Por: Luis Cosenza Jiménez
Este martes, 6 de noviembre, se llevan a cabo las elecciones de medio término en Estados Unidos.
Esas elecciones son importantes para el país del Norte, pero también para nosotros en vista del deterioro que nuestras relaciones bilaterales han sufrido y de los comentarios ofensivos del presidente Trump sobre nuestros migrantes y sobre nuestros gobernantes. Muchos comentaristas nacionales han opinado sobre las citadas elecciones, pero me temo que en la mayoría de los casos sus opiniones reflejan su desconocimiento sobre el funcionamiento del sistema político de Estados Unidos. Permítanme explicar por qué.
Un presentador de televisión declaró que estas elecciones definirían si el presidente Trump logrará reelegirse en las elecciones que se celebrarán dentro de dos años. Si bien los expertos nos dicen que estas elecciones serán un referendo sobre la gestión gubernamental del presidente, no determinan en absoluto lo que sucederá en dos años. Basta con señalar que el partido demócrata del entonces presidente Obama perdió estrepitosamente las elecciones de medio término celebradas a mitad de su primer período, pero luego el presidente resultó reelecto. De hecho, las elecciones de medio término sirven para que el mandatario se percate de la aceptación que su gestión tiene en el electorado, y le da los elementos de juicio para hacer el ajuste necesario previo a las elecciones presidenciales que se celebrarán en dos años. Si el presidente hace ese ajuste, podrá resultar reelecto. Caso contrario, perderá. Después de todo, en política dos años son una eternidad.
Lo que está en juego en estas elecciones es el control del Congreso, ya que se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un 35% del Senado. En estos momentos el partido Republicano del presidente Trump controla ambos órganos del Congreso, y de acuerdo con la mayoría de los expertos probablemente pierda el control de la Cámara de Representantes, pero no así del Senado. Si pierden el control de la Cámara de Representantes, la gestión del presidente Trump será más difícil ya que la legislación que él proponga debe ser aprobada tanto por la Cámara de Representantes, como por el Senado. Eso implica que para aprobar la nueva legislación habrá que negociar y ponerse de acuerdo con los demócratas que controlarían la Cámara de Representantes. Típicamente lo que esto implica es que la aprobación de cualquier iniciativa toma mucho tiempo y lleva a la parálisis gubernamental.
Hay quienes opinan que si los demócratas logran el control de la Cámara de Representantes el próximo año podría aprobarse una nueva política migratoria. No obstante, el control de la Cámara no implica que se pueda aprobar las iniciativas de los demócratas. Después de todo, tendrían que negociar con el Senado, controlado por los Republicanos, y luego con el presidente Trump, quien siempre tendría el poder del veto presidencial. Aunque los demócratas ganaran el control de la Cámara, nadie piensa que tendrían la mayoría necesaria para desestimar un veto presidencial. Por otro lado, enmendar el sistema migratorio no es una prioridad para los demócratas. De hecho, han optado por ignorar el tema en sus campañas. Sus prioridades son otras, y se centran en el área de la salud y la desigualdad en los beneficios del crecimiento económico. Los demócratas tuvieron la oportunidad de aprobar una nueva legislación migratoria en los dos primeros años de la primera Administración del presidente Obama, cuando controlaban el Congreso. No obstante, prefirieron dedicar su capital político al tema de la reforma del sistema de salud y descartaron la reforma migratoria. Así les correspondieron a los latinos que salieron a votar abrumadoramente por Obama. Esta es una gran deuda del partido demócrata con los hispanos.
Por otro lado, si los demócratas toman el control de la Cámara de Representantes poco cambiaría en la práctica. Ya el tema de la reforma tributaria, es decir, la reducción de los impuestos, se dio. Los otros temas importantes para el presidente Trump, como el financiamiento para su tristemente célebre muro, ha resultado imposible aún teniendo los Republicanos el control del Congreso. Lo mismo ha ocurrido con la derogación de la legislación aprobada en la Administración Obama para reformar el sistema de salud. Esto ha ocurrido porque en Estados Unidos los congresistas se deben a quienes votaron por ellos en sus distritos electorales, y no al presidente, o a los jerarcas del partido. Son independientes y votan según piensen que desean quienes votaron por ellos. A diferencia de nuestro sistema político, donde los diputados no están comprometidos con quienes votamos por ellos y no son independientes del presidente o de los dueños de los partidos, en el país del Norte reina no solo la independencia de poderes, sino que también la independencia de los congresistas.
Los Republicanos podrían incluso perder el control del Senado y para propósitos nuestros eso cambiaría poco. Sería un golpe mucho más duro para el presidente Trump, ya que el Senado, sin la participación de la Cámara de Representantes, confirma a quien el presidente proponga para integrar la Corte Suprema de Justicia, así como para fungir como embajadores. La integración de la Corte es muy importante para ambos partidos políticos, pero tiene poca incidencia en nuestros asuntos.
En el ámbito migratorio la oposición a las medidas impulsadas por la Administración Trump ha provenido del sistema judicial, y eso seguirá igual independientemente de lo que suceda en las elecciones que ahora se celebran. También se han opuesto a tales medidas algunos Estados y ciudades al declararse “ciudades santuario” y así proteger a los migrantes. Esto también continuará igual, independientemente de las elecciones. En pocas palabras, me parece que, independientemente de lo que suceda en las elecciones, poco cambiará en el tema migratorio. El presidente Trump continuará difamando a los migrantes y tratando de impedir su ingreso en Estados Unidos, El sistema judicial, y algunas ciudades y Estados, seguirán protegiendo a los migrantes.
Sin perjuicio de lo anterior, es evidente que las relaciones con la Administración Trump se han deteriorado significativamente y no hay razón para suponer que eso cambiará. Aunque no tiene relación con el deterioro en las relaciones, hemos escuchado que, una vez más, se nos ha excluido del grupo de países que podrán contar con recursos de la Cuenta del Milenio, entre otras cosas, porque no superamos el umbral requerido en lo referente a la corrupción. La imagen de nuestro gobierno se ha deteriorado mucho en el ámbito internacional y va quedando sin amigos. Mientras tanto, nuestro país se ha está quedando sin gente. Me atrevo a pensar que si se preguntara a la población la mayoría nos diría que está dispuesta a migrar si se le presenta la oportunidad. Esa es nuestra triste realidad.