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¿Fracasó el Estado o el mercado?

Por: Julio Raudales
Tegucigalpa.- No pude sentir menos que tristeza al ver como el Padre Melo, un respetado sacerdote jesuita, era apresado por negarse a pagar el peaje en una de las casetas apostadas en algún estratégico lugar de la carretera del norte.

¿Por qué la gente rechaza tanto estos mecanismos en Honduras y no sucede lo mismo en otros países?
Mucha discusión y fuertes altercados se han generado durante los últimos años en nuestro país debido a la irrupción de formas alternas de solución privada a algunos de los problemas públicos.
Aunque la palabra privatización no es nueva y ya se hablaba de ella en los años 80’s, no cabe duda que el fracaso en la mayoría de las experiencias latinoamericanas en el tema, la ideologización y la corrupción de la que fue objeto en no pocas ocasiones, le dieron al vocablo una connotación poco menos que diabólica.
El despuntar del nuevo siglo nos trajo mecanismos alternos muy sugerentes: Aparte de la privatización puramente concebida, es decir, la venta de activos gubernamentales para ser administrados de manera más “eficiente” por  empresarios,  o de los modelos de concesión, apareció una modalidad denominada Asociación Pública-Privada, la cual busca reunir lo mejor de ambos mundos en pro de un objetivo común: beneficiar al usuario en la obtención de servicios de calidad.
A propósito de lo dicho, el Banco de Suecia, decidió otorgar su prestigioso Premio de Economía en memoria de Alfred Nobel, a dos connotados profesores que dedican gran parte de sus inquietudes a investigar el objeto y la naturaleza de los contratos, sean estos de carácter público, privado o mixto y con ello, le han dado especial relevancia a las APPs.
En efecto, con sus elaboraciones teóricas, los profesores Oliver Hart de origen británico y su colega finlandés Bengt Holmstöm, han logrado que conozcamos de mejor manera el juego de las motivaciones que inducen a las partes a negociar de manera eficiente sus contratos o acuerdos de trabajo.
Si bien es cierto los estudios de Hart y Holmstrom cuentan de igual manera para las contrataciones laborales y acuerdos inter empresariales, así como para las negociaciones de tratados internacionales o convenios binacionales entre estados, quiero centrar mi enfoque en las posibilidades de éxito en la negociación de acuerdos entre los gobiernos y empresarios proveedores de servicios, de manera que su gestión sea siempre ganar-ganar, especialmente para los contribuyentes.
En resumidas cuentas: ¿Debemos esperar que las APPs sean exitosas en Honduras a la luz de lo estudiado por los Nobel de 2016?
Los economistas galardonados alegan que el problema a resolver se centra en la incertidumbre: Si bien es cierto, los contratos buscan definir con claridad los puntos relevantes en una relación, es imposible anticiparse a los hechos una vez iniciada la misma. Es por ello que la motivación y los incentivos especificados son cruciales a la hora de negociar con éxito una relación que busque beneficiar a terceros.
Pero ¿Que sucede si las negociaciones implican un “riesgo moral” muy elevado, es decir si las asimetrías en la información permiten incentivos perversos en al menos una de las partes negociadoras?
Es ahí donde la acción de un estado fuerte y balanceado es fundamental. Aquellas sociedades que cuentan con gobiernos respetuosos de la institucionalidad, permiten un desempeño más eficiente en la negociación de contratos. Una situación como esta impide que la negociación de Alianzas Público –Privadas se desarrolle de manera democrática.
Estado fuerte es aquel en el que las interacciones se levan a cabo de manera democrática, es decir, en donde las acciones de un agente son marcadas por el contrapeso adecuado. Aunque no parezca, esta situación reduce el “riesgo moral” y permite una mejor negociación con las contrapartes, lo mismo cuenta para la empresa privada.
Es por ello que si usted compara las experiencias en formulación de APPs entre países como Chile, Perú y Estados Unidos, con las hondureñas o guatemaltecas, encontrará diferencias abismales. No es que el estado o el mercado fracasen, es que el diseño organizacional de la sociedad permite el éxito de algunos y el fracaso de otros.
Así que no se extrañe usted si en nuestro país los ciudadanos indignados se siguen tomando casetas de peaje. Algo debemos cambiar para asegurar a las personas una retribución adecuada de su sacrificio.  Más de Julio Raudales Aquí…
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