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Finanzas Públicas al desnudo

Julio Raudales

El estado está en quiebra. Quizás los lectores y sobre todo mis colegas, piensen que esto es imposible, que la virtud de las finanzas públicas es justamente su inmortalidad. Sin embargo, el fantasma del “default” está siempre presente, sobre todo cuando los políticos actúan sistemáticamente de forma abyecta.

Es cierto, los gobiernos en general perviven en números rojos y sobreviven succionando cual sanguijuelas, la sangre de la ciudadanía a la que deberían servir. Eso, sin embargo, no significa que no fracasen: La imposibilidad continua de no ser consecuentes con los objetivos para los cuales existen es su quiebra.

Pues bien, lo que sucederá es que éste estado irresponsable, ineficaz y corrupto, se salvará, como siempre, pidiendo un rescate en forma de ajuste fiscal, o sea, mas impuestos y menos servicios públicos de calidad para la gente que los necesita. Lo harán con o sin el aval del FMI, los números no mienten nunca.

El próximo año usted que hoy me lee, verá cómo las nuevas autoridades gubernamentales, no importa quien gane, comenzarán, pocos días después de iniciado el nuevo ciclo gubernamental, a justificar la nueva carga impositiva, a decirnos que las acciones irresponsables de quienes dejaron el gobierno les obligan a subir el impuesto sobre ventas de 15 a 18%, también el de la gasolina y probablemente el que grava las rentas particulares y empresariales. Es inevitable.

Tendrán en parte razón. Desde aquel nefasto 1993, último año de la administración Callejas, nunca un gobierno había actuado con la irresponsabilidad fiscal de la presente. Los daños son devastadores: Una serie de “compras de emergencia” ineficaces, realizadas bajo la excusa de la pandemia, los huracanes y ahora las elecciones, están deteriorando cada vez mas las posibilidades futuras de los súbditos del estado hondureño. A ello se suman la caída en los ingresos y la persistencia en gastos innecesarios.

Si bien los ingresos habían ido al alza a partir de 2014, el repunte obedecía mas a las severas medidas tomadas a partir de ese año por la recién inaugurada administración Hernández, quien, con un mortífero decreto, incrementó de un plumazo prácticamente todos los impuestos, sumando tasas, cobros anticipados y multas con las que provocó una histórica caída en la competitividad del país. No lo digo yo, sino el Foro Económico Mundial.

Al final, la caída en la productividad nacional derivó en un impacto negativo en las mismas finanzas gubernamentales: La recaudación, luego de un leve repunte, comenzó a declinar con respecto al PIB, lo que muestra el terrible fracaso de las medidas implantadas. Lo mismo sucederá el próximo año, ya lo verá.

Por el lado del gasto las cosas no han ido mejor. Es la masa salarial y el pago de otros servicios aumentan dramáticamente año con año. La inversión pública es cada vez menos eficaz y ya no constituye en nada, un complemento a la formación de capital privado, única garantía para el crecimiento y por ende a la reducción de la pobreza.

Todo este desbalance, desorden e irreflexión, se traducen en mayor endeudamiento. Que el futuro se haga cargo de la irresponsabilidad actual. Así se hizo en 2013, cuando en el afán de ganar las elecciones, los políticos irresponsables desangraron en casi un punto del PIB al país y lo gastaron en la campaña política del presidente actual. Así comenzó la debacle y de esta forma se ha ido agigantando. ¿Cómo hacer para detener este incontenible alud?

Quizás el mayor agravio es el incumplimiento de compromisos que sin duda tienen efectos positivos en la economía. Las municipalidades sufren por el cierre de la válvula gubernamental, sobre todo aquellas que no son obsecuentes con presidencial; la UNAH se pronuncia en contra de las ZEDES y se le castiga cortándole de manera criminal, la transferencia que manda la Constitución. ¿Quién pondrá fin a tanta alevosía?

Solo un autentico pacto fiscal podrá asegurar que las futuras autoridades (las actuales ya no darán mas, no pueden), se encarrilen y pongan al fisco al servicio de la ciudadanía. Si no presionamos para empujarlo, el país se terminará de hundir y no habrá mas salida que el escape hacia un lugar mas funcional. Nadie lo quiere, así que a presionar hasta lograr los cambios requeridos. No hay alternativa.

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