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La inesperada resurrección del PINU

Por: Ernesto Gálvez Mejía
Tegucigalpa.- En la política existen coyunturas inesperadas.

Nadie esperaba que el explosivo surgimiento  del Partido Anti Corrupción a la cabeza de un “outsider” muy conocido y reconocido en la pantalla chica cayera tan rápido, de la misma manera que surgió en política. 
Bastaron tres años para que él mismo, con sus propias manos, mejor dicho, con su propia boca, empezara a destruir la sorprendente bancada de trece diputados. Sus actitudes intolerantes, soberbias, impolíticas, arrogantes, fueron minando la unidad de ese excelente grupo de parlamentarios/as que se mostraban altamente productivos en el Congreso de la República. Fue incapaz de articular consensos a su interior que, al no lograrlo, empezó a emitir improperios, empezando contra las diputadas del sexo femenino, hasta desarticular la unidad de una bancada que ofrecía grandes esperanzas para el país. 
Después la emprendió contra el Tribunal Supremo Electoral TSE de manera nada inteligente, repitiéndoles, cada vez que podía, que ellos eran “empleados de Juan Orlando”, aun cuando acudía ante ellos con peticiones. Lo mismo ha hecho con la Corte Suprema de Justicia; en fin, cada acción que realiza, él mismo la lleva al fracaso, expresando que lo hace pero estando seguro que la van a desestimar porque ellos son obedientes a su “jefe”. En los meses recientes, cada vez que el TSE le daba los plazos perentorios para que cumpliese tal o cual normativa legal, él la despreciaba abiertamente, declarándose en rebeldía, de una manera descortés, arrogante y retante.
Todo eso tuvo un fin totalmente lógico y esperado: la pérdida de los sellos de su partido, a pesar de que él mismo lo anunciaba a cada rato: “JOH me quiere quitar el partido porque me tiene miedo”; pero, ilógicamente, hacía todo para que eso ocurriera. Pareciera que, al darse cuenta que podía ser el candidato de la Alianza, no importó si se quedaba sin partido, tal lo que ocurrió. 
Salvador Nasralla es ahora el candidato de la Alianza y no fue lo suficientemente serio ni leal a sus amigos, a quienes dejó al garete, teniendo ellos mismos que buscar espacios de cobertura política en el PINU, partido que, no teniendo nada políticamente vendible, ha aceptado alegremente varias solicitudes de esos actuales diputados y diputadas, de muy buen perfil parlamentario.
El PINU, que en los últimos años ha dejado de ser socialdemócrata, para adherirse subrepticiamente al Siglo XXI de Mel Zelaya, ha logrado “colarse” en la Alianza, de lo cual obtendrá buenos réditos. El primero es que evitará desaparecer por falta de votos; el segundo es que al aceptar figuras importantes ex militantes del PAC, aumentará su membresía electoral, aunque no partidaria. Sí logrará crecer, aunque en este caso, los votos que logre para diputados, serán para personas, no para el partido; en otras palabras, la ganancia del PINU será pírrica, excepto si la Alianza ganase las elecciones presidenciales, cosa improbable, a juzgar por los contundentes datos electorales de las primarias. 
LIBRE redujo a la mitad los votos presidenciales de las elecciones del 2013, por dos razones básicas: la poca habilidad de MEL Zelaya al provocar el desmembramiento de su partido, no sólo en la bancada, sino del liderazgo regional. Aún sus voceros más connotados como Esdras Amado López y David Romero se encuentran en otras redes políticas abiertamente antimelistas.
Aunque se hable de la altura política de Xiomara de Zelaya de ceder su postulación del Partido, lo cierto es que el voto ideológico izquierdista de LIBRE es sectario, y seguramente, no aceptarán una figura amorfa, impolítica, no confiable, aún de extracción “derechista”, para que los represente; es más, los epítetos que lanzó Nasralla en el pasado reciente contra LIBRE, abonan esta posibilidad. En tal sentido, la fragilidad de la candidatura presidencial de la Alianza es visible y, aunque se le hayan sumado algunos activistas del Partido Liberal y del Partido Nacional, tales hechos tienen apenas un peso muy cercano al cero, en cuanto a volumen electoral, a la hora de los escrutinios.
Pero el PINU, como partido podrá sobrevivir otros cuatro años, a menos que en este tiempo se decida a estructurarse como un partido serio, como cuando inició: con doctrina, con pensamiento, con ideología, aunque nunca se decidió a ser partido de masas. A este respecto el que escribe tuvo evidencias de que hace muchos años, varios profesionales de mucha credibilidad y buena imagen se acercaron al PINU y empezaron a montar un plan de crecimiento cualitativo y cuantitativo a nivel nacional pero, cuando apenas se inició su ejecución, los intereses personales y familiares de los que fundaron dicho partido, se movieron para destituir el grupo de especialistas, seguramente, porque el partido dejaría de ser de ellos, para convertirse en un partido policlasista, heterogéneo, de amplias bases, pero con una ideología de centro, como lo es el movimiento de partidos socialdemócratas y liberales del mundo. 
A los dueños del PINU no les interesaba eso, pero sí tener su partidillo, con el cual les ajustase para figurar en el estrecho y mediocre espectro político del patio.  
Mucha razón tiene el escritor Juan Ramón Martínez cuando afirma, al referirse a los pequeños (y medianos) partidos de Honduras que, en verdad, no son partidos sino “tribus partidarias” con “pequeños caudillitos”, en una especie de pulpería política que no tienen ni refrigerador, porque muy rápido se les descompone sus existencias.
Pero, en fin, por ahora, el PINU vuelve a sonar con “productos” prestados de otra “pulpería”, esperando que se realice el día del mercado persa, para luego esperar el recuento de su “venta” que, seguramente, será mejor que lo que posee hoy. El asunto es que esos diputados tendrán otro camino, porque en sus negociaciones nunca han discutido los temas doctrinarios de fondo sino, sólo la minuta de sobrevivencia de ambos lados: los candidatos a diputados que se quedaron sin bandera y, el PINU, que tiene bandera, pero no líderes. Veremos, dijo el ciego.
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