Más allá de las carnes rojas y procesadas en estas fiestas

Por: Natalia Elorriaga.
Hace un tiempo leía en los medios de comunicación que, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el consumo excesivo de carnes procesadas aumenta el riesgo de tener cáncer.

La noticia tuvo un alto impacto en la población. Sin embargo, las recomendaciones para limitar el consumo de estas carnes ya estaban incluidas en diferentes guías alimentarias porque los fiambres, las salchichas y otros embutidos suelen tener mucha sal, de modo que la población ya sospechaba que ingerir estos alimentos a diario podía ser nocivo.

En estas fechas en las que consumimos tantos alimentos como carnes, grasas y dulces, me gustaría mencionar otros componentes nocivos que han pasado a lo largo de la historia más “desapercibidos”.

Es el caso de las grasas trans artificiales, incluidas en las primeras margarinas vegetales y muchos productos industrializados, que hasta no hace mucho tiempo se suponían más saludables que las grasas saturadas. Afortunadamente la OMS también identificó la remoción de ácidos grasos trans de los alimentos como una prioridad en salud pública, y en 2014, Argentina se convirtió en el cuarto país en el mundo en poner en funcionamiento una medida de esta naturaleza (los otros tres son Suiza, Islandia y Dinamarca).

Los pasos para lograrlo

Desde hace más de una década comenzamos a tener información acerca de que las grasas trans eran perjudiciales para nuestro organismo.

Lo que no se conocía era qué pasaría cuando la restricción estuviera en vigencia. ¿Qué beneficios sanitarios y económicos tendría que Argentina sea “libre de grasas trans”? Un equipo de profesionales del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), bajo la dirección del Dr. Adolfo Rubinstein, nos propusimos responder esa pregunta.

El estudio permitió estimar que eliminar las grasas trans evitaría anualmente hasta 1500 muertes asociadas a enfermedad coronaria, 2880 infartos agudos de miocardio y más de 1000 anginas inestables, totalizando más de 5.000 eventos coronarios agudos.

Inclusive, en poblaciones de nivel socioeconómico más bajo, donde el consumo de grasas trans es mayor, este efecto podría ser aún más grande. El trabajo calculó que esto se traduciría en un ahorro anual para el sistema de salud argentino (público, privado y obras sociales) que puede llegar hasta 100 millones de dólares asociados al tratamiento y seguimiento de estos casos.

Para medir el impacto sanitario, antes de que se pusiera en vigencia la nueva normativa alimentaria, se estimó cuánto se consumía de aceite vegetal parcialmente hidrogenado (el principal ingrediente de los productos alimenticios que contenía las grasas trans). Luego se consultó a expertos del mercado alimenticio y se analizó a qué sustitutos (otras grasas y aceites) recurriría la industria cuando se elimine el aceite vegetal parcialmente hidrogenado.

Entonces se estimó el efecto clínico de dicha sustitución y se calculó cuánto se reducirá la enfermedad coronaria y cuánto dinero se ahorra el sistema de salud con este cambio en la política alimentaria.
Todas estas estimaciones se aplicaron a una muestra poblacional de 4000 adultos pertenecientes a un estudio de Argentina, donde se estimó su riesgo cardiovascular antes y después de la implementación de las regulaciones impuestas por el Ministerio de Salud, calibrándose los datos de incidencia con las estadísticas nacionales de mortalidad y letalidad de la enfermedad coronaria.

Finalmente, se realizó una convocatoria a paneles de expertos (académicos, epidemiólogos, nutricionistas, bioquímicos, ingenieros industriales, cardiólogos, funcionarios del Ministerio de Salud, economistas, etc.) para consensuar ciertos datos. Así fue como se concluyó que la eliminación de las grasas trans permitiría que se eviten más de 5.000 eventos coronarios agudos, una cifra verdaderamente significativa si consideramos que en Argentina se registran casi 100.000 eventos coronarios anuales (casi 5 episodios cada 1000 personas adultas por año, una frecuencia alta en comparación con otras naciones).

Así es como Argentina está libre de grasas trans artificiales, pues en diciembre de 2014 entró en vigencia la modificación en el Código Alimentario Argentino que prohíbe fabricar y comercializar alimentos que contengan grasas trans de origen industrial. El contenido de ácidos grasos trans de origen industrial se limitó al 5% del contenido total de grasas. Como profesional de la salud celebro la puesta en marcha de esta iniciativa, pues constituye una prioridad en salud pública que permitirá mejorar la salud de la población.

¿Cómo se podría tratar el tema de las grasas trans a nivel gobierno teniendo en cuenta este ejemplo en Argentina? A nivel personal, ¿qué tipo de ajustes podrías hacer a tu dieta en estas fiestas que se aproximan? Cuéntanos en la sección de comentarios abajo o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Lic. Natalia Elorriaga es nutricionista, magister en efectividad clínica e investigadora del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS).

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