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(Lucem et Sensu) El médico siempre culpable

Por Julio Raudales.

Pocos organismos internacionales han sido tan vilipendiados a lo largo de su historia como el trístemente célebre Fondo Monetario Internacional. Es dificil encontrar algún intelectual, experto en temas económicos o político de carrera que tenga una buena opinión de este “bastión del capitalismo”, numen de Bretton Woods y titán de las finanzas internacionales.

Muchos sabios de nuestros días han denostado sus prácticas, desde el monetarista ultraliberal Milton Friedman, hasta Joseph Stiglitz, el adalid del intervencionismo estatal han clamado por su cierre inmediato. Todo esto sin contar con los rabiosos socialistas como el griego Yanis Varoufakis, quien echa todas las culpas de las calamidades su país al “demoniaco ente financiero”.

¡En fin! el debate ha sido largo y acre desde aquel verano de 1944 en que, ante el inminente triunfo aliado en la segunda guerra mundial, los vencedores de occidente crearon este organismo en el pequeño pueblo de Bretton Woods, New Hampshire, en los Estados Unidos, con el objetivo de que el mundo tuviese siempre un guardacostas que evite que las economías pequeñas o grandes sucumban en el siempre peligroso oceano de la libertad de mercado.

Mas allá de la discusión acerca de si el organismo ha cumplido o no con sus objetivos fundacionales, el tema en la prensa ha discurrido en torno a los muchos errores que se  han atribuido a sus “recetas” cuando le toca atender a países que, merced a la irresponsabilidad de sus políticos o la avaricia de sus banqueros, han afrontado ominosas crisis que forzosamente desembocan en caos, miseria y hasta muerte.

Lo curioso es eso: al FMI le ha tocado en ocho décadas de trabajo, atender pacientes en estado terminal. Cómo cuando un fumador compulsivo cae por fin, víctima de sus desafueros con el tabaco, con un efisema o un cáncer y, siempre inconsciente y rabioso, culpa al neumólogo por no curarle o lo que es peor, no haberle advertido que fumar puede terminar con su vida de forma intempestiva y dolorosa.

Lo mejor, sobre todo para nuestros políticos siempre atrabiliarios, es que encuentran en el citado organismo, un oportuno enemigo a quien culpar de las excretas que ellos mismos depositan en la cara de sus votantes. Si de algo sirve el mentado “Fondo” es para hacerlo depositario del odio generalizado de las sufridas sociedades víctimas de sus irresponsables dirigentes.

Curioso es también que, algunos gobiernos que antes de hacerse con el poder se declaraban enemigos jurados del “capitalismo” y por ende del FMI, ahora lo llaman y solicitan su aval para justificar así sus desafueros fiscales y sus abusos monetarios.

¿No debería extrañarnos que antes, estos políticos de pacotilla se rasgaran las vestiduras ante la presencia del organismo financiero en nuestro país y que ahora lo aclamen como su alidado fundamental en la búsqueda de fondos para apalancar su gasto excesivo? Pues parece que no. ¡Es tanto el cinismo y la falta de principios en los que pueden caer estos políticastros, que bien podrían sacudir el esqueleto de Maquiavelo en su tumba!

Lo importante en esta era, es que el organismo está dispuesto siempre a ofrecer su validación. El último acuerdo firmado en noviembre de 2023 entre el gobierno de Honduras y el vilipendiado FMI se imcumplió apenas a 3 meses de su firma.

En dicho acuerdo, las autoridades se habían comprometido entre otras cosas, a deslizar suavemente el tipo de cambio, de forma que el país pueda recuperar la competitividad perdida frente a sus socios comerciales. También se acordó ajustar de manera gradual los agregados monetarios, de forma que los agentes económicos no se sientieran compelidos a sacar sus capitales del país. Otro de los objetivos, muy racional por demás, era reducir las pérdidas de la estatal eléctrica. Nada de ello se logró y todo indicaba que el mentado acuerdo se iría por el caño en la primera revisión.

Sin embargo, haciendo gala de un infinito cinismo y aprovechando el descrédito mundial que el organismo pretende revertir, las autoridades lograron mantener el acuerdo, no sin sacrificar a los desvalidos agentes con aumentos abruptos en la tasa de interés y la depreciación.

Ahora pretenden decirnos que el desmigajado FMI nos acuerpa y resalta la “resiliencia” de una economía que no hace mas que estabilizarse en su estado comatoso. ¡Pobre país! Así seguiremos por secula seculorum si no cambiamos de mentalidad y nos sacudimos de un liderazgo siempre obceno y tremebundo.

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