La revolución del sentido

Por: Julio Raudales

Dice el anecdotario universal que a principios de los 70´s, durante una reunión entre Richard Nixon y el Primer Ministro Chino Zhou Enlai, el presidente nortemericano preguntó su opinión acerca de la Revolución Francesa, a lo que Zhou, haciendo gala de la sabiduría milenaria de los orientales respndió: “No lo sé, es demasiado pronto para hacer un análisis”

Hace pocos días, en un interesante conversatorio en Tegucigalpa, Aristides Mejía y Raul Arechavala reflexionaban sobre la Revolución Francesa y su influencia en Honduras. Los elementos resaltados por los amigos francófilos, trajeron a mi mente algunas ideas sobre lo que debería ser la revolución en nuestros días, a despecho de lo dicho por Zhou Enlai.

Hasta ahora, las revoluciones han tratado siempre de cambiar esquemas políticos con el fin de quitar privilegios o el ingreso de unos para darlos a otros. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, no logran que las personas (que recibieron ese ingreso) no vuelvan a caer en la misma situación de antes, una vez que éste se acaba.

¿Por qué la redistribución del ingreso no logra corregir el estado de pobreza de un modo estable y permanente? Porque la salida definitiva de la pobreza no tiene que ver con el ingreso sino con las destrezas espirituales para conseguirlo. Si estas destrezas espirituales no se potencian a través de la Educación, y no se encauzan debidamente a través del Sentido, la táctica del ingreso no será suficiente y su éxito terminará cuando el ingreso acabe. 

La miseria es material pero también es un estado espiritual. Al asumir que tanto la pobreza como la riqueza son exclusivamente estados económicos, los políticos pretenden corregir la pobreza material con riqueza material. Por supuesto, mientras el ingreso estatal se mantiene, la situación parece haberse corregido. Pero apenas el ingreso mengua aparece nuevamente la pobreza. ¿Por qué? Porque se trata de una estrategia externa no interna.No apunta a la persona sino al ingreso de esa persona.

En rigor, las revoluciones de la historia, ponen en práctica estrategias que no están interesadas en la persona. No entienden que solo cuando se cuenta con ciertas destrezas espirituales, la gente puede apropiarse de su entorno, encauzar su vida a través de un sentido, y procurarse el ingreso suficiente para salir definitivamente de ese estado.

Lo material es importante, eso está claro. Si alguien no tiene para comer no se puede pensar en otra cosa. Sin embargo, una propuesta que busque estadios integrales, implica asumir también la responsabilidad de la dimensión existencial. hay que revolucionar a la persona además de darle cosas. Lo material es el piso donde una persona se apoya. Pero la gente sueña con algo más que el piso, porque además de raíces tienen alas, y por tanto sueñan también con desplegarlas.

Si no pensamos la igualdad de oportunidades en función de una concepción existencial de la libertad, si concebimos ambas, igualdad y libertad, como cuestiones exclusivamente económicas, entonces, lejos de corregir la desigualdad, la consolidamos, y lejos de potenciar la libertad, la coartamos.

La mayoría de nuestros sistemas educativos tienen dos pilares: Conocimiento y Valores. Es necesario agregar EL SENTIMIENTO como un tercer pilar.

El Sentimiento potencia el conocimiento porque desde los griegos sabemos que no aprendemos cuando repetimos o memorizamos sino cuando nos emocionamos. Y no hay nada que emocione más a una persona que tener claro lo que quiere ser en la Vida. Una Educación basada en el Sentido permite identificar y canalizar esas emociones. Si el conocimiento depende de la emoción entonces un Sistema educativo en condiciones de gestionar correctamente las emociones de sus alumnos es un Sistema útil, digno y poderoso. El conocimiento abre un mundo de posibilidades al alumno. El Sentido no viene a restarle posibilidades al conocimiento sino a sumarle posibilidades al estudiante.

Vivimos en una sociedad del cansancio como dice Chul Han. En una sociedad repleta de mandatos que exigen demasiado y que han conducido a muchos a desenlaces fatales. Tenemos que volver a la esencia. El Sentido reencausa a la persona y le hace ver lo verdaderamente importante. La devuelve a su eje y a un mismo tiempo elimina presiones económicas y sociales que para muchos constituyen un sobrepeso insoportable.

No se trata de traer el “Cielo a la Tierra” como pretendía Marx; tampoco “de arruinarle de Cielo al Hombre para que siga en la Tierra” como reprochaba Chesterton. De lo que se trata, esta vez, es de “crear las condiciones en la Tierra, para que cada hombre y cada mujer, puedan buscar y encontrar su propio Cielo”.

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