Iglesia de El Salvador califica de «prepotente» a juez que ordenó desalojos

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San Salvador – La Iglesia de El Salvador considera «prepotente» al juez José Palma por ordenar el desalojo de 76 familias en la comunidad de El Espino, sin que a la fecha haya una solución definitiva y «satisfactoria» para los damnificados, explicó hoy el arzobispo de la capital, José Luis Escobar Alas.

El juez de paz de la localidad central de Antiguo Cuscatlán, con el apoyo de la Policía, desalojó el pasado 16 de mayo a las familias de esta comunidad, ubicada en una finca con el mismo nombre y cercana a la sede de la Cancillería del país centroamericano.

Los desalojos se produjeron a raíz de una denuncia de la familia Dueñas, una de las más adineradas del país, en la que alegan «usurpación de terrenos privados que forman parte de sus propiedades».

El arzobispo, quien explicó que desde la Iglesia Católica «se ha seguido el hecho con mucha tristeza», señaló que está «totalmente a favor de las personas que están siendo maltratadas, que fueron desalojadas de esa manera».

Subrayó su «total desacuerdo» en como se ha manejado el caso y en «las amenazas proferidas por el juez a los abogados del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (Idhuca), con que los va a meter presos» por involucrarse en el asunto.

Durante el desalojo, que continuó el 17 de mayo, el juez expulsó del lugar a Arnau Baulenas, abogado del Idhuca, quien trataba de velar por los derechos de los desalojados.

Ante la expulsión y las amenazas del juez, la institución en favor de los derechos humanos denunció al letrado ante la Sección de Investigación Judicial de la Corte Suprema de Justicia por la «ineptitud en el manejo del desalojo» y «tomar medidas que violan los tratados internacionales de El Salvador».

Escobar Alas instó al Estado a «resolver el problema, porque su filosofía debe ser defender al pobre; es penoso que todo esto se haga con la anuencia de las autoridades judiciales».

Reiteró su petición de que les sea otorgada «una vivienda digna, con actitud justa, no ofreciéndoles un par de dólares para que se callen, porque no es justo que mientras unos tienen tanto, otros no tienen donde reclinar su cabeza».

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