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El fracaso de la antipolitica

Por: Pedro Gómez Nieto

La política es consustancial con la naturaleza superior del hombre sobre el resto de la creación. Aristóteles razonaba que somos animales políticos, sociales.

La política, en la Grecia antigua, sustentaba el desarrollo intelectual y social de las ciudades, “las polis”, su actividad bajo el paraguas del Estado, responsable de fiscalizar la praxis, las normas éticas y morales que canalizaban dicho desarrollo. Surge el arte de gobernar desde el conocimiento, la ética y la moralidad. Se trata de una ciencia que permite profundizar en las diferentes maneras de organizarse las sociedades.

Consideramos complementarios los conceptos política y democracia. Democracia: “demos” pueblo; “kratos” poder, superioridad. La democracia termina siendo una forma de gobierno basada en la toma de decisiones por acuerdos mayoritarios. Utilizando neolenguaje: la democracia es la “dictadura de las mayorías”. Ejemplo: Mariano Rajoy, conservador, dimitió de su cargo como presidente del gobierno de España al no superar una moción de censura presentada en el Congreso sobre su gestión. Al día siguiente toma posesión Pedro Sánchez, socialista, el proponente, quien obtuvo, previos acuerdos en despachos, una mayoría coyuntural que las urnas le negaron por dos veces.

El politólogo argentino, militante del partido comunista, Oscar Landi, explica que la consideración de “político” es producto una construcción social relacionada con el «sentido del orden». Siguiendo el pensamiento de Landi, nuestros próceres en 2018 promovieron la antipolitica, el «sentido del desorden». Si la política pretende ser el motor de cambio y desarrollo de la sociedad, la antipolitica es el rechazo sistemático a cualquier actividad que pretenda implementar el gobierno para generar esa transformación.

La antipolitica es confrontativa, nunca propositiva. El antipolítico pretende posicionar a la sociedad en dos bandos irreconciliables, no hay término medio, se está con el oficialismo o con la oposición refundadora y salvadora. Dictadura oficialista o revolución proletaria. El antipolítico no reconoce el fracaso de su proyecto porque equivaldría a legitimar al ganador y debilitar su imagen. Es mejor insultar al que ostenta el poder, porque eso eleva perfil dando credibilidad. Recordemos a Nasralla, el salvador de Honduras, presumiendo en una entrevista de ser el (anti)político que más ha insultado a JOH. Como decía Andreotti, expresidente italiano: “No desgasta el poder, lo que desgasta es no tenerlo”.

El antipolítico considera cualquier conflicto como una oportunidad para confrontar la sociedad contra sus gobernantes, rentabilizando la crisis. Un ejemplo: la rebaja de 23 lempiras exigida al combustible por el sector transporte, motivó un paro y bloqueo de algunas carreteras por los camioneros. Nasralla aprovecha la coyuntura diciendo que el bloqueo era para apoyarle y sacar a JOH. Otro ejemplo: las caravanas de migrantes centroamericanos hacia EEUU. Nasralla informa que todos los emigrantes hondureños regresarían inmediatamente si JOH abandonase el poder…

La antipolitica es terreno fértil para advenedizos, oportunistas, populistas, demagogos y mediocres. Practican el sectarismo, el desprecio a la legalidad, la toma de vías públicas y daños a la propiedad como herramientas de chantaje, y las debilidades de la democracia como munición para atacar al oficialismo, promoviendo la división y la confrontación entre hondureños.

Un sumatorio de fracasos obtuvieron los próceres en 2018, y comienzan el 2019 anunciando que para febrero JOH les entregará el poder… No espabilan. Mientras en España se utilizaron procedimientos legales y parlamentarios para defenestrar a Rajoy, los antipolíticos llevan un año induciendo al pueblo al sacrificio colectivo, para apoderarse de la banda presidencial. Me recuerdan al imam yihadista de la espectacular película “Syriana”, adoctrinando a los que después se inmolarán haciendo explotar la bomba… mientras él permanece resguardado.

Orlando Zelaya (Oz), que se define iluminado por la luz frente al lado oscuro, nos deslumbró el 2018 con su magia. Convirtió al histórico Partido Liberal en remedo de Lilliput, dejando a la bancada cual diminutos liliputienses. Junto a Nasralla, su presidente virtual, idearon la “Plataforma Ciudadana”, gueto para resentidos, cafetín de conspiradores, exigiendo la renuncia de JOH y la conformación de un gobierno provisional para el que ya se habían repartido los cargos. Careciendo de capacidad de convocatoria invitan a “Mel” para que, con sus comandos insurreccionales, se sume a la plataforma de fracasados. Sabiendo que les dio calabazas en el altar de Garáfulic siguen insistiendo… ¿Y no es que dijeron que “Mel” ya se había arreglado con JOH? Humm…

“La violencia es el último recurso del incompetente” -Asimov-

                                                                                         PG. Nieto.

                                                                                         Asesor y Profesor CISI.

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