¿Cuáles son los verdaderos intereses del pueblo? La pregunta surgió a raíz de un artículo que publiqué en Proceso Digital hace varios meses. La respuesta me pareció evidente, pero en estos momentos cuando gobiernos autoritarios pretenden hablar, decidir y actuar en nombre del pueblo, esa inquietud es válida.
La humanidad ha luchado con sacrificio, sangre y lágrimas por los auténticos intereses de las personas. En efecto, en aras de la libertad, la igualdad y el respeto a la vida, se batalló contra el esclavismo, las monarquías absolutistas, el colonialismo político-religioso y contra dictadores y tiranos. El sistema político hoy conocido como república —el cual implica la independencia entre los poderes que lo integran— se convirtió en el resguardo institucional de los derechos primordiales de las personas. Lamentablemente, la efectividad de la república se ha visto restringida debido a la manipulación perversa de los procesos electorales.
Los derechos humanos han tenido un amplio desarrollo progresivo. Son conceptos axiomáticos derivados de la condición del ser humano. Se consagran en declaraciones universales que recogen el consenso de la comunidad internacional y se incorporan en las cartas magnas de las naciones, cuyo cumplimiento se da cuando “la constitución no es pura babosada”.
Entorpecer el acceso a la salud transgrede los intereses del pueblo. No priorizar la educación también. La ausencia de oportunidades de inversión, comercio y facilitación de condiciones de empleo digno, contraviene los derechos fundamentales. Retorcer el acceso a la justicia, así como su administración, figura de manera prominente en esa larga lista.
La promoción, respeto y defensa de los derechos humanos se corresponden con los verdaderos intereses del pueblo. Así lo demuestran los hechos. Los gobernantes que digan, decidan o actúen en contrario se enrumban a contrapelo de la historia.