Lilian Ferrera, profesora universitaria de filosofía

Por:Ramón Romero
Hay hechos que siendo tan valiosos tienden en nuestro medio a pasar desapercibidos; uno de estos es el dedicar la vida a la formación de otros. Educar es decisivo y quien educa contribuye como el que más a la edificación de una mejor sociedad

En el oficio de formar, una profesora universitaria que asume con seriedad, entusiasmo y compromiso durante cuarenta años la tarea de enseñar ética, reflexionar desde la cátedra sobre la moral y llevar a los estudiantes al descubrimiento de la realidad desde la integralidad de la perspectiva filosófica hace un aporte mayor a la nación. Cuanto más si se hace en un país de escasa tradición intelectual y hostilidad al pensamiento. Ese es el genuino mérito de Lilian del Carmen Ferrera Amaya, recién jubilada tras cuarenta años de abnegada labor como profesora de filosofía y ética en la UNAH.

La relación de Lilian Ferrera con la filosofía se inició siendo una joven estudiante de nuestra universidad, en la cátedra del Maestro Carlos Echeverría, quien identificó en ella condiciones y aptitudes para el estudio superior en este campo. Fue becada por la UNAH para cursar su licenciatura en filosofía en la Universidad de Costa Rica, en donde junto a su compañero de estudios Roberto Castillo, se formó bajo la guía intelectual de filósofos eminentes como Teodoro Olarte, Constantino Láscaris, Juan Roberto Murillo, Roberto Brenes, Luís Camacho Naranjo y Guillermo Coronado.

Su área de concentración fue la ética y en esta sus profesores la orientaron hacia la fenomenología de Husserl y la consecuente ética fenomenológica de Scheler. El aporte de ambos filósofos de principios del siglo XX, checo el primero y alemán el segundo, ha dado lugar a una síntesis de alto valor intelectual. Husserl sostuvo que la tarea de la filosofía es explicar el sentido de la realidad social y de la historia, indicando que el método para lograrlo es la fenomenología o descripción rigurosa y sistemática de la realidad. Scheler aplicó el método fenomenológico de Husserl al estudio de las emociones y a partir del dato empírico resultante de la descripción fenoménica diferenció entre los valores -con características de eternidad e invariabilidad- y los bienes o portadores circunstanciales de los valores. Sobre esa base empírica e interpretativa Scheler edificó la deontología y la teoría ética en clave fenomenológica. Estas fueron las aguas intelectuales en que abrevó Lilian Ferrera antes de su regreso a Honduras.

El curso con que inició su actividad docente en la UNAH, en 1974, fue Fundamentos de Filosofía. Luego vino la enseñanza de asignaturas de servicio, como las de Ética y Filosofía de la Educación en la carrera de Pedagogía. Unos años después fue jefa del Departamento de Filosofía, parte del equipo diseñador del currículum de la carrera de filosofía y luego profesora de dicha carrera; después coordinadora de la misma durante varios períodos. También enseñó ética médica en la carrera de medicina.

En los últimos años fue Coordinadora de Educación a Distancia. Ahí formuló los lineamientos estratégicos de la reforma en esa área de la actividad universitaria y se formó en nuevos campos como la educación virtual. Con sus ideas en esos terrenos dejó preparado el camino a quienes le sucedan.

Cuando el que esto escribe se inició como instructor de filosofía, en 1976, Lilian junto con Vilma de Echeverria y Augusto Serrano me trataron como colega y amigo más que como aprendiz del oficio y sólo yo se cuanto eso me ayudó. En 1977 hicimos con Liliam una reflexión teórica sobre el curso de Fundamentos de Filosofía que nos condujo a una planificación minuciosa de aquel curso, mejorando el nivel académico de lo que enseñábamos. En 1978 fuimos parte del Comité Organizador del Tercer Coloquio Centroamericano de Profesores Universitarios de Filosofía y junto con Augusto Serrano presentamos una ponencia en aquel evento, inspirada en el concepto de Alteridad, del filósofo Levinas y en la filosofía latinoamericana de la liberación, que titulamos «La filosofía en la voz del otro»; aquel documento orientó en forma considerable nuestra perspectiva de trabajo filosófico. En 1980 Lilian y yo fuimos parte de la comisión presidida por Serrano y Juan Samaja que diseñó, coordinó y enseñó el primer curso general e interdisciplinario que se sirvió en la UNAH: El hombre y su universo.
 
En 1990 ambos fuimos parte de la comisión designada por el Consejo Universitario para formular una filosofía educativa de la Universidad; la comisión fue coordinada por los ex rectores Arturo Quezada y Hernán Corrales Padilla; la integraban además Ramón Oquelí, Manuel Antonio Santos, Roberto Castillo, Hilario Vallejo y Óscar Soriano. En 1992 Lilian fue la Secretaria del Comité Organizador de la Tercera Conferencia Internacional de Ética para el Desarrollo, que yo presidí. En 2002 ocupamos las mismas posiciones organizando la Sexta Conferencia Internacional de Ética para el Desarrollo.

Lilian Ferrera es una universitaria incansable. Su identificación con la Universidad y su reforma ha superado con creces los obstáculos y limitaciones del medio, así como las hostilidades que siempre encuentra quien avanza.

Profesores de elevado compromiso, como ella, nunca abandonan el mundo académico. Son, por propia opción, universitarios de por vida.

¡Gracias Lilian, en nombre de la Universidad y de Honduras por tus aportes!

Siendo que el trabajo intelectual se cualifica más cuanto por más años se ejerce, es impensable que la Universidad prescinda de aquellos profesores jubilados que optan de manera permanente por la academia justo en la época en que estos se elevan a los mayores niveles de madurez intelectual y proximidad a la sabiduría.
 
La Universidad necesita re-crear su vínculo con ellos, de manera que su retiro sea solo un cambio de posición dentro de la academia. Robustecer el vínculo académico de la universidad con estos profesores es parte de la reforma y vamos a trabajar por ello. Necesitamos crear las oportunidades para que muchos profesores jubilados, genuinos universitarios, puedan ejercer el voluntariado académico y sigan, por diversas vías, aportando al conocimiento en nuestra universidad.
 
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