Mito y medición

Julio Raudales

Como suele suceder -es inherente al ser humano- solemos envolvernos y forjar nuestros juicios y el diario vivir alrededor de mitos. Esta semana le tocó al desempleo y el COHEP vistió de luto al país pues, a decir de los empresarios, la imposibilidad de acceder a un empleo que llene tus aspiraciones y satisfaga tus medios de vida, es un símil de la muerte.

No tardó en responder el sector oficial ofreciendo múltiples guarismos para corregir la cifra, sobre todo en respuesta a quien aseveró que el incremento neto en las inscripciones de la seguridad social equivale a la generación de nuevos puestos de trabajo formal y que, según él, apenas hubo 77.

El Banco Central, por ejemplo, asegura que, a noviembre 2023, se crearon más de 22 mil puestos nuevos; la Secretaría de Trabajo y Seguridad Social por su parte hablaba de 16 mil y algún candelejón adicto a las redes y defensor del régimen, hablaba de cientos de miles de nuevos empleos generados.

La verdad es que carecemos de instrumentos adecuados para medir de forma efectiva los problemas sociales y económicos que aquejan a nuestra sociedad y es precisamente esto lo que nos alienta a mitificar, a crearnos atavismos con los que verificar nuestra fe o ayudarnos a difundir nuestros prejuicios.

 En el caso del mercado laboral solo podemos elucubrar en base a ciertos medidores alternos. Aunque la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que levanta el INE provee datos muy útiles, lo cierto es que se requiere de mayor precisión si es que deseamos abordar el tema con más seriedad.

La EPH no es cara y aun así el INE tiene que rascar del exiguo presupuesto que recibe del gobierno para publicar sus resultados. Su muestra de un poco más de 7 mil hogares pareciera limitada en relación con su ámbito de investigación. En efecto, una población de casi 10 millones de personas precisa de mayor espacio muestral si quisiéramos medir con precisión las condiciones del mercado laboral, los hogares, nivel de vida, servicios públicos y el sinfín de otras cosas a las que queremos dar seguimiento.

También sirve para estimar la formalidad del trabajo en el país, la cantidad de personas inscritas en el IHSS. Sin embargo, no hay que desconocer el declive que este organismo ha exhibido, sobre todo en los últimos 3 lustros, debido a la corrupción de la que ha sido objeto. Así es que, decir que solo 77 personas adquirieron un empleo formal en un año, no deja de ser atrevido y hasta mítico.

Lo que es cierto y está correctamente medido, es que desde hace varios años, salen del país unas 200 mil personas y que muchas y muchos son devueltos debido al endurecimiento de la política migratoria tanto en México como en los Estados Unidos y España.

Los trabajos serios realizados para Honduras por expertos como Rafael Delcid, muestran que la problemática va más allá de los elementos coyunturales como la pandemia y la crisis externa, tampoco se explican del todo por la alta vulnerabilidad ambiental que el país experimenta desde hace mucho. Hay un tema estructural que nadie atiende y que es imposible dejar pasar en un análisis riguroso.

Tiene que ver con el escaso y declinante desarrollo del capital humano del país. Con un nivel educativo tan pobre, indicadores de salud precarios, reducido acceso a la tecnología y bajos incentivos a la inversión es imposible que la mayoría de los hondureños veamos dentro de nuestras fronteras mayores posibilidades de realización.

Sin embargo, a nadie parece importarle. Desde siempre, quienes aspiran a gobernar, ofrecen más y mejor educación y salud sin tener claras las condiciones del mundo en que vivimos, sin un compromiso serio por cambiar el esquema de servicios públicos que nos toca financiar a quienes pagamos impuestos.

Lo terrible es que todo sigue igual. Quienes nos gobiernan hoy solo cambiaron su narrativa, su discurso. Escucharlos y verlos ahora, lanzando candidaturas tempranas, pintando los muros electrónicos con diatribas y acusaciones contra sus oponentes es tan estulto como lo fueron los insultos de sus antecesores. No hay visión, solo ambición. No hay medición y programación seria, solo mitos y leyendas. Lo que es seguro es que así no hay futuro.

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