Moscú – El astronauta estadounidense de origen salvadoreño Frank Rubio se convirtió hoy en el décimo segundo hispano en llegar a la Estación Espacial Internacional (EEI) y lo hizo a bordo de una nave Soyuz rusa, en lo que supone además la reanudación de los vuelos cruzados entre EE.UU. y Rusia en plena tensión por la campaña militar en Ucrania.
La Soyuz, nombrada K.E.Tsiolkovski en honor al 165 natalicio del fundador de la cosmonáutica teórica Konstantín Tsiolkovski, fue lanzada a las 13:54 GMT desde el cosmódromo de Baikonur, en la estepa kazaja, tal y como estaba previsto.
Junto a Rubio, ingeniero de vuelo, viajan al espacio los cosmonautas rusos Serguéi Prokópiev, comandante de la tribulación 68 de la EEI, y Serguéi Petelin.
Después de un viaje de algo más tres horas y dar dos vueltas a la Tierra, la Soyuz se acopló a las 17:07 GMT al módulo ruso Rassvet de la EEI en lo que la NASA calificó de «vuelo perfecto».
Unas dos horas después se abrirán las escotillas entre la nave y la estación.
El trío se unirá al comandante de la expedición 67, Oleg Artémiev, a los cosmonautas Denís Matvéyev y Serguéi Kórsakov, así como a los astronautas de la NASA Bob Hines, Kjell Lindgren y Jessica Watkins, y a la astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Samantha Cristoforetti.
El décimo segundo hispano y el primer salvadoreño
Rubio, el primer astronauta de origen salvadoreño en viajar al espacio, sucede en la hazaña de los hispanos que pisaron la EEI a Ellen Ochoa de origen mexicano; Miguel López-Alegría, nacido en Madrid; Carlos Noriega, de raíces peruanas; Franklin Chang-Díaz, estadounidense-costarricense; el español Pedro Duque y Marcos Pontes de Brasil; y a John D. «Danny» Olivas, de origen mexicano.
También volaron a la plataforma orbital internacional el colombo-estadounidense George Zamka; Joseph «Joe» Acaba, de raíces puertorriqueñas; José Hernández, de origen mexicano, y Serena Auñón-Chancellor, cubanoamericana.
Rubio, de 46 años, expresó antes de volar al espacio su «gran orgullo» por no solo poder representar a su país, EE.UU., sino también al de su familia en El Salvador, donde vive su madre, Myrna Argueta, y donde pasó sus primeros seis años de vida.
Este es el primer vuelo del astronauta de la NASA desde que fue seleccionado por la agencia espacial estadounidense en 2017.
Durante cinco años se ha preparado para volar al espacio, y los últimos dos especialmente para esta misión, para lo que ha volado en un avión supersónico T-38 de forma regular y metiéndose en máquinas centrífugas rusas y estadounidenses.
Grandes expectativas
«Para mí todo resultará interesante en el espacio. Y claro está, cada 90 minutos observaremos la Tierra», dijo la víspera en una rueda de prensa en Baikonur.
Rubio, Prokópiev y Petelin pasarán seis meses a bordo de la plataforma orbital, durante los que habrá cinco caminatas espaciales y se harán investigaciones en torno a la microgravedad y su impacto en el cuerpo humano, así como experimentos conectados con la posibilidad de fabricar órganos humanos.
El astronauta de la NASA, que está casado con Deborah Rubio, con la que tiene cuatro hijos adolescentes, declaró el martes que espera con especial interés la oportunidad de llevar a cabo una caminata espacial.
«Miraré con especial atención la oscuridad del cosmos y disfrutaré de la vista de las estrellas», aseguró.
Rubio, que nació en Los Ángeles -si bien se considera nativo de Miami-, se graduó en la Academia Militar de Estados Unidos en West Point y obtuvo el título de doctor en Medicina en la Universidad de Servicios Uniformados de Ciencias de la Salud en Bethesda (Maryland).
Antes de asistir a la Facultad de Medicina, sirvió como piloto de helicóptero UH-60 Blackhawk y voló más de 1.100 horas, incluyendo más de 600 horas de combate y peligro inminente limitadas durante los despliegues en Bosnia, Afganistán e Irak. Rubio es médico de familia y cirujano de vuelo certificado.
Amistad en medio de las tensiones
Esta misión abre una nueva serie de vuelos cruzados con la participación de tripulantes de la agencia espacial rusa, Roscosmos, en naves Crew Dragon estadounidenses y de astronautas de la NASA en las Soyuz rusas en medio de las tensiones entre las dos potencias espaciales por la campaña militar de Rusia en Ucrania.
Rubio admitió hace un mes dese Rusia que abordó «muy brevemente» con Petelin y Prokópiev lo que ocurre actualmente en Ucrania, pero enseguida recalcó que, en su opinión, «es importante centrarse en la misión y desarrollar la confianza que necesitamos como equipo».
«Intentamos evitar cualquier cosa que pueda afectar esa camaradería y centrarnos en llevar a cabo de forma segura esta misión apoyándonos mutuamente allí arriba», añadió.
A principios de octubre tendrá lugar el lanzamiento de la Crew Dragon con la cosmonauta rusa Anna Kíkina, junto a los astronautas estadounidenses Nicole Mann, Josh Cassada y el astronauta japonés Koichi Wakata.
El acuerdo fue firmado en julio pasado y prevé inicialmente el intercambio de tres asientos en la Soyuz y la Crew Dragon, pero la agencia espacial Roscosmos no descarta prolongarlo.
En opinión de Rubio, «es importante que, cuando hay momentos de posibles tensiones en otras áreas, los vuelos y la exploración espaciales continúen siendo una forma de diplomacia y alianza entre la NASA y Roscosmos, donde podamos hallar terreno común logrando grandes cosas juntos». AG