Memorables 2014

Por: Thelma Mejia
Tegucigalpa.- Son gente sencilla, anónimos en sus labores ya sea de sobrevivencia, de proyección social o de ayuda a su comunidad. En algunas regiones están rompiendo esquemas, en otras,  son héroes sobrevivientes a la inseguridad y  algunas simplemente ayudan a vivir o a aliviar el dolor de quienes luchan por vivir. Son mis personajes memorables del 2014.
 

De algunos de ellos y ellas, conozco su historia, otros les he seguido sus pasos, silenciosos, pero comprometidos con dar, llevar esperanzas y hasta sobrevivir en este país. Son memorables.
Empezaré por doña Cendela López, líder de la Asociación de Mujeres Indígenas Misquitas (Mimat), de Gracias a Dios. Ella está rompiendo esquemas en Puerto Lempira y sus alrededores. Ha logrado agrupar a las mujeres para dar vida a un hermoso proyecto de reciclaje y buenas prácticas con el ambiente.
Apenas sacó unos años de primaria pero está decidida a dar una vuelta de calcetín en La Mosquitia, a que las mujeres y los niños y niñas tengan derecho a un nombre, no se mueran de parto y no caigan en las tentaciones de la criminalidad organizada. Ha enseñado a los hombres a respetar a sus esposas cuando deciden organizarse y elevar su voz.
Escucharla es una exquisitez, es sencilla y con su pelo pintando algunas canas. Ha viajado por el mundo conociendo y replicando experiencias, hasta hacer del Mimat un proyecto casi auto sostenible con la ayuda del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) de Naciones Unidas.
De doña Cendela, paso a Cintia Padilla, una chiquilla de 15 años de edad, que ha iniciado una cruzada fabulosa: buscar la donación de una computadora usada o nueva para enseñar a los menores de su comunidad el uso de las tecnologías de la comunicación y evitar así en las jovencitas el embarazo en adolescentes, una de las tasas más altas con que cuenta Honduras.
Cintia también es parto del PPD, un programa que ayuda a los pobres de entre los pobres, no hace fanfarrias, pero sí muchos milagros. Conozco de cerca ese trabajo por más de una década desde que les sigo sus pasos.
Cintia es de la comunidad de Plan Grande, en Balfate, Colón. Cuando tenía 14 años aprendió a usar la computadora, gracias a una donación que hizo al PPD la doctora Juliette Handal.
Consiguieron un par de computadoras usadas que repararon y Cintia organizó a los menores de su comunidad y les enseñó lo que sabe, ahora quiere montar seis centros con computadoras para llevar conocimientos a más menores, solo pide que alguien done una computadora nueva o usada. Es una de las campañas más originales que he visto en los últimos años en el país, emprendida por una chica de escasos recursos pero con ganas de enseñar. Este es el link de su campaña:
Los otros personajes gloriosos que me cautivaron en el 2014 son los indígenas tolupanes de la tribu Las Vegas de Tepemechín de Pueblo Nuevo, en Victoria, Yoro. En dos años vencieron la desnutrición, mejoraron sus condiciones de vida, vencieron la sequía y también el hambre.
Un programa del proyecto PESA de la FAO les enseñó buenas prácticas agrícolas, les cambió el modo de sembrar y ahora ya no empeñan sus cositas al terrateniente o comerciante de la zona, sino que más bien les abastecen de productos. Sus blancas casas y sus limpias cocinas, reflejan la bondad de sus almas y ellos quieren hacer un libro que cuente su historia. Son nuestros indígenas tolupanes.
Historias de éxito que también acompañan a las mujeres del Comité de Familiares Migrantes de El Progreso (Cofamipro),  siempre en Yoro. Son abuelas, madres e hijas que buscan a sus parientes sin importar los riesgos, invierten lo poco que tienen porque ellas ni piden ni quitan al migrante, les ayudan, aseguran.
Desde hace más de una década tienen un programa radial para el migrante y lograron el reconocimiento de los diferentes gobiernos de Honduras, que al principio les llamó “viejas locas” porque iniciaron sus caravanas del migrante. Ellas viven y sienten en carne propia el viacrucis del migrante.

Mientras estos personajes rompen esquemas y llevan esperanzas, otras sobreviven al abuso de las maras o pandillas en los barrios y colonias urbano marginales de la capital en donde la extorsión no desaparece, solo muta ante las acciones de la autoridad.

María—nombre ficticio—es una de ellas. Las maras le obligaron a vender su vivienda bajo amenazas de muerte a su familia. Ella trabaja en una oficina estatal pero lo que gana va para este grupo criminal. Su historia es la de un abuso permanente, pero sigue ahí, porque la vida no le da opciones de irse a otro sitio.
No denuncia porque las banderas (orejas) de las maras son muchas, tampoco pregona su historia por miedo, pánico y vergüenza. Pero son muchas las Marías y el José que viven esta historia en las zonas urbanas marginales de las grandes ciudades hondureñas. Su historia no sé cómo terminará, pero sin duda son tan héroes como los periodistas de mi país, que siguen muriendo, sin conocerse las causas, pero no dejan de informar.
Cierro mis Memorables 2014 con dos destacadas mujeres que luchan contra la enfermedad del cáncer. Una de ellas es la doctora Lía Bueso de la Fundación Hondureña contra el Cáncer de Mama (Funhocam) desde donde hace una labor encomiable.
La otra es la joven señora Viena Erazo de Villeda que apoya a la Fundación de Niños con Cáncer. La muerte de su hijo, el joven Faike, fue dolorosa pero he visto en ella una fuerza de voluntad para ayudar a vivir a quien lo necesite que hace que su entrega sea inagotable.

Ella como la doctora Lía son personas de las elites tradicionales de la capital y como en esta Honduras, donde todos cabemos, su labor es invaluable, no hacen bulla, no buscan protagonismo, son gente noble que engloba la nobleza del hondureño. Son también mis Memorables 2014.

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