En su homilía dominical, el párroco de la Catedral Metropolitana, Carlo Magno Núñez, llamó la atención de los feligreses y del Gobierno para convertirse en sal y así preservar al país de la corrupción.
«Ustedes son la sal de la tierra, es una bonita vocación; la sal es la gracia de la vida, la sal da gusto a los alimentos y les preserva de la corrupción; dadas las cosas como están en el mundo y en nuestra Honduras, necesita montañas de sal», indicó.
Agregó que «hablamos siempre de la corrupción imperante y de la falta de limpieza en todo, nos quejamos porque en todos los campos y ambientes encontramos olor a podrido muchas veces».
«Nos quejamos de lo mal que nos va en las cosas de la sociedad y nos limitamos a lamentarnos y, si acaso, rezar; los cristianos no son del mundo pero han de estar en el mundo, quiere decir, en sus instituciones, trabajos, asociaciones, movimientos», subrayó Núñez.
«En todas las plataformas donde se juegue la vida de las personas, ahí los cristianos deben de dar testimonio y tienen que ser coherentes en su vida», sostuvo el presbítero.
Sin embargo, añadió que «la sal se queda en nosotros, para nuestras reuniones, celebraciones, catequesis y nuestras acciones; tenemos que revisar nuestros compromisos, que han de llegar a la familia, la cultura, la política y la sociedad».
