El «Coneja» Cardona que conocí en Madrid

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En Honduras era conocido como el gran futbolista “Coneja” Cardona, pero para los estudiantes hondureños que lo conocimos en Madrid en los años sesenta, era simplemente José Enrique.
 

Tuve el privilegio de ser uno de sus mejores amigos en aquellos años de la España franquista y he sentido que por estar muy lejos de Honduras, no haber podido asistir a su entierro en San Pedro Sula, la semana pasada.

Me avisó de su muerte nuestro amigo común Ricardo Alonso Flores desde Tegucigalpa, pero por mas que lo intenté, no podía lograr una conexión aérea a tiempo para darle una adiós final.

Lo vi , por última vez, cuando nos citamos en un restaurante mexicano en San Pedro Sula hace dos años. Quedé sorprendido y consternado cuando lo vi llegar apoyándose en un bastón, por problemas, según me dijo con una cadera.

Lo ví, entonces, bastante envejecido, y sintiendo la carga de vivir solo y rodeado solo de sus recuerdos.

Y sobre todo, agobiado por sus problemas económicos.

Los rasgos de su presencia en España se quedó en manifiesto cuando pidió con su copa de vino, unas aceitunas y su disgusto cuando le explicaron que no tenían, que ese restaurante era mexicano no español.

El Cardona que conocí en 1964 estaba en su pleno apogeo como futbolista en el Atlético de Madrid y lo fue hasta 1970. De sus éxitos en el futbol español di parte en mas de 15 artículos que publiqué en el diario “La Prensa” de San Pedro Sula. Por eso , este artículo hoy es para escribir sobre el lado humano de José Enrique, y no el de futbolista.

Cardona, recién salido de su Honduras, tuvo el gran éxito de saber adaptarse a la España de aquellos años y nunca se le notó que procedía de un origen muy humilde de la Lima y que comenzó jugando en potreros de fincas bananares ¿Que se puede decir de un futbolista que logra casarse nada menos que con la hija del presidente del Club de Fútbol Elche, el primero que lo contrató en España?

Yo fue invitado a su boda , en Santa Pola (Alicante), con Paquita Cerdá Antón, a la que el llamaba “Paqui”. Tuvieron tres hijos: María Suyapa, Vicente Javier y Enrique, todo ellos ahora grandes profesionales. El matrimonio , eventualmente, terminó en divorcio y Cardona regresó a Honduras a jubilarse después de varias etapas como empresario, entrenador y comentarista deportivo.

Yo recuerdo a Cardona cuando iba a buscarme a la residencia universitaria Guadalupe en la Ciudad Universitaria de Madrid, en su flamante auto BMV para llevarme a comer a un restaurante chino , cerca de la Gran Vía. Mientras comíamos, era frecuentes que lo interrumpieran los camareros o los otros clientes para saludarlo, pedirle autógrafo o tomarse fotos con el.

Era tanta la amistad que Cardona me pedía que acompañara a su esposa, Paquita, a ver sus partidos en el antiguo estadio Chamartín en el barrio de Cuatro Caminos y esa mujer sufría cada vez que le pegaban una patada a su esposo los rivales. Y celebramos cada vez que un gol de su esposo era crucial para ganar un torneo o una copa. Como cuando, gracias al gol de Cardona, el Atlético de Madrid ganó la Copa del Generalísimo (ahora Copa del Rey) ante el Zaragoza.

Gracias a Cardona, tuve oportunidad de viajar en el mismo autobús de los jugadores del Atlético de Madrid desde Alicante a Madrid. Entonces, conocí en persona a las grandes estrellas de ese equipo : Madinabeytia, Calleja, Colllar, Adelardo, Rivilla, Ufarte, Garate, Martínez Jayo(el mejor amigo de Cardona dentro del equipo), Glaría y Mendoza. Y sobre todo, Luis Aragonés que años después alcanzó más gloria cuando fue entrenador de la Selección de España y ganó la Eurocopa en 2008.

Cardona se educó el mismo, hablaba correctamente y, algunas veces, hasta con exagerado acento español. Desde Madrid, seguía ayudando a sus padres, a quienes les compró una casa en el barrio Flores de San Pedro Sula, donde él vivió en sus últimos años, rodeado solo de sus trofeos y fotos de sus años de gloria..

No es exagerado decir que ha sido el futbolista hondureño que mas ha triunfado en Europa y que abrió la puerta para que mas deportistas hondureños vinieran a probar suerte en España. Pero después de haber jugado en España 141 partidos y anotado 44 goles, el pendón queda muy alto para igualarlo o superarlo.

Honduras ha perdido a su mejor futbolista de todos los tiempos. Y yo a un inolvidable amigo.

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