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La Lista

Thelma Mejía

Tegucigalpa. – Desde la década de los setenta hasta entrado el año dos mil, los reportes de Estados Unidos que más esperábamos los hondureños, los periodistas en particular, era el Informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre la situación de los derechos humanos y una valoración política de la situación de país. El otro reporte, era de la agencia antinarcóticos, la DEA, por sus siglas en inglés, sobre los decomisos de drogas.

En materia de derechos humanos poco a poco fueron apareciendo, a cuenta gotas, las violaciones humanitarias cometidas por los militares hondureños, bajo su aval, al amparo de la doctrina de seguridad nacional, cuando la región centroamericana estaba convulsa y el territorio hondureño era el hospedador de tres ejércitos: el propio, las tropas norteamericanas en Palmerola, y la llamada resistencia o contra nicaragüense. De vez en cuando se reportaban incursiones del ejército salvadoreño cazando guerrilleros.

Las primeras informaciones desclasificadas por Estados Unidos tenían la característica particular de estar tachadas, grandes fondos con parches negros, sobre algunas líneas que soltaban alguna información empezaron a fluir por presiones de los grupos de derechos humanos, el CODEH y el COFADEH, así como el recién creado Comisionado Nacional de los Derechos Humanos en Honduras (CONADEH) a cargo en su primer mandato por el jurista Leo Valladares. La verdad de lo que pasó con los desaparecidos políticos de entonces, se desconoce en su totalidad, pero se sabe lo suficiente para sostener que el Estado de Honduras sigue en deuda con el país.

Era el ambiente que prevalecía en la región, los acuerdos de paz comenzaban a ser empujados, y aquella zona conflictiva que fue Centroamérica abría esperanzas para la paz, la justicia, la inclusión, la prosperidad y la seguridad. Pero todo fue muy corto, las causas estructurales que hicieron de la región centroamericana una zona convulsa, se reeditaron, de forma más violenta y con dos fenómenos preocupantes: la corrupción y el narcotráfico.

Aunque la corrupción y el narcotráfico siempre existieron en la zona, la novedad ha sido su transformación y formas de operar en grandes redes criminales, con conexiones transnacionales y con una captura de los Estados que ha permeado sus instituciones y golpeado, sino es que infestado, la clase política. Esas redes criminales corruptas y narcotraficantes, son las que están generando una expulsión migratoria sin precedentes y Washington siente esa presión sobre ellos, al ser el país en el cual buscan concretar los sueños que estas mafias le roban en su terruño, al amparo de la impunidad.

De ahí que las nuevas listas de Estados Unidos, como la Engel o los informes o juicios de narcotráfico en Nueva York, vinculados al crimen organizado, sean la mejor forma de evidenciar como la región se ha descompuesto, cómo todo se ha reconfigurado, y cómo los Estados Unidos inician una nueva etapa en sus relaciones con el istmo que, varias décadas atrás, jamás se imaginaron: difundir nombres y sacudir a sus socios políticos corruptos.

Es la primera lectura que uno hace de esos hechos. Ya no basta con el informe y los párrafos de país, hay que ir más adelante para desnudar las estructuras putrefactas, hay que evidenciarlas, y condenarlas. En el caso de los narcotraficantes, estos ya no pelean territorio por el carruco de droga, lo pelean por el control del Estado. Así lo han dejado evidenciado los juicios y condenas en Nueva York, donde el poder del narco y sus secuaces escapa a la imaginación de cualquier hondureño. Con esos juicios y con la lista Engel, Washington ha empezado a dar los espantos con rebote a este país, toca a los hondureños hacer el resto: depurar la política y devolver las esperanzas a un país digno de mejor suerte.

Estados Unidos anunció que habrá más Engel, bajo ese u otro nombre, la administración Biden parece estar dispuesta a sacudir y remecer; aquí, las reacciones son que ese listado salió “cachinflín”, que la caza es menor, pero si fuera así ¿por qué la incomodidad? ¿Por qué el brinco? La cacería ha empezado, a algunos de los Engel, les espera la muerte financiera, pero más allá de eso, Washington ha dicho a sus socios tradicionales políticos y económicos a lo largo del triángulo norte, que ellos ya no son impunes ni intocables como antes. Y habrá caza mayor. Es el otro mensaje de la lista.

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