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Lecciones

Luis Cosenza Jiménez

En esta ocasión quiero referirme a dos lecciones que hemos recibido recientemente. Una es la lección, positiva y madura, que recibimos del pueblo chileno en el proceso de rechazar abrumadoramente la propuesta de una nueva constitución, y la otra, negativa y pueril, que recibimos de don Mel y de algunos activistas de Libre durante la celebración de nuestra independencia. Pero permítanme ilustrar mi punto de vista.

Seguramente recordarán que en octubre de 2019, y luego en marzo de 2020, Chile vivió momentos difíciles a raíz de las protestas violentas, y hasta vandálicas, que surgieron debido al aumento que el gobierno había aprobado para el transporte en el metro. Para calmar los ánimos, siendo presidente Sebastián Piñera, los chilenos votaron a favor de preparar una nueva constitución política que sería redactada por un grupo de personadas elegidas para ese único propósito. La mayoría de esas personas simpatizaban con la izquierda y por tanto todos suponían que el nuevo texto sería “progresista” y otorgaría nuevos derechos y beneficios al pueblo chileno. Mientras preparaban la nueva constitución en noviembre de 2021 los chilenos eligieron a un nuevo presidente, Gabriel Boric, un demócrata izquierdista, es decir, una persona que coloca a la democracia por encima de la izquierda. Luego, a inicios de septiembre de este año, los chilenos sometieron a votación el texto propuesto para la nueva constitución. Se decía que las encuestas indicaban una reñida batalla entre el “sí” y el “no”.  Según los expertos, el “no” lideraba los resultados por cinco puntos porcentuales. No obstante, para sorpresa de todos, los chilenos abrumadoramente dijeron que no a la propuesta. El “no” recibió el apoyo del 62% de los votantes, mientras que el “si” obtuvo tan solo un 38%. Es decir, de cada 3 chilenos, casi dos dijeron que no por cada chileno que dijo que sí. Ante esta humillante derrota, el joven presidente Boric aceptó humildemente el fracaso del proyecto y hasta modificó su gabinete de gobierno para alinearse mejor con los vientos políticos que el resultado reveló. Tratando de ser consistente con lo decidido por los chilenos, concluyó que se había rechazado el texto propuesto, pero no así la aspiración de contar con una nueva constitución, por lo que retomará el esfuerzo por preparar un nuevo texto a ser presentado y posteriormente adoptado o descartado mediante otro plebiscito. Es posible que, sabiendo de la animadversión generada por algunos de los artículos incluidos en la fallida propuesta se pueda preparar un texto que sea aceptable a los votantes, como también es posible que al final la población decida que prefiere conservar la actual Constitución. Los chilenos han demostrado que actúan con madurez y responsabilidad y, a diferencia de muchos otros ciudadanos de otros países, entienden que un país no se desarrolla, por arte de magia, cambiando la constitución. Saben que no hay atajos al desarrollo y que se trata de trabajar diligente y denodadamente, como lo han venido haciendo durante muchos años.  Están convencidos de que eso es lo que les ha permitido ponerse, por mucho, a la cabeza de América Latina. De cualquier manera, los chilenos han dado una lección de civismo, madurez y sensatez. Dios quiera que el resto del continente pueda absorber ese ejemplo.

La otra lección, destructiva e infantil, la han dado don Mel y algunos de los activistas de Libre, quienes decidieron convertir los actos conmemorativos de nuestra independencia en un acto político. En lugar de utilizar el acto conmemorativo como un instrumento para unir a nuestro país reduciendo la polarización, optaron por exacerbar nuestras diferencias, marchando en el estadio en los actos de celebración. Como era de esperarse, algunas de las personas que se hicieron presente en lo que esperaban que fuera un acto cívico se molestaron por la participación de don Mel y sus activistas y recurrieron a lanzarles bolsas con agua y otros artículos, desnaturalizando el acto y avergonzándonos a todos. ¿Por qué actuar de esa manera?  ¿Es que no entienden que ahora son gobierno y no oposición? ¿No comprenden que nuestras autoridades deben actuar con un mínimo de seriedad y decoro? Después de todo, son los gobernantes de todos los hondureños y no solo de los activistas de Libre. Como contrasta el proceder de don Mel con la actuación del Presidente Chileno.  Reconozco que no somos Chile, pero me parece que tenemos derecho a esperar un ápice de seriedad, responsabilidad y prudencia de parte de nuestros gobernantes. Por ahora solo queda lamentar el triste espectáculo que presenciamos el 15 de septiembre y esperar que don Mel y sus seguidores hayan aprendido la lección y no repitan su error el próximo año.

Nuestra Honduras, y nuestra América, necesitan políticos y líderes como el Presidente Boric y no como don Mel, o como Nicolás Maduro o Daniel Ortega. Necesitamos personas que antepongan la democracia a su ideología política, que entiendan que gobiernan para toda la nación y no solo para sus seguidores, que comprendan que deben actuar con madurez, prudencia y con la humildad y magnanimidad necesaria para unir a sus polarizados países. Sé que no es fácil, también entiendo que si no reclamamos que rectifiquen su comportamiento, reducimos las probabilidades de que esto ocurra. Al final, nuestra herramienta más poderosa es nuestro voto, salvo que se las ingenien para arrebatárnoslo, como ha ocurrido en Venezuela y Nicaragua. Todo depende de nosotros.

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