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Migración Siglo 21

Ricardo Puerta

Tegucigalpa. – Con ese título, afirmo que cada siglo tiene sus propios modelos, además de lo que hereda. Por lo tanto, los conceptos están asociados a una época determinada o parte de ella, sin ignorar su legado. Eso mismo pasa con la migración en Honduras, que tiene profundas raíces históricas en sus distintas manifestaciones en el tiempo, como principio del cambio que resultó de la misma.

En tal sentido reconozco que cada contexto o ambiente, en general, tiene su modelo interpretativo. Por lo tanto, este escrito, cubre dos modelos. Uno: lo que mayormente fue la migración del Siglo XX, resultado de la Guerra Fría, propia de la Segunda Guerra Mundial, y el otro: lo que ha sido la migración -hasta ahora-  del siglo 21, en donde nos encontramos inmersos en otro tipo de contexto internacional, con su propia agenda de Guerra Fría.

Las dos citas que siguen provienen de Alejandro Portes, en su ensayo titulado “Migración y desarrollo: una revisión conceptual de la evidencia”.

¿Cuál fue el modelo migratorio del Siglo XX?

Según la Declaración de Cuernavaca, junio 2005, el modelo de desarrollo adoptado –en el siglo XX-  en la inmensa mayoría de los países americanos emisores de mano de obra no ha generado oportunidades de crecimiento ni, en general, de desarrollo económico y social. Por el contrario, ha significado la generación de dinámicas regresivas: precarización laboral y desempleo; profundización de las desigualdades sociales; pérdida de trabajadores calificados; desarticulación y estancamiento productivo; inflación; mayor dependencia económica del exterior, entre otras. Como resultado, se experimenta una convergencia entre el despoblamiento y el abandono de actividades productivas en las zonas de fuerte emigración.

¿Cuáles son las limitaciones del modelo migratorio del Siglo XX?

Según Massey 1998, una razón importante para el pesimismo que caracteriza  la mayor parte de los estudios comunitarios es la carencia de una buena normativa teórica para medir los efectos de la migración  sobre el crecimiento económico. Todos los estudios sobre las localidades confunden el consumo con el uso improductivo de las remesas, ignorando los amplios y potencialmente grandes lazos económicos que generan las remesas en las economías locales. También tienden a confundir el uso de las remesas con el efecto de éstas en los gastos familiares; y muchos estudios emplean una definición bastante limitada de “inversión productiva”, restringiéndola a la inversión en equipo, al mismo tiempo que ignoran la inversión productiva en ganado, educación, vivienda y tierras”.

Analizando lo sucedido, diría que el modelo de desarrollo de migración propio del Siglo XX puso su mayor y exagerada atención en el efecto macroeconómico de las remesas económicas, también conocidas por “remesas familiares”. Me refiero a los envíos de dinero que, desde diásporas distintas, asentadas en los Estados Unidos, España y otros países, hacen los hondureños a sus familiares y amigos que dejaron en su país de origen, cuando emigraron al extranjero.

Tras el huracán Mitch a fines del siglo pasado, ese monto en Honduras, en cifras redondeadas, adquirió una vital importancia en la economía hondureña. Como efecto, en el presente año 2022, en pleno repunte del COVID y otras limitaciones como la inflación, Honduras espera recibir este año unos ocho mil millones de dólares en remesas familiares. Ese total equivale a casi el 25% del PIB/Producto Interno Bruto de la nación. Estadística que sitúa a Honduras entre las naciones del mundo con mayor porcentaje de remesas recibidas de acuerdo al tamaño del PIB.  Con respecto a la población, el 3% de la población del mundo vive hoy en un país donde no nació. Mientras que el 14% de los nacidos en Honduras viven hoy en un país extranjero, casi 5 veces el promedio mundial. Sin duda, Honduras es un país de emigrados.

Bien pudiera decirse que, como legado, las remesas siguen siendo en este siglo 21 la fuente principal que entra en divisas al país, dinero fresco que supera anualmente el monto total que supone la suma de todas las exportaciones, maquila incluida; las inversiones nacionales y extranjeras, y los fondos donados por las distintas cooperaciones. Por eso, algunos críticos siguen afirmando que el producto más rentable que tiene Honduras en su balanza de pagos es la exportación de hondureños al extranjero.

A nivel individual o familiar, las remesas tienen también su importancia, aunque no tan protagónica como ha logrado a nivel macro. Constituyen una destacada fuente de ingreso, que cubre la mayor proporción de todo lo que consumen los hogares hondureños de más bajos ingresos. En ellos, fácilmente las remesas representan más del 50 por ciento de las entradas totales familiares. Y cuando raramente alcanzan, cubren también gastos médicos y de educación, aunque en un pequeño número de los hogares hondureños.

Siglo 21: Una nueva era migratoria

El contexto internacional y regional en que se ubican hoy las naciones del siglo 21, es distinto al del siglo XX. Al extremo, que podríamos decir que estamos “en una nueva era”.

En geopolítica, China es hoy una de las 3 naciones del mundo que pugna, con más éxito en la última década, por un liderato hegemónico, como potencia global en lo económico y político, frente a Estados Unidos y Rusia.  Naciones europeas, como Finlandia y Suecia, quieren hoy formar parte de una OTAN ampliada, por razones de seguridad y autodefensa, dejando atrás “la neutralidad” que hasta ahora habían demostrado en ese aspecto. Tras la invasión de Ucrania, Rusia ha demostrado tener menos poderío económico y militar que el que hasta ahora ha alardeado poseer. Producto de ello, hasta Ucrania, hoy invadida y casi destruida por Rusia, quiere unirse a la OTAN. Por su parte, los alineamientos políticos de los países en desarrollo en este siglo -entre ellos los latinoamericanos y del Caribe-  son menos unilaterales y más diversos en su alineación con los Estados Unidos que los derivados de la Segunda Guerra Mundial. En este aspecto, hasta hoy, la Administración Biden, como Presidente electo del Partido Demócrata en los Estados Unidos,  al frente de la nación estadounidense, ha demostrado tener más tolerancia ideológica y menos reacciones imperialistas que las administraciones gringas  anteriores ante los nuevos gobiernos nacionalistas latinoamericanos de centro izquierda, electos válidamente. 

 Por los cambios habidos en el contexto internacional y nacional la migración en el Siglo 21 debería orientarse más al aprovechamiento de los efectos, o realidades de la migración, tanto en los países de origen, como en los de destino del flujo migratorio. Ello exigiría que las políticas de migración que acuerden los países afectados, resulten de negociaciones que sean de beneficio para todas las naciones involucradas, y no solo para los países desarrollados o receptores de migrantes, como sucedió en el Siglo XX.

 Siglo 21: Remesas del Conocimiento y sus implicaciones

Término acuñado por Juan Antonio Blanco, en su libro “Remesas del Conocimiento. Del Brain Drain al Brain Gain”, publicado en el 2012. Los pocos que han estudiado por años este fenómeno, distinguen dos tipos de capitales en las “Remesas del Conocimiento”: el Capital Humano y el Capital Social.

A manera de introducción se entiende por Capital Humano al valor dado a las capacidades del personal, tanto del empleador y de los empleados de su empresa. En nuestro caso nos interesa en especial los cambios causados por emigrar; es decir, el efecto que tiene o ha tenido la migración en el nivel de educación formal e informal, conocimientos generales, destrezas y experiencias acumuladas en la persona. Son esos activos, que dentro de una nueva política pública de apoyo –que aún no tenemos– podrían servir de base para generar más empleo, mayor productividad y desarrollo económico personal, empresarial, local o comunitario, municipal, nacional, regional y del continente.

Además del Capital Humano, en las remesas del conocimiento se incluye también el Capital Social. Es un correlato de las redes sociales en el mundo actual; entendiendo como la capacidad de acceder a recursos adicionales por pertenecer a grupos o estructuras de comunicación, a veces con ubicación digital en el país de origen, pero conectado a realidades más amplias y distantes, de alcance regional, continental e internacional.

Dentro del Capital social hay intercambio de información, favores, servicios y productos, basado en confianza, amistad y pertenencia, y menos en la ley y la fuerza. Todo eso es parte de un sistema de intercambio de favores, basado en la amistad y  la comunidad que se  forman y mantienen por la interconectividad, la complementariedad  y los  lazos de amistad y solidaridad, más si la migración es utilizada como unidad de análisis y primera causa del cambio,  entre  empresarios, presentes y futuros de un mismo sector económico, en pro-del crecimiento binacional y del co-desarrollo,  tanto en los países de origen como en los de recepción o destino.

Para Bourdieu, un estudioso del capital social, “eso no es algo natural que sucede por sí solo”. Tampoco es “algo dado socialmente». Por el contrario, resulta de una construcción, de un programa y proyectos de desarrollo empresarial, diseñados intencionalmente, que exigen inversiones materiales, simbólicas y de esfuerzos. También necesitan de fondos para experimentar; capital semilla, con servicios de promoción, iniciación y de apoyo, donados por la Cooperación, para probar y adoptar nuevas tecnologías, servicios y estrategias.

 Tal como concluye un reciente estudio de la CEPAL Comisión Económica para América Latina y el Caribe, divulgado el 21 de junio pasado: “el país está inmerso en un contexto en el que el conocimiento se vuelve vital en todas las actividades económicas y eso debe reflejarse en el mejoramiento de las condiciones que permitan su desarrollo”.

En un segundo artículo, seguimiento de éste, con el mismo título, por este mismo medio, comentaré, entre otras ideas, el qué y el cómo de lo aquí propuesto, y cómo funcionaría el desarrollo empresarial desde una perspectiva hondureña, usando la migración como causa formal o principio del cambio, en el sentido aristotélico.

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