Vivimos tiempos recios. El mundo entero experimenta una creciente volatilidad, pero esta es aún mayor en economías pobres y con instituciones débiles como la hondureña.
A los altos precios del petróleo, la escasez de insumos agrícolas, el elevado precio de los fletes de carga y demás secuelas de la pandemia, hay que sumar la vulnerabilidad ambiental, la mala imagen del país y los enormes problemas fiscales que el actual gobierno ha heredado.
Como si lo anterior fuera poco, ha trascendido en las últimas horas, que la prima por riesgo país de Honduras se ha incrementado a niveles históricos en los últimos meses. Esto, definitivamente conspira contra los esfuerzos que pudieran estarse realizando para solventar los problemas que la población más pobre experimenta en su lucha por lograr un mejor nivel de vida. Explicaré por qué.
El “riesgo país” es una variable muy tomada en cuanta, por empresarios y bancos en todo el mundo cuando valoran colocar su dinero. Toda inversión tiene diferentes tipos de riesgos, y en este caso, el indicador muestra el compromiso adicional que se asume al invertir en un país determinado. La definición más básica consiste en calcular la diferencia de rendimiento entre un bono del Tesoro de los Estados Unidos y un bono del país en cuestión, por ejemplo, el gobierno de Honduras, con el mismo plazo de vencimiento.
Por ejemplo, si un bono a 10 años de los Estados Unidos paga una tasa del 3% anual y un bono a 10 años de Honduras paga una tasa del 10% anual, esto significa que la prima de riesgo de nuestro país es de 700 puntos básicos, es decir 7% al año. En otras palabras, los inversores demandan un 7% adicional para asumir el riesgo de invertir en bonos hondureños en comparación con el riesgo de invertir en bonos estadounidenses.
A mayor riesgo país, mayor es el costo de intereses que el país debe asumir sobre su deuda, lo cual lógicamente tiene un impacto negativo sobre la sustentabilidad de esa deuda y la capacidad de pago.
Un indicador como el riesgo país tiene fuertes implicancias económicas para las economías. Hay quienes pretenden descalificar este indicador diciendo que las agencias que lo emiten han fracasado en el pasado. Sin embargo, los inversionistas en todo el mundo, valoran mucho lo que estas calificadoras dicen antes de tomar la decisión de colocar sus recursos en un país como el nuestro.
En los mercados financieros la confianza es una variable determinante. Más allá de los fundamentos económicos, un país que es visto favorablemente por los inversionistas y que cuenta con abundante crédito disponible a bajo costo difícilmente va a enfrentar problemas de solvencia, ya que tiene acceso al capital necesario para refinanciar sus vencimientos.
En cambio, un país que no genera confianza rápidamente puede verse envuelto en dificultades, incluso si cuenta con una producción relativamente sólida. Si los inversionistas pierden la confianza y se corta el acceso al financiamiento, entonces afrontar los vencimientos de deuda puede resultar un serio problema para cualquier país.
Es importante tener en cuenta que el riesgo país no solo influye sobre la solvencia financiera del sector público, sino que tiene también importantes ramificaciones que afectan al sector privado y a la actividad económica real, más allá de los aspectos puramente financieros.
Supongamos que una empresa hondureña desea conseguir fondos en el mercado de deuda para ampliar su capacidad productiva. La tasa de interés que deberá pagar por esa deuda será el resultado de la tasa libre de riesgo, más el riesgo país, más el riesgo específico por prestarle dinero a esa compañía en particular.
Es decir, mientras más elevado sea el riesgo país, mayor es el costo del financiamiento también para el sector privado, lo cual atenta contra la inversión, el crecimiento y el empleo. Por lo tanto, reducir el riesgo país implica amplios beneficios para una economía, mucho más allá de lo que hace a la solvencia financiera del sector público puntualmente.
Por ello es preocupante que la tasa de riesgo país se haya disparado tan rápidamente en Honduras a partir de enero. Honduras solo podrá solventar sus problemas de desempleo y por lo tanto de pobreza, si consigue que los inversionistas tengan confianza en el clima de negocios y esto no sucede cuando las autoridades fiscales muestran una actitud veleidosa o cambiante.
La actual administración ha dado muestras inequívocas de querer cambiar los problemas del reciente pasado, pero, como solían decir los romanos: “La mujer de César no solo debe ser honesta, también parecerlo”.