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Desafíos para los buenos augurios

Por: Julio Raudales

Tegucigalpa.- Una ola de buenas noticias inunda al país en los aspectos económicos. Vale la pena enumerar algunas, con el fin de reflexionar sobre la mejor forma de aprovechar el pleamar y también para evitar que el entusiasmo se diluya en la desidia, que es la peor forma de asimilar las oportunidades.

Trascendió en los últimos días la confirmación de que Honduras es ahora un país menos riesgoso para la inversión. La noticia la dio esta vez, la mundialmente famosa calificadora de riesgo “Stándar and Poors” (S&P), a cuyo juicio, el eficiente manejo de las finanzas públicas del país le ha permitido mejorar sus posibilidades para atraer capitales. Un anuncio parecido hizo hace algunos meses su competidora en este tipo de evaluaciones “Moody’s”.

La noticia es coherente con las cifras que presentan algunas de las principales variables que miden el desarrollo nacional: Los ingresos fiscales muestran un comportamiento creciente y con tendencia a ser sostenible, el gasto público se reduce y nos hace olvidar el infierno vivido en la administración anterior que, subyugada por el peso de la crisis política del 2009, naufragó en su intento por estabilizar las variables macroeconómicas, lo cual impidió la consolidación de la estrategia de largo plazo planteada por la Visión de País y el Plan de Nación.

En la parte sectorial, destaca el incremento en la entrada de turistas al país, la mejora en el volumen y calidad de algunos comodities, especialmente el café y azúcar; la reversión lenta pero visible en los índices de violencia y las alianzas internacionales que desde el sector privado se construyen para impulsar la generación de empleos.  

Las buenas noticias no terminan allí, el presidente anunció la semana anterior que las gestiones para mejorar la ayuda internacional, específicamente con los Estados Unidos de América, marchan viento en popa. Si las cosas siguen bien, nuestro país podría retomar de manera definitiva el camino al desarrollo observado a mediados de la década pasada, tal y como han hecho algunos de nuestros vecinos más exitosos como Panamá y Perú.

Pero es necesario tomar consciencia de que el proceso no se da de manera espontánea, sino que es el resultados de un bregar inteligente y continuo. No existe ningún país que haya salido del subdesarrollo sin haber planificado y sobre todo trabajado de forma sistemática e inteligente.

En otras palabras, el desarrollo no viene del cielo como un regalo de la providencia. Se pueden tener recursos naturales, buenos deseos, mucha ayuda internacional e incluso personas capacitadas, pero sin una ruta adecuada y la convicción nacional de que las cosas pueden cambiar, el país seguirá postergando a su ciudadanía, las posibilidades de una mejor forma de vida.

Aunque lo que ocurre en la actualidad puede ser esperanzador, es necesario llamar la atención sobre los riesgos de no actuar de forma inteligente y complementar las buenas acciones con los elementos de política que permitan consolidar el desarrollo. Al respecto, quisiera llamar la atención sobre tres puntos:

El primero es la necesidad de asegurar una transición política sin sobresaltos. Aunque nuestra calificación de “riesgo país” haya mejorado, no debemos olvidar lo tremendamente sensible que es la inversión privada a las veleidades del ciclo electoral.

En Honduras hemos vivido esta traumática experiencia de manera casi sistemática. Hasta el tercer año de gobierno las cosas parecen normalizarse, sin embargo, los años electorales acaban con la estabilidad, promueven la incertidumbre y culminan con resquebrajar las cosas buenas construidas. Es necesario revertir este lastre y darle a la sociedad, especialmente a trabajadores y empresarios, un mejor sentido de lo que debe ser la responsabilidad en la administración pública.

El otro elemento crucial, es el ordenamiento de las finanzas públicas, ya no solamente en términos de su sostenibilidad. También debe instaurarse un esquema tributario y de gasto, que permita una administración más equitativa de los mismos. Honduras no puede seguirse exhibiendo como el país más desigual del mundo. Para eliminar este lastre es necesario retomar la propuesta de pacto fiscal que se ha venido discutiendo en los últimos meses.

Por último debo insistir en la imperiosa necesidad del apego a las reglas y a la buena marcha institucional. Si persistimos en elaborar leyes a conveniencia y en el irrespeto a lo convenido, solo por dar gusto a unos pocos, las posibilidades de trascender del país se reducen, aunque en la coyuntura estemos reduciendo y aumentando nuestra calificación de riesgo. Más de Julio Raudales Aquí…

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