spot_img

La situación económica de Honduras y el FMI

Por: Hugo Noé Pino

Tegucigalpa.– La misión encargada de la quinta revisión del programa de Honduras con el Fondo Monetario Internacional (FMI) finalizó su visita la semana recién pasada.

Como es costumbre en este tipo de misiones, la visita se finaliza con un comunicado de prensa en donde se presentan los resultados preliminares de la evaluación efectuada. El comunicado destaca la reducción del déficit fiscal, el control de la inflación, la disminución del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos, entre otros aspectos. Curiosamente, no se hace referencia a los denominados cambios estructurales incluidos en el acuerdo, como es el problema de la ENEE y la flexibilización del tipo de cambio.

Adicionalmente, se señala que la economía “se continuó fortaleciendo” y que “creció firmemente”; sin dejar de reconocer el comportamiento de los indicadores mencionados (repetidos en todas las evaluaciones anteriores) podríamos calificar la posición del FMI de parcial. Parcial porque no se toma en cuenta el comportamiento de otras variables, las cuales darían un panorama más completo de lo que realmente pasa en la economía hondureña.

En primer lugar, es cuestionable que un crecimiento de 3.5% del PIB, en promedio para los últimos tres años, se pueda considerar satisfactorio, dado el crecimiento de la población. El crecimiento per cápita de 1.5% difícilmente reduce desempleo o logra mejorar los niveles de bienestar de la población. En segundo lugar, podríamos preguntarnos ¿cuál ha sido la fuente de ese crecimiento?; el mismo comunicado menciona que éste se da principalmente por un aumento en el consumo y las exportaciones. Es correcto que el consumo ha sido una de las principales variables que ha permitido el aumento del PIB, pero también indicar que éste ha sido respaldado por las remesas familiares (ahora amenazadas por la política migratoria de Estados Unidos). Las exportaciones, por su parte, no han sido tan dinámicas como se quiere presentar, es más, de acuerdo a cifras del BCH disminuyeron en 4.2%. 

En tercer lugar, el análisis del comportamiento de la inversión también muestra signos preocupantes. La inversión privada doméstica también bajó alrededor del 4% el año pasado. Mientras tanto, la inversión extranjera se redujo por segundo año consecutivo. Si a esto agregamos que más de dos terceras partes de la inversión extranjera es reinversión de utilidades (es decir no llega al país capital fresco), lo que se puede deducir es que el país no es tan atractivo para la inversión extranjera como muchas veces se quiere presentar. 

Tampoco hay ninguna referencia al peso de la deuda y a la necesidad de ser prudentes en su manejo. En los últimos tres años el gobierno ha dedicado enormes recursos al pago de la deuda: uno de la cada tres lempiras presupuestados de ingresos serán dedicados al servicio de la deuda. Aunque los riesgos de insostenibilidad son menos que hace tres años, esto no quiere decir que las vulnerabilidades de la economía no se puedan presentar en cualquier momento. 

Otro variable a considerar es la del empleo. Los datos muestran que uno de cada dos hondureños tiene algún problema de empleo: o está abiertamente desempleado o subempleado. En cualquiera de los casos sus ingresos no le dan para satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia. Esto es, en parte, producto de los sectores que están impulsando el crecimiento económico. Los sectores más dinámicos de los últimos años han sido el sector financiero, telecomunicaciones, energía y algunos servicios. Todos ellos tienen la característica de absorber poco empleo.

También hay que considerar la persistencia de la pobreza, producto del escaso crecimiento y de la enorme desigualdad que existe en el país. De acuerdo a cifras del INE, la pobreza se ha reducido entre dos y tres puntos en los últimos años. Sin embargo, el nivel actual de pobreza es de 60%, el mismo que teníamos en 2010. Si a esto se agrega la reducción de bienes públicos (derivado del ajuste para reducir el déficit) en educación y salud (el gasto de bolsillo de las familias ha aumentado en estos campos), es bastante fácil imaginarse los resultados sobre los niveles de bienestar de la población. 

Llama también la atención que el FMI se refiera a avances en seguridad. Sin analizar el tema por razones de espacio, sería también incluir otros temas que afectan el comportamiento económico; por ejemplo, el de la gobernanza. Se podría preguntar, por ejemplo, en qué medida la concentración de poder en Honduras afecta las decisiones de invertir entre los empresarios hondureños y extranjeros. ¿Qué impacto tienen las violaciones de los derechos humanos? ¿Qué tipos de conflictos pueden darse en Honduras por la imposición de una reelección ilegal? Estos también son factores que afectan el crecimiento económico de un país. 

En suma, la visión de la economía hondureña presentada por el FMI está lejos de ser la visión integral que el país necesita para garantizar una crecimiento sostenido e inclusivo. La preponderancia del análisis de variables en corto plazo no permite entender, ni atender, los problemas del desarrollo. Se requiere un cambio de dirección en la política económica, que, sin desestimar los beneficios de la consolidación fiscal, se preocupe verdaderamente por el bienestar de la población.

spot_img

Lo + Nuevo

spot_img
spot_imgspot_img