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Libertad de expresión y espacio cívico, la última frontera vulnerada en Honduras

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Tegucigalpa (Proceso Digital) – En el último ranking del Índice de Chapultepec Honduras se ubica como una nación con alta restricción en materia de libertad de expresión. Esa medición contrasta con los últimos ataques a la prensa que han llegado desde el Congreso Nacional y con el acento en las amenazas a organizaciones de sociedad civil como ASJ, tras publicar un informe sobre el estado de la seguridad en el país.

Y es que Centroamérica camina al filo de la navaja y en países como Nicaragua, El Salvador y Honduras, la libertad de expresión y el espacio cívico constituyen la última frontera de la democracia ante claras señales de control y autoritarismo, advierten expertos. 

En tanto, el avance en el cierre de los espacios cívicos se mueve en dos ámbitos, uno abierto, de confrontación y polarización, y otro discreto, de amenazas e intimidaciones, ambos corren en forma paralela ante una ciudadanía agobiada por la violencia, la inseguridad, el empleo, los efectos del cambio climático, la corrupción y el crimen organizado, entre ellos el narcotráfico.

Los más recientes informes sobre Riesgo Político y el Índice de la Democracia, reflejan que América Latina sigue en retroceso, y en el caso de Centroamérica la regresión es preocupante. En los últimos seis años, el avance de los países hacia el autoritarismo es el doble de los que transitan hacia la democracia, dijo el politólogo y analista internacional, Daniel Zovatto, en el marco de una conferencia magistral sobre Democracia y Autoritarismo brindada a un grupo de periodistas de Guatemala, El Salvador y Honduras que promueve el Ciclo de Actualización para Periodistas (CAP).

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El CAP es una instancia de formación académica dirigida a periodistas del Triángulo Norte de Centroamérica para generar conocimiento, formación, debate de ideas e intercambio de experiencias sobre temas relacionados con la democracia, la libertad de expresión, la gobernabilidad, justicia, Estado de Derecho y derechos humanos, entre otros temas de interés.

En su intervención, Zovatto detalló los riesgos políticos que enfrenta la región latinoamericana, la tendencia de los gobiernos, y cómo según el último Índice de la Democracia presentado por The Economist, las democracias centroamericanas se encuentran mayormente en la franja de Regímenes Híbridos y Regímenes Autoritarios, a excepción de Costa Rica que se ubica como una Democracia Plena.

Honduras, Guatemala y El Salvador experimentan retrocesos según el Índice de la Democracia, se ubican como Regímenes Híbridos, en tanto Nicaragua sigue siendo visto como un Régimen Autoritario.

Esta fragilidad democrática de la región en donde Guatemala, estuvo a punto de vivir un golpe de estado para que el nuevo presidente Bernardo Arévalo no asumiera el poder, y Nayib Bukele en El Salvador, avanza con el control de la institucionalidad del país, incluyendo el Parlamento y los gobiernos locales, son señales de los riesgos democráticos instalados en la región, donde Honduras no escapa de esas tendencias y empieza a dar señales preocupantes.

De acuerdo con la (SIP), a nivel global, la libertad de prensa en las Américas descendió a su punto más bajo en los últimos cuatro años.

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Honduras cae en el Índice de Chapultepec

Según el Índice de Chapultepec, el barómetro que mide las acciones institucionales en materia de libertad de expresión y de prensa, la región centroamericana también presenta graves retrocesos al respecto.

El Índice de Chapultepec 2023, clasifica a los países en cuatro categorías: Baja Restricción, Con Restricción, Alta Restricción y Sin Libertad de Expresión. De acuerdo con la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), impulsora de este barómetro, a nivel global, la libertad de prensa en las Américas descendió a su punto más bajo en los últimos cuatro años con retrocesos en la puntuación de 18 de 22 países analizados. De un total de 100 puntos, la región descendió a solo 47,84 puntos. Es la primera vez que se coloca debajo de los 50 puntos, refiere el informe de la SIP.

En el caso de Centroamérica, Costa Rica es el único país que saca 61.60 puntos de 100, y se ubica como un país en la categoría de Baja Restricción. Pero El Salvador (34.25), Guatemala (32.07) y Honduras (36.50) entran en la categoría de Alta restricción, en tanto Nicaragua cae en la categoría de país Sin Libertad de Expresión (1.50).

En el caso de Honduras, el país sale aplazado en los ítems de Ciudadanía Informada y libre de expresarse, Flujo de Información, Libre Expresión, Ejercicio del Periodismo, Violencia e Impunidad, Protección, Persecución, Impunidad, Hechos Violentos registrados, Control de Medios, Control Directo y Control Indirecto. Las puntuaciones obtenidas son muy bajas y hacen que el país pase a la categoría de nación de Alta Restricción.

En Honduras llama la atención que, en el 2022, el país estaba en la categoría “Con Restricción” para caer en el 2023 en una calificación de país con “Alta Restricción”. En esta nación centroamericana, las tendencias del deterioro de la libertad de expresión son pronunciadas según expresó en su comunicado la SIP al difundir los resultados del Índice de Chapultepec.

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La defensa del espacio cívico, el gran desafío

Para Daniel Zovatto, la libertad de expresión y el espacio cívico constituyen la última frontera de la democracia frente a los avances del autoritarismo y el populismo, pero los desafíos democráticos son enormes y se requiere de acciones para fortalecer estos espacios.

Cuando los gobiernos empiezan a tomar el control de la institucionalidad, se pierde la independencia de poderes y se debilita el Estado de Derecho, la libertad de expresión y el espacio cívico son la última frontera de la democracia, y en la región centroamericana dicha frontera se encuentra bajo amenazas.

En Nicaragua, por ejemplo, el régimen de Daniel Ortega ha emprendido una estrategia de asfixia de la libertad de expresión y el espacio cívico caracterizada con el cierre de medios de comunicación, ONG, centros académicos, iglesias, persecución y encarcelamiento de la oposición, intelectuales y periodistas, expulsión y pérdida de la nacionalidad para otros, además de confiscación de bienes cuentas. Es una estrategia brutal que hace que ese país sea considerado como una dictadura totalitaria.

En El Salvador, el triunfo de Nayib Bukele en una reelección ilegal, porque lo prohíbe la Constitución de ese país, no solo ha borrado del mapa a la izquierda del FMLN y copado el control institucional en los tres poderes del Estado más la Fiscalía, también avanza en el control territorial de los gobiernos locales, mientras el espacio cívico y la libertad de expresión han entrado en una especie de agonía.

La estrategia de Bukele basada en el tema de la seguridad y el control de la violencia encerrando en una mega cárcel a las maras y pandillas y todo aquel que considere “enemigo” de sus políticas, le ha permitido avanzar en el desmantelamiento de la institucionalidad, tomando como base otro dato que indica el Latinobarómetro 2023: los ciudadanos apoyan menos la democracia y no importa si tienen un gobierno autoritario, si éste les resuelve sus problemas. Y esa parece ser la lógica de Bukele, aunque ello no sea sostenible en el tiempo.

En El Salvador la prensa se encuentra bajo acecho y las organizaciones civiles que conforman el espacio cívico empiezan a resentir la estrategia bukeliana del descrédito, de la persecución fiscal y de las amenazas e intimidaciones. En el caso de los periodistas salvadoreños, varios han tenido que salir del país.

Guatemala, es por ahora una excepción ante la asunción del joven gobierno de Bernardo Arévalo, que sorteó una serie de obstáculos para poder asumir el poder, pero que tiene ante sí desafíos democráticos muy fuertes en un país donde el conservadurismo seguirá siendo una oposición de fuerza.

La libertad de expresión y el espacio cívico constituyen la última frontera de la democracia frente a los avances del autoritarismo y el populismo.

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Ejecutivo y Legislativo, entornos desfavorables en Honduras

Honduras, en tanto, con los signos de mala salud en materia de libertad de expresión, el índice de la democracia y el avance del control institucional por parte del gobierno de Xiomara Castro, el espacio cívico también empieza a resentir el paralelismo con que se mueven las amenazas: las abiertas y las discretas.

Dentro de las amenazas abiertas, instancias civiles que luchan contra la corrupción son el blanco de amenazas desde el oficialismo por sus informes e investigaciones; en tanto organizaciones defensoras de la mujer empiezan a denunciar intimidaciones y campañas de descrédito en redes sociales y otros mecanismos por exigir que cese la impunidad por la muerte violenta de mujeres y los casos de violencia doméstica e intrafamiliar.

Dentro de las amenazas veladas o “discretas” la prensa ha denunciado presiones por su trabajo, hostigamiento e intimidaciones. El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) ha sido el centro que está canalizando las denuncias, mientras crecen las amenazas veladas en contra de destacados periodistas.

Según el Índice de Chapultepec, los entornos más desfavorables que amenazan la libertad de expresión en Honduras son los poderes Ejecutivo y Legislativo, mismos que ejercen fuerte presión para el ejercicio del periodismo.

En una escala de 1 a 10 sobre la influencia de los entornos desfavorables, donde 10 es muy influyente, el grado de influencia desfavorable en el Poder Legislativo es 5,38; en el Poder Judicial 4,36 y en el Poder Ejecutivo 6,03. Los poderes Legislativo y Ejecutivo los ubican así dentro de la categoría de “Influencia fuerte”.

En la dimensión A: Ciudadanía informada y libre de expresarse, el poder Legislativo saca un puntaje de 6,18, el Poder Judicial, 5,55 y el poder Ejecutivo 6, 45. El índice los ubica en el rango de “Influencia fuerte”.

En tanto en la Dimensión B: Ejercicio del periodismo, el Poder Legislativo (9,18), el Poder Judicial (8,91) y el Poder Ejecutivo (9,45), ubicados así en la categoría de “Influencia muy fuerte”. En la Dimensión C: Violencia e impunidad, el Poder Legislativo (7,61), el Poder Judicial (6,88) y el Poder Ejecutivo (8,03), en la categoría de “Influencia muy fuerte” los poderes Legislativo y Ejecutivo, mientras el Poder Judicial con “Influencia fuerte”.

En la Dimensión D: Control de medios, el Poder Legislativo (3,73), el Poder Judicial (3,32) y el Poder Ejecutivo (4,59). Aquí la categoría en la que entran los tres poderes del Estado es “Influencia Moderada”.

Se suma a ello el clima de polarización tóxica que tiene su mayor expresión en las redes sociales, y de acuerdo con el analista internacional, Daniel Zovatto, este escenario de negación y descalificación del otro volverá difíciles los acuerdos. Se hace urgente el diseño de estrategias frente a la desinformación y las falsas noticias para que la libertad de expresión y el espacio cívico fortalezcan esa última frontera que le queda a la democracia. (PD)

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