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Nerón

Luis Cosenza Jiménez

Cuenta la historia que en tiempos del Emperador Nerón hubo un voraz incendio en Roma, y que mientras el incendio devoraba inmuebles, el emperador lo observaba, cómodamente instalado en una terraza, mientras tocaba un instrumento musical.  Así estamos nosotros.  El sector eléctrico está sumido en una tremenda crisis, que se agrava día a día, mientras nosotros estamos inmersos en discusiones baladíes o simplemente optamos por cerrar los ojos.  Permítanme explicar por qué.

Muchos hablan de las millonarias sumas que pierde la ENEE cada día que pasa.  Otros lamentan la enorme y continuamente creciente deuda que agobia a esa empresa y que impacta negativamente en las finanzas públicas.  Las autoridades, mientras tanto, todavía no designan al gerente en propiedad de la empresa, como tampoco nos dicen que harán para enfrentar la crisis.  No sabemos qué harán para reducir las pérdidas eléctricas, ni cómo procederán cuando en año y medio finalice el contrato con EEH.  Han hablado de renegociar contratos con generadores privados, pero tampoco han explicado cómo lo harán, ni cuáles serán las características de un contrato exitosamente renegociado.  Finalmente, no sabemos si procederán con la escisión de la ENEE y con la implantación plena de la Ley General de la Industria Eléctrica.  Lo único que se discute, con pésimos argumentos de quienes se oponen, es la escisión de la ENEE.  Mientras el sector arde, ignoramos todos excepto uno de los problemas. Es una patética situación.  Lo único que puedo concluir es que, a estas alturas, las autoridades no entienden la gravedad del problema y que la única razón por la que discuten la escisión es debido a que de ella depende que se dé o no el desembolso de un préstamo.  De no ser  por eso, ni la escisión se discutiría.

En cuanto a la escisión, quienes se oponen arguyen que no es necesaria.  Que todo lo que se necesita es volver al monopolio verticalmente integrado y fortalecer la ENEE.  Curiosamente ignoran que ese es el modelo que tuvimos de 1957 a 1994 y que llevó a severos racionamientos, y que si bien los cambios que hicimos en 1994 permitieron superar los racionamientos, ahora el nuevo modelo nos ha llevado a una crisis financiera.  Se rehúsan a entender que más de lo mismo producirá más de lo mismo. Einstein decía que hacer lo mismo y esperar resultados diferentes era clara señal de locura.  Por algo se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

Los opositores a la escisión también pregonan que el ICE de Costa Rica es un ejemplo exitoso de una empresa verticalmente integrada, con lo cual demuestran una total ignorancia de la situación en Costa Rica. En ese país la distribución fue escindida hace muchos años.  Existen 8 empresas de distribución.  La Compañía Nacional de Fuerza y Luz, sociedad anónima propiedad del ICE, las empresas municipales de distribución de Heredia, Alajuela, y Cartago, todas propiedad de la respectiva corporación municipal y, si la memoria no me falla, tres cooperativas eléctricas propiedad de los consumidores de esas cooperativas.  El ICE también participa como distribuidor en las áreas no servidas por esas empresas.  La escisión propuesta para Honduras contempla por lo menos una empresa de distribución, propiedad del Estado.  A quienes se oponen a la escisión les pregunto, ¿en el ámbito de la distribución eléctrica, cuál es la diferencia entre lo que se propone para Honduras y lo que se da en Costa Rica?

La única diferencia entre el modelo del ICE y la escisión propuesta en Honduras es que en el primer caso la transmisión y la generación estatal están en manos de una misma empresa. En cambio, lo que se ha propuesto para Honduras contempla que la transmisión esté en manos de una empresa y la generación estatal esté en manos de otra, ambas propiedad del Estado.  ¿Qué ventajas brinda el modelo del ICE?  Ninguna que yo pueda ver.  Al tenerlas en manos separadas se impide que la empresa de generación y transmisión use la red para evitar la competencia de otras empresas de generación.  Adicionalmente fomenta la especialización y quienes dirigen esas empresas pueden dedicarse plenamente a metas específicas diseñadas para cada tipo de empresa.  Ese ha sido el camino exitoso escogido por nuestros vecinos, Guatemala, El Salvador, Panamá y República Dominicana.  Al final la pregunta obligada es si esa diferencia, es decir que la transmisión y la generación estatal estén en manos de una o dos empresas estatales, justifica la oposición a la escisión.  Puesto de otra manera, ¿no sería más razonable proceder con la escisión, que vendrá a promover la competencia en el sector, y dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a resolver los problemas urgentes que amenazan con agravar aún más la crisis del sector?

Para concluir, debemos recordar que en Costa Rica hay participación privada en generación, al igual que en Honduras.  Es cierto que el ICE ha logrado financiar y construir algunos proyectos de generación colocando bonos en el mercado financiero internacional.  Eso ha sido posible porque el ICE ha sido bien manejado y la comunidad internacional lo sabe.  Puede responder, con sus propios recursos, por las obligaciones que contrae. No tengo que explicar que la ENEE dista mucho de poder hacer eso.  Igualmente no es necesario recalcar la pésima experiencia habida en el financiamiento y construcción por parte de ENEE de Patuca III.  Por otro lado, las necesidades de inversión de nuestro sector eléctrico suman alrededor de dos mil millones de dólares para los próximos cinco años, a lo que habría que agregar el servicio de la deuda de la ENEE y el pago de las facturas pendientes de los generadores privados.  ¿De dónde proponen sacar esos recursos los promotores del monopolio verticalmente integrado? Aún si el Estado pudiera colocar bonos por ese monto en el mercado internacional, sería necesariamente a expensas de otras áreas, como salud, infraestructura y otros rubros en los cuales el sector privado no está dispuesto a invertir.  Aún Costa Rica entiende que su modelo, que consiste en endeudar el ICE, tiene límites y que tiene más sentido que el sector privado se endeude para satisfacer las necesidades eléctricas del país.

Así las cosas, podemos continuar nuestras insulsez y estériles discusiones o sentarnos y acordar como enfrentaremos la crisis que amenaza nuestras finanzas públicas.  En República Dominicana fue necesario recurrir a un Pacto Eléctrico elaborado por el Consejo Económico y Social, CES, y que actualmente está vigente.  A quienes pueda resultarles atractiva esta idea únicamente les diré que les tomó siete años ponerse de acuerdo y que solo comenzaron a implantar el Pacto por la iniciativa del Presidente Abinader. Habrá que ver si una nueva Administración lo abandona porque incluye ajustes tarifarios trimestrales. De cualquier forma, el consenso para atender nuestra crisis no puede esperar siete años.  Ojalá que nuestras autoridades entiendan eso y próximamente anuncien las medidas que se proponen tomar para rescatar el sector eléctrico.

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