
A propósito de esta época de recogimiento espiritual, cuenta el Génesis de la Biblia, que José era un migrante hebreo vendido como esclavo por sus hermanos a unos comerciantes ismaelitas, que a su vez lo desterraron a la potencia económica de entonces: Egipto.
Allí el refinado joven fue negociado y puesto al servicio de un alto dignatario de la corte. Como suele suceder en estos casos, la inteligencia y carisma del chico, despertaron la envidia de algunos y víctima de una conspiración, lo metieron a la cárcel.
El relato nos cuenta que el Faraón o monarca egipcio tuvo algunos sueños recurrentes que lo turbaron durante varios días. Alguien le informó al rey que un joven migrante hebreo que estaba prisionero, era muy sabio en la interpretación de misterios. Fue así como el muchacho fue llevado a la presencia del rey a quien impresionó con su elocuencia y sabiduría.
El doble sueño del Faraón era bastante extraño: siete vacas gordas pura sangre eran fagocitadas por siete flacas y pestilentes. En otra pesadilla, siete espigas doradas y bellas fueron devoradas por otras tantas resecas y quemadas. La providencia le había revelado al monarca egipcio un secreto que la Escuela Austriaca de economía publicaría cuatro mil años después: La teoría del Ciclo.
En efecto, el avispado joven le dio al dignatario la primera lección de teoría economica en la historia. Le explicó que las siete vacas y espigas orondas, corresponden a un periodo de siete años en los cuales habría abundancia de comida e ingresos para la gente; pero después llegaría una etapa de recesión tal, que la sequía y el hambre arrasarían con muchas vidas en el reino.
¿Qué hacer? Preguntó el Faraón ante el problema que le venía encima a su gobierno. Y fue ahí donde el joven hebreo desplegó también sus dotes de estadista y le hizo la primera propuesta de política económica de la historia:
“Para salvaguardar su reino, el faraón debería buscar un hombre competente y sabio que se haga cargo… Además, debería nombrar inspectores para que durante los siete años de abundancia recauden la quinta parte de la cosecha en todo el país… Este alimento ahorrado le servirá a Egipto para los siete años de hambre que sufrirá, y así la gente del país no morirá de hambre”.
Y fue así como Faraón nombró al prudente y sabio José, el primer ministro de hacienda de la historia. El joven hebreo instauró una política fiscal progresiva y justa; con una carga tributaria del 20% del PIB, Egipto fue el único país de la época que generó suficiente ahorro para amortiguar los efectos de la crisis económica que afectó al mundo de entonces. Muchas naciones vecinas vinieron a pedir ayuda, con lo que, aparte de mantener estable la economía, los egipcios mantuvieron su hegemonía como potencia internacional.
Muchos siglos después, el economista inglés John Maynar Keynes escribió los consejos de José, dándoles forma de “Teoría General”. La acción del gobierno, dice el libro del británico, debe de ser contra cíclica: cuando la economía se expanda -es decir, cuando haya abundancia en la producción-, el gobierno debe ahorrar, aumentar los impuestos y reducir el gasto, cuando el ciclo entre en recesión -o sea, cuando los productos escaseen, se debe bajar impuestos e incrementar el gasto.
Si José o Keynes despertaran en la Honduras de hoy, sus sueños se transformarían en insomnio. En nuestro país no hay fiscalidad. Sin una visión de largo plazo ni un plan, los gobernantes se limitan a generar por computadora, un presupuesto que año con año crece en forma desordenada y limita al sector productivo sin un objetivo.
Los impuestos son cobrados a mansalva sin considerar la capacidad de pago de la gente y concediendo privilegios y exenciones a quienes no las merecen; los gastos se distribuyen sin criterio de maximización del bienestar, la inversión pública, es decir los servicios de infraestructura, educación, salud y otros, son el pariente pobre en la ecuación y el endeudamiento nos está llevando a un callejón sin salida.
Así que cuando me preguntan ¿Qué pasará ahora que vino la misión del FMI y nos evaluó de forma positiva? Mi respuesta es invariable: ¡Si no tenemos un plan de largo plazo, si los impuestos solo expropian a la gente del fruto de su trabajo, si los gastos son una excusa para enriquecer a quien está en el poder, el país será uno más entre las naciones condenadas de la historia.