El caos reina con corona de espinas

Por Yanivis Melissa Izaguirre | Periodista, Honduras

En un país políticamente incorrecto hay que recurrir a mañas para salirse con la suya, pues solo se debe ser un astuto intérprete de las leyes para inventarse un as bajo la manga.

Nada está prohibido si podemos justificar con base en ley, bajo la consigna de que el poder -cuando se usa para adecuar todo a nuestros objetivos- se ejerce unilateralmente, no hay de otra.

Importa llegar, en el camino la norma y la costumbre legalizan hasta lo más inverosímil, con explicaciones jurídicas que provocan antagonismo sociales y crispaciones públicas que tensan la marea política.

Es así como ahora tenemos nuevos fiscales interinos electos por una comisión y no por los 86 votos exigidos por el mandato de la ley.

Cada vez es más delgada la línea divisoria entre lo legal y lo arbitrario; entre la violencia y la defensa propia, tal como quedó demostrado en el Congreso Nacional, donde el caos reina con corona de espinas y deambula por estaciones ilegales, fábulas y espejismos, promesas paternales de «lo hago por el bien del país»…

¿Y es que quién es lo suficientemente sabio o sensato para decirle no al poder, legal o legítimamente adquirido? Ya se impuso un presidente del Poder Legislativo electo sin los votos necesarios, pero con las patadas certeras.

Ya se nombró a una presidenta de la Corte Suprema de Justicia por acuerdos entre los grandes dueños de partidos políticos y no precisamente por tener las membresías o credenciales para asumir uno de los cargos más importantes del país.

Y ahora, por si fuera poco, seguimos por el mal camino, juramentando personas para unos cuantos días cuando nada más que sus cabezas obcecadas es lo que impide tener una elección de fiscales respetando el procedimiento establecido.

Es una avalancha de ilegalidad pasando por legalidad en medio de asquerosas triquiñuelas políticas que dan provocan náuseas entre la ciudadanía que pensó que todo sería diferente.

Seguimos empantanados con una clase política que carece de dimensiones éticas, haciendo maromas con la Constitución en el mejor tira y encoge de la historia.

Y con ello, nuestros votos como avales haciendo comparsa de un plan que nos conduce hacia un país ensangrentado por los pecados de los políticos.

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