Dios nuestro Padre bendiga abundantemente a nuestras Familias, de manera especial a cada uno de nuestros niños, adolescentes y jóvenes, así como a sus formadores y educadores.

CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS

SECRETARÍA GENERAL 

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