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EEUU-ELECCIONES: El partido republicano, ¿Otra víctima de Trump? (Análisis)

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(Especial para “Proceso Digital- Por Alberto García Marrder)

Washington, (EEUU) – El descompuesto Partido Republicano de Estados Unidos se enfrenta ahora al dilema de reorganizarse sin su líder máximo o seguir con esa fidelidad ciega el populismo conservador de Donald Trump, tras el fracaso electoral del presidente.

En sus cuatro años en la Casa Blanca, Trump pudo haber destruido muchas cosas, pero lo más desconcertante es el daño causado al partido, el mismo de Abraham Lincoln, el primer presidente republicano de Estados Unidos.

Trump impuso su absoluto control del partido y no permitía una opinión contraria. Los congresistas y senadores republicanos no abrían la boca o actuaban sin la aprobación de la Casa Blanca.

Y el que se salía de la línea impuesta, era apartado y sin el apoyo de Trump en las frecuentes elecciones legislativas, su carrera política llegaba a su fin. Así de claro.

En pocas palabras: ya no es el Partido Republicano, es el partido “trumpista”. Y si se va Trump de la Casa Blanca (eso falta por verlo) antes del 20 de enero, día de la toma de posesión del nuevo presidente, Joe Biden, lo que va a quedar es el “trumpismo”… pensando en el futuro.

Mitch McConnell, hombre de confianza de Trump

Una muestra: A tres días de declararse la derrota de Trump y alegar este que le habían robado las elecciones por un masivo fraude electoral, son muy pocos los senadores republicanos que han opinado o lo han hecho de una forma muy ambigua. Están esperando instrucciones y muy preocupados.

Ese futuro es dentro de cuatro años, en 2024. Para entonces, habría terminado el primer mandato de cuatro años de Biden y Trump, posiblemente, estaría tentado de presentarse a las elecciones de nuevo. O impulsar la candidatura de un delfín suyo o de su propio hijo mayor, Donald Trump Junior. El actual vicepresidente, Mike Pence, no estaría en esos planes.

Y Trump, que no va a olvidar su derrota electoral, se podría vengar utilizando lo que va a quedar del Partido Republicano de la misma forma que lo ha hecho en estos últimos cuatro años: incordiando a los rivales, los demócratas.

Muchos analistas de la prensa norteamericana piensan que todas estas bravuconadas de Trump de no reconocer su derrota electoral y de insistir, cada día con más fuerza, que le han robado su reelección, son solo para reforzar su base de seguidores para un futuro.

Y para tener una buena excusa para justificar su derrota: el supuesto fraude electoral, qué, en realidad, no ha existido.

Para ese futuro, Trump, va a necesitar, otra vez, a los senadores republicanos y, sobre todo, a su hombre de confianza: Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana en el Senado, siempre y cuando la recuperen en enero tras un recuento en las elecciones de dos plazas en disputa.

Posiblemente estas sean las instrucciones a McConnell: Obstaculicen todo lo que puedan los proyectos legislativos de Biden. Y este que es un viejo y hábil zorro del Senado a sus 78 años, lo haría encantado.

Ahora bien, también es posible que McConnell haga otro papel más honroso: el de convencer a Trump que acepte la derrota y que permita una transición pacífica con el equipo de Biden.

Es el único que lo puede hacer. Y Trump lo respeta.

Trump está rodeado en la Casa Blanca de fieles asesores y familiares que tienen miedo de decirle lo que realmente ha sucedido en estos últimos tres días.

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